Capítulo único

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La noche era en suma estrellada, fuertemente adornada con la divinidad de los luceros que salían a acompañar la magnificencia de la luna. Y, en medio de tal espectáculo, solo había una persona admirando. Ese era NamJoon, un alfa de veintinueve años que no paraba de asociar las brillantes estrellas con los ojos grandes y luminosos del que alguna vez fue su omega.

Aún podía sentir el delicioso aroma dulzón del contrario en su ser. La estruendosa risa ajena se había grabado con fuerza en su mente, provocando que la ausencia doliera más por cada día de soledad.

NamJoon se culpaba semana tras semana por la pérdida de aquel joven que siempre ha amado desde que lo conoció, desde el momento en el que su lobo dictaminó que ese era su destinado. No hay instante en el que su animal interior no se apague por ya no contar con su omega, con Kim SeokJin.

—Jinnie, te extraño demasiado— le dijo a la luna; su voz entrecortada y sus ojos enrojecidos por el llanto reciente. Toda esa situación le partía el corazón. Dolor físico y emocional.

El moreno y Jin se habían conocido cuando el primero tenía veinte años, en una de las fiestas auspiciadas por uno de sus amigos en común, Park JiMin. La conexión fue inminente, y solo bastó con notar la atracción para que Nam se prometiera nunca dejar ir a ese hombre de cabello rubio, rasgos hermosos y labios dignos de ser besados sin descanso. Aún recordaba la voz suave y la piel tersa en su mano cuando le saludó por primera vez. Rememora la manera en la que su destinado batió sus pestañas en un claro gesto de coqueteo que le resultó altamente encantador.

Comenzaron su charla de la forma más sencilla posible: halagándose mutuamente. "Me gustan tus hoyuelos" había dicho el de tez blanca, a lo que Nam respondió aceptando que a él le gustaban los labios del otro.

Su promesa de no perder a Jin se mantuvo en pie durante mucho tiempo en el que se dieron la libertad de oficializar su relación, de viajar por Corea e incluso visitar otros países como Francia y Japón, de vivir experiencias inigualables donde solo ellos eran los protagonistas, y de consolidar su unión mediante la creación del lazo.

Una lágrima descendió lento por las mejillas de Joon al traer ese recuerdo en el que su lobo y su alma como tal se llenaron de júbilo al insertar de manera precisa sus colmillos en la piel de Jin mientras sus cuerpos tocaban la gloria luego del constante extasis producido por la faena de el celo del omega; situación en la que su cercanía se reforzó como nunca. Y es que, gracias a ello, se convirtieron en tal para cual, en alfa y omega, en una pareja consolidada.

—Jin, sé que he sido muy insistente, pero necesito hablar contigo una última vez. Esto te lo ruego, por favor. Ha pasado demasiado, pero es difícil olvidarte.— suplicó el moreno mientras el correo de voz se cerraba. Una nueva llamada rechazada.

La luna y las estrellas continuaban siendo las espectadoras del estado tan deplorable de Nam, quien frente a ellas creía volver a llorar al no recibir señal de su amor sino puras y meras evasivas.

Dolía tanto.

Lo peor del caso es la razón que los llevó a esa situación.

El alfa siguió observando el panorama mientras para sí mismo hablaba:

—Si tan solo pudiese regresar el tiempo y evitar sucumbir ante las malas tentaciones. De verdad que fui un idiota, Jinnie. Y no falte únicamente a mi palabra sino que lastimé tus sentimientos, te hice llorar.

« Mi omega, no sabes cuánto deseo no haber hecho caso a las invitaciones de esa beta que alguna vez fue mi pareja. Me odio por haber pensado que se trataría de un encuentro amistoso y, aún así, de haber permitido que la cosa avanzara hasta el punto de engañar tu confianza.

Jin, donde quiera que estés, por favor; contesta a los llamados. Nuestro lazo está tenso y es obvia la razón, pero ya hace tres años te fuiste sin dejar rastro y no paro de pensar en tu bienestar, en la forma de arreglar lo que he estropeado.

Sé que quizá me veré estúpido haciendo lo siguiente, pero cuando era un niño, un amigo llamado JungKook me decía que los deseos pedidos a la luna eran los que convincentemente se cumplían sin importar qué, así que, Madre Luna, te imploro que Jin vuelva o que al menos dé una señal de vida. Además, no ansío ser exigente, pero doy lo que sea para que regrese a mis brazos y luchemos en ser lo de antes o incluso mejor. Quiero redimir mis errores y ofrecerle a Jin más de lo que alguna vez prometí.

De todo corazón, Madre Luna, haz que mi omega retorne y me conceda la oportunidad de amarlo como se debe. »

NamJoon concluyó su pedido con los ojos cerrados y sus manos agarradas entre sí en modo de súplica.

Poco a poco fue descendiendo hasta quedar en cuclillas con su rostro decaído y mirando hacia el suelo. La brisa fría caló en su cuerpo y enseguida cayó en cuenta en su realidad, en lo ridículo de realizar peticiones a un ser abstracto.

Y lloró.

Lloró como un bebé que necesita alimento, como una persona que pierde a su madre, como alguien frustrado al no cumplir sus metas; solo que él lloraba porque había perdido al amor de su vida, a su otra parte, a su omega. Y no había nada que lo trajera de vuelta. No había nada qué hacer al respecto.

Cada minuto de sufrimiento se asemejaba a un largo lapso. Tortuoso e incierto.

—Jinnie, perdón, perdóname, mi chico hermoso— fue lo último que dijo antes de colapsar.

Su corazón comenzó a doler con intensidad, tal como le sucedía cada ocasión que la falta del ausente era más notable. Un dolor de cabeza punzante golpeó su estabilidad y de repente se vio tumbado en el piso, con su cuerpo débil y su vista nublada. Su lobo aulló desgarrador, como si aquel acto fuera el último de su vida; entonces se asustó, se abrumó y una punzada con fuerza estridente atravesó su sistema.

La Madre Luna le había concedido su deseo y le había mandado una señal acerca de su conexión con SeokJin.

Era cruel, pero demarcaba la realidad. Y ahora el destino de NamJoon era incierto.

El alfa se quejó con apremio y no supo por dónde pasar sus manos ni dio para localizar un lugar exacto del que se originara el dolor y la desesperación. Acto seguido, un recuento de sus vivencias con Jin surcaron por su mente en forma de flash.

No estaba muriendo; sin embargo, le estaba sucediendo algo muy similar, algo que había acabado hasta la última pizca de esperanza.

Kim SeokJin, el omega de Kim NamJoon, había roto el lazo que los unía.

BROKEN (OS NamJin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora