Había algo extraño en aquella cueva. A primera vista, todo parecía normal, pero desde la percepción de un espíritu del bosque, la armonía estaba totalmente patas arriba.
Hongos que debía estar sobre troncos estaban sobre rocas. Plantas que debía crecer bajo el sol estaban a la sombra de árboles, algunos de los cuales necesitaban menos agua de la que había allí.
Pikshbxgro se acercó confundido, y curioso por la causa de aquel extraño fenómeno. Y, al hacerlo, descubrió que de dentro de la cueva surgía una extraña energía.
Carente de la noción de peligro, se dejó llevar por su innata curiosidad e inocencia, entrando en la cueva, adentrándose cada vez más profundamente en su interior, sin entender por qué no había alcanzado aún aquella energía.
Fue de repente cuando, por primera vez en su corta vida, el espíritu conoció el miedo. Una energía oscura y tenebrosa lo rodeó, atrapándolo, creando alrededor de él una especie de rejas que no se atrevía a tocar. Su instinto le hacía sentir terror hacia aquella energía antinatural, aun cuando era la primera vez que la sentía.
–Tenemos a otro– dijo una voz.
–Llévalo con los demás– respondió otra.
El espíritu contempló aterrado como un ser salido de sus peores pesadillas alzaba la jaula y lo llevaba con él. Era similar a un espíritu, pero de una forma siniestra, pues parecía hecho de muerte en lugar de vida. Parecía como si en lugar de haber surgido de la esencia de la naturaleza, hubiera surgido para destruirla.
No lo entendía, pero sentía un terror incontrolable hacía aquel ser. Que éste lo mirara y sonriera vilmente, no hizo más que agudizar su miedo.
El aterrado espíritu creía que no podía haber nada peor que aquello, pero pronto descubrió lo equivocado que estaba. Su pesadilla no había hecho sino empezar.
Durante los siguientes meses, estuvo encerrado en una gran caverna junto multitud de otras jaulas, en cada una de las cuales había otro hermano, otro espíritu del bosque. Y, vigilando la entrada, un enorme oso cuyo cuerpo era más oscuro de lo que debiera, y cuya esencia había cambiado, rebosando muerte.
Pero lo peor eran los gritos de dolor y agonía de los otros espíritus. Se suponía que no podían sentir dolor, que nada podía dañarlos, pero aquellos seres que los habían traído allí los torturaban. Les introducían esa energía tenebrosa en el interior, dañando su esencia, haciéndolos desaparecer poco a poco en una terrible agonía, hasta que su esencia se perdía del todo.
–Maldita sea. Es imposible forzarlo, no se convierten– maldijo una de las voces.
Pikshbxgro odiaba esa voz, pero no podía dejar de oírla incluso si se tapaba los oídos. Y lo mismo les ocurría al resto de los espíritus.
–Puede que Jralon tenga razón y se necesite que la acepten voluntariamente– susurró otra.
–Mmmm. Déjame intentarlo. Con los otros no hemos tenido suerte. A ver si estos...
–Tú mismo. A mí no se me da bien.
Uno de aquellos seres tenebrosos se acercó a ellos, mirándolos uno a uno. Luego empezó a hablar.
–Las hadas os oprimen. Os dejan en el bosque mientras ellas se quedan con el poder y los beneficios. Os dicen que ya creceréis, pero ¿habéis visto a alguno que lo haga? No os dejéis engañar, os usan. Y luego se alimentan de vosotros, haciéndoos creer que vuestros hermanos han ascendido, que han evolucionado. No las creáis. Nosotros podemos liberaros. Podemos daros poder. Esta energía os asusta, pero es por ellas, os han hecho temerla para poder controlaros. No debéis tener miedo, os dará poder, como nos los dio a nosotros.
»Sé que habéis visto a vuestros hermanos sufrir. La liberación es dolorosa cuando no se acepta, cuando no se reniega de la prisión que las hadas han puesto en vuestras almas. Para que seáis débiles. Para que seáis dóciles. Uniros a nosotros y tendréis el poder para oponeros a ellas. Para reclamar vuestro sitio.
Los espíritus no los creyeron. Los temían, pero eso no les hacía renegar de lo que eran, o desconfiar de las hadas. De hecho, incluso alguno de ellos habían presenciado la transformación de un hermano en hada, aunque no la mayoría de ellos, y los pocos que sí no se atrevían a alzar la voz. Aun así, la charla no tuvo éxito, excepto para uno de ellos.
–¡Es cierto! ¡Esas hadas no nos dejan entrar en la mejores zonas! Qué si somos pequeños, que si hemos de crecer, que si hemos de ser unos con el bosque. ¿Cómo lo hago?
Los demás lo miraron con sorpresa e incredulidad, sin entender como podía decir algo así. Los dos seres oscuros sonrieron.
–No tengas miedo y agarra las rejas. Confía en su energía, deja que te llene de poder.
Y mientras Pikshbxgro y los otros espíritus lo miraban con horror, esté avanzó dubitativo hacia las rejas, alargando uno de sus pequeños brazos y tocándolas. Sintió un escalofrío en todo su ser al ser invadido por aquella energía oscura. Pero, a diferencia de los otros, no sintió dolor, sino una extraña euforia. Cogió entonces las rejas con más decisión.
–Ja, ja, ja.
No podía dejar de reír, un risa que a los otros les resultó macabra, aunque no tanto como la transformación, cuando la vida se convirtió en muerte. El aura de su hermano se corrompió, transformándose en la de un ser como los que los aterrorizaban.
–Ja, ja, ja. ¡Esta sensación es maravillosa! ¡Tengo poder! ¡Daré su merecido a esas hadas!
Luego se giró hacia sus antiguos hermanos, mirándolos con desdén.
–No sabéis lo que os perdéis.
Pero ninguno más se vio tentado. Les asustaba demasiado en qué se había convertido.
–Uno. No es mucho, pero mejor que la última vez. ¿Qué hacemos con el resto?– preguntó una voz.
–Ya que los tenemos, sigamos con los experimentos. Seguramente no saquemos nada, pero es divertido. Quizás el nuevo quiera probarlo, ¿verdad?
–Sí, sí. Oír como gritan es delicioso. Es su culpa por no querer aceptar la verdad– asintió este, con una malvada mueca en su rostro.
El resto de espíritus se asustó más aún, si es que era posible, pero no podían escapar. Estaban atrapados en sus jaulas, obligados a flotar para no tocar las rejas.
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Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druida
FantasyCuando muere de una grave enfermedad, aún recuerda a sus amigos de un MMORPG que jugó años atrás, y a un NPC que ha permanecido en su corazón desde entonces. Pero cuando vuelve a abrir los ojos, se encuentra en la solitaria plaza que había sido el i...