Tiempo después, Printemps dejó de ir a la escuela.
Printemps iba a la misma banquita de madera, del mismo parque, todos los días; se sentaba a observar y pensar. Siempre sola.
Un día, Printemps conoció a Charlie.
Charlie estaba sentado en la banquita de Printemps; ella se acercó. Charlie tocaba la guitarra como nadie más podía hacerlo.
Una sola mirada bastó para que Printemps se diera cuenta de que aquel chico era profundo.
Printemps le pidió a Charlie que tocase algo para ella. Así lo hizo, y Printemps comenzó a cantar en francés.
Cuando Charlie terminó de tocar, Printemps se sentó más cerca y lo besó.
Por supuesto, Charlie la siguió; Charlie la besaba lento y sin prisa, Printemps sólo podía pensar que era igual de tranquilo cuando tocaba guitarra.
Charlie de vez en cuando se separaba y la admiraba, como si Printemps fuera lo más bonito del mundo.
Aquel músico la besaba con tanta delicadeza, que la propia Printemps se sentía frágil.
Pero ese momento sólo duró un par de canciones, porque a Printemps no le gustaba sentirse frágil.
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Los besos de Printemps
RomanceÉsta es la historia de los besos en la vida de Printemps; no de Printemps.