Capítulo 10

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"Be... Bellatrix" gimió Nellie con voz ahogada mientras la bruja estrechaba su cintura junto a la suya y recorría su cuello entre besos y mordiscos. Le fallaba la respiración, le temblaba todo el cuerpo y sentía oleadas de emociones descontroladas recorriéndola. La bruja le desabrochó el corsé con una sola mano y la acercó a la cama sin despegar la boca de su piel.

-Bella... Por favor, no me hagas daño -susurró.

Al momento la bruja se separó y la miró confundida:

-¿No quieres hacer esto? Si no quieres, dímelo. Soy una asesina y todo lo que quieras, pero jamás he...

-¡No, no! -la interrumpió la muggle de inmediato-. ¡Claro que quiero! Es solo que hace muchos años que no... y con mi marido tampoco es que... Por supuesto que quiero hacerlo contigo, solo que si no te importa ir despacio...

"Claro que no" respondió la bruja con más seguridad de la que sentía. No había ido despacio en toda su existencia, vivía y actuaba siempre como si la persiguiera una manada de dementores. Pero estaba dispuesta a intentarlo por Nellie. Aún así, insistió, no quería que lo hiciese únicamente por complacerla:

-Podemos dejarlo para más adelante, Eleanor, si tú no te sientes...

-¡No, no! -repitió ella nerviosa- ¡Quiero hacerlo ahora, quiero desde que te conocí! Y llámame Nellie, por fa.

Para corroborar sus palabras, abrazó por la cintura a Bellatrix y la besó con ganas y necesidad. La morena le pasó los brazos por el cuello y no hicieron falta más palabras. Su compañera la empujó a la cama y la slytherin aprovechó para desabrocharle el vestido y sacárselo por los hombros. Dedicó un rato a observarla, era perfecta, ¿cómo era posible que habiendo estado con tantas brujas de sangre pura esa muggle despertara un deseo animal que no había sentido jamás? Y ojalá fuese solo el impulso carnal... Nacía en ella también un deseo de protegerla y cuidarla que la hacía odiarse a sí misma.

-Si algo no te gusta o te sientes incomoda me avisas, ¿de acuerdo, mi pequeña muggle?

Nellie sonrió y asintió. La bruja, sin dejar de contemplarla, le acarició la espalda para relajarla. Ver cómo los ojos de la temida mortífaga recorrían su cuerpo con indudable deseo aumentó bastante su seguridad. Por fin alguien apreciaba su ropa interior; en esa ocasión de encaje en rojo oscuro con pequeños lazos laterales. Se desabrochó el sujetador y se lo quitó con lentitud. ¡Y vaya si la bruja lo supo apreciar! "Joder...", murmuró sin ser capaz de apartar los ojos de aquellos enormes pechos que hacían un contraste maravilloso con su estrecha cintura, "Cómo te odio, muggle molesta, estás más buena que yo". La castaña rió aunque no estuviera de acuerdo y se inclinó para besarla. Bellatrix respondió acariciándole el muslo y perdiéndose en sus suaves gemidos.

Con lentitud, la slytherin deslizó las manos hacia sus pechos y empezó a masajearlos trazando círculos sin dejar de besarla. "No sabes cuánto tiempo llevaba deseando sobarte las tetas" susurró en su oído. La locuaz pastelera hubiese querido responder algo como que por qué diablos habían esperando tanto entonces; parecía sencillo, su escote solía estar bastante a la vista... Pero solo fue capaz de gimotear más. La morena interpretó que la respuesta era positiva, así que la giró para quedar encima y se sentó sobre su cintura. Nellie la miró con el ceño fruncido y protestó al ver que llevaba aún toda la ropa:

-Estás muy vestida.

La bruja sonrió, sacó la daga de su cintura y la dejó junto a su varita en la mesilla.

-Entonces desnúdame, Nellie -la alentó con tono seductor.

No necesitó que se lo repitiera dos veces. Le desató el corsé con experiencia y se deshizo después de los lazos traseros de la camisa. Buscó el cierre de la falda y se la sacó también sin problemas. El conjunto de lencería negra de seda hizo que todo su cuerpo sintiera oleadas de lujuria. Y ver cómo el fino sujetador apenas cubría el pecho de la duelista provocó que las bragas de Nellie empezaran a molestarle. "Quítamelo" ordenó la morena. Se apresuró a obedecer pero la bruja la frenó. "¡Eh, eh! Con las manos no" la amonestó todavía sentada sobre sus caderas. Su compañera se sonrojó ligeramente y se incorporó. Le arañó la espalda con suavidad y comprobó con alegría que el cierre era delantero. Hundió su cara en el canalillo -extremadamente profundo y apretado- y comenzó a mordisquear con entusiasmo.

Juntas en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora