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Integra parpadeó ante la nueva confesión, incapaz de comprender la veracidad de esa frase tan simple. Se encontró preguntando un "¿qué?" a pesar de haber oído perfectamente.
—Quiero ser tu compañero.
—¿Por qué? —ahora, esa pregunta tenía más sentido. Ante ella, el hombre frunció el ceño, como si pensara con cuidado su respuesta. Integra esperó, con los latidos de su corazón saltando en un ritmo inusual. Definitivamente no se esperaba ese giro en la situación, pero necesitaba saber, entender por qué alguien como él querría estar cerca suyo, de todas las personas. Sobre todo después de todo lo ocurrido y aun siendo quienes eran.
—Para protegerte.
Las cejas rubias se elevaron con sorpresa. Una amarga sensación de desagrado comenzó a formarse en su estómago ¿protección? ¿desde cuándo necesitaba de alguien que la protegiera? Ella podía cuidarse sola muy bien...pero el recuerdo de su estadía en el zepelín se coló en su ira creciente, aplacándola. Le gustara o no, el alemán la había sacado de ese lugar. En otras palabras: le debía la vida al hombre lobo. Sacudió la cabeza, tratando de despejar sus ideas.
—Éramos enemigos —comenzó, tratando de ordenar todo el tumulto de sucesos—. ¿Qué te hizo cambiar tu concepción sobre mí? —pretendió cortar ahí su discurso a la espera de una respuesta, pero sus dudas simplemente se desbocaron y continuó—. Ustedes, todos ustedes, llegaron aquí en busca de una guerra. Asolaron mi país, mataron a mis hombres; tu comandante trató de matarme...y lo traicionaste. Me salvaste, ¿por qué? ¿qué hay en mi para despertar tu compasión? ¿estás jugando a ser el héroe, o estás cazándome? —sus ojos azules se entrecerraron, dándole una mirada fija. El hombre la había salvado, sí, pero no podía olvidar lo obvio: que era un hombre lobo, y no podía confiarse tan fácil en uno de su especie, menos aún si meses antes estaban en bandos tan opuestos.
Frente a ella, el alemán sostuvo su mirada sin flaquear. Sus ojos claros se clavaron en su rostro mientras ella hablaba.
—Perdí a mi compañera —confesó, ella escuchó atenta a cualquier cambio—, tú perdiste a los tuyos. No había nada más que la muerte para mi en esa guerra, hasta que te vi... Eres una mujer fuerte, no conozco muchas así. Ahora entiendo por qué ellos te querían de ese modo, entiendo la emoción del Mayor al conocerte. No siento compasión por ti —continuó, avanzando un paso. Integra luchó por no retroceder—, sino intriga. Quiero conocerte, Integra Hellsing. Todo lo que pueda.
La cabeza rubia se movió, tratando de entender todo el asunto.
—Eso es absurdo —argumentó—. No hay nada en mí que pueda interesarte.
La respuesta resbaló de inmediato, clara y concisa, golpeándola como una bola desprevenida.
—Todo. Me interesa todo de ti.
El nudo en su estómago se removió por razones más allá de la simple ira.
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—Necesitas calmarte, mignonette —la figura del mercenario soltó, elevándose fuera de su compañera—. Esa fotografía solo puede afirmar lo que ya te dije.
Pero Seras no parecía convencida. Encontrar una foto de su señora entre las pertenencias del hombre lobo solo había exacerbado sus sospechas y sentido de alerta, ¿por qué razón el alemán tendría algo así en su poder? Si Pip tenía razón y había sido Walter quién se la proporcionara ¿cuál era el fin de eso? ¿se la habría robado al shinigami o éste la llevaba con otras intenciones? Podrían haber estado planeando algo contra la líder, algo peligroso...pero Walter ya no estaba y tampoco los alemanes, nadie salvo el lobo, ¿de qué le serviría matarla ahora, si es que ese era el plan? En un escenario tan confuso, la teoría de Pip tomaba cada vez más fuerza.
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El lobo de lady Hellsing
ФанфикLas cosas no han ido bien para la líder de Hellsing, Millennium acabó con todo: su casa, sus soldados, su mayordomo, sus vampiros... pero es allí -encerrada en una de las celdas del zeppelin- donde encontrará a alguien dispuesto a ocupar el lugar d...