El espíritu atrapado (II)

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El nuevo espíritu corrompido era especialmente cruel. Ya había torturado a dos de sus hermanos hasta la muerte, poco a poco, haciéndolos sufrir y disfrutando del dolor que ocasionaba.

–¿Quién será el siguiente?– preguntó burlonamente.

Encogidos en sus cajas y temblando, los espíritus sobrevivientes ni siquiera se atrevían mirar, siendo Pikshbxgro uno de ellos. No tenían el coraje para enfrentarse a sus miedos, eran demasiado jóvenes, inocentes e inexpertos. Su único trabajo había sido recorrer y jugar en el bosque.

De repente, Pikshbxgro sintió como su jaula se movía. Entró en pánico, moviéndose frenéticamente para evitar ser alcanzado por las rejas.

–Ja, ja, ja. Es tan divertido veros bailar– lo ridiculizó el espíritu corrompido –. Tú serás el siguiente.

El joven espíritu no sabía qué hacer. En aquella situación, ni siquiera era capaz de pensar, el pánico se había adueñado de él. Lo único que entendía era que su fin se acercaba, un fin terriblemente cruel.

De repente, se escucharon ruidos y su carcelero soltó su prisión, que quedó flotando donde estaba.

–Maldita sea. ¿Qué pasa ahora?– maldijo éste.

Poco después, apareció el oso corrompido que debía vigilar la entrada, impactando aparatosamente contra el suelo.

Inmediatamente, un felino apareció, abalanzándose sobre el oso. A todos los espíritus les brillaron los ojos. Era la primera vez que veían un ser vivo en muchas semanas.

Varias flechas impactaron en el oso mientras éste luchaba con el felino, no tardando en ser sometido y desaparecer. Ver su alma siendo liberada hizo sonreír levemente a los espíritus, que observaban con atención a la felina.

Está se giró hacia la entrada, acercándose a una elfa de pelo rubio y ojos azules que emergió del túnel. Su perfil era algo difuso, pues era una visitante, pero mucho más claro que otros con los que se habían encontrado en el pasado. Empuñaba un arco que les pareció increíblemente hermoso, no sólo porque parecía estar hecho de plantas, sino porque emanaba una energía agradable y cálida, la de la propia naturaleza.

El espíritu corrompido se movía alrededor de ella, indignado, deseando atacarla, pero sin atreverse a acercarse. No sólo era incapaz de hacer daño a un ser vivo por sí solo, sino que el aura que emanaba de aquel arco, la armadura y la propia elfa lo repelían.

–Hay algo extraño aquí– dijo la elfa en voz alta.

Parecía que podía percibir al espíritu corrompido, pero no verlo claramente. Frunció el ceño un momento, antes de que una columna de luz blanca surgiera alrededor de ella, procedente de un hechizo llamado Pilar de Luz.

El hechizo alcanzó a ésta y a la felina, pero no les hizo ningún daño. Sin embargo, no fue lo mismo para el confiado espíritu corrompido. El poder purificador de aquella luz era su némesis, uno de las pocos poderes que podían dañarlo y enviarlo a la nada.

Desapareció sin dejar rastro, sin ni siquiera poder maldecir la mala suerte de ser alcanzado por un hechizo en área cuando ni siquiera lo podían ver.

–¿Qué es esto?– se preguntó la elfa, acercándose a la celda de Pikshbxgro.

La elfa podía ver la celda, pero el interior era borroso, no podía distinguir al espíritu. Acercó la manó, queriendo tocarla, pero no tardó en retirarla.

–Es muy... desagradable– se quejó.

Empuñó entonces la daga, queriendo inspeccionarla con ésta, pero el arma simplemente atravesaba las rejas de la pequeña jaula.

Frunció el ceño de nuevo y se miró con la felina. Luego pasó una mano sobre la daga, imbuyéndola con una aura que al espíritu le resultaba tan agradable como aquel Pilar de Luz que había aparecido antes.

Volvió entonces a probar las rejas con la daga, ahora con Toque Purificador, siendo el resultado bien distinto. Las rejas se difuminaban al contactar con la daga, pues eran purificadas por ésta. Pronto, una de las paredes había desaparecido.

De repente, la presencia que había en la jaula se abalanzó sobre la elfa, sin que ésta pudiera ver claramente que estaba pasando. Sin embargo, algo la tocaba, podía sentirlo, a pesar de no estar allí físicamente, a pesar de estar viéndolo desde una pantalla de ordenador. Lo atribuyó simplemente a estar inmersa en el juego, sin ni siquiera darle importancia.

Poco a poco, la figura se fue perfilando, como si fuera un boceto al que se le va dando forma. Y no tardó la elfa en distinguir la figura del espíritu, que lloraba abrazado a ella.

–¿Quién eres?– le preguntó curiosa.

–Soy Pikshbxgro– respondió éste, mirándola con sus ojos transparentes.

–Hola Pikgro. Yo soy Goldmi. ¿Sabes que está pasando aquí?– preguntó ésta.

–Los malos nos encerraron. Quieren hacernos cosas malas. Omi, tienes que soltar a los hermanos. Si usas la columna de luz será perfecto. A nosotros no nos hace daño.

La elfa no dudó, ya fuera porque confiaba en el espíritu o porque lo entendía como una misión del juego. Uso Pilar de Luz junto a las otras jaulas, que desaparecieron, siendo las presencias que salían de allí apenas visibles para la elfa. Solo podía ver a Pikshbxgro.

Salieron de la cueva detrás de la elfa, pues temían encontrarse con otros de los seres corrompidos. Y, cuando llegaron a la salida, se encontraron con una terrible escena.

Las hadas con las que había venido la elfa estaban fuera. Habían derrotado a los otros seres corrompidos en cuanto habían aparecido, pero, antes de caer, estos habían lanzado una piedra oscura, de la que emanaba una sustancia que estaba dañando el bosque.

Éstas no tenían suficiente poder para contenerla, y los espíritus recién llegados lo miraban angustiados. Incluso el Pilar de Luz de Goldmi resultaba insuficiente, al igual que sus Muros Naturales y otros hechizos.

–Pikshbxgro puede ayudar a Omi– se ofreció de pronto Pikshbxgro.

La elfa lo miró y no dudó en asentir. El espíritu se acercó, y fue entonces cuando sus almas se sincronizaron y sintió una comunión con la naturaleza, una sensación que olvidaría poco después, pero cuyo difuso recuerdo la acompañaría durante mucho tiempo.

Unió al esfuerzo de las hadas las poderosas fuerzas de la selva para combatir aquel poder que los amenazaba. Esas fuerzas no podían ser invocados en su totalidad sin la comunión de un espíritu y un ser de carne.

No fue fácil. Muchas plantas se sacrificaron voluntariamente para detener y purificar aquella amenaza, que, de dejarse suelto, podría ocasionar un daño devastador. Finalmente, contenido, varios Pilares de Luz acabaron de purificar el corazón de aquel mal, descubriendo una enorme gema que había sido robada y corrompida tiempo atrás.

La elfa no dudó en devolverla a las hadas, a pesar de su valor. Debido a ese gesto, el hecho de haber obtenido el reconocimiento de un espíritu, y el haber ayudado a salvar la selva, fue reconocida como Amiga de las Hadas.

Y, dado que desde entonces las hadas la consideraron como a una hermana, y los espíritus se consideran los hijos de las hadas, no tardó en ser llamada tía Omi.

Aquel título no le aportó nada, a excepción de ser capaz de ver a los espíritus, en especial a Pikshbxgro, que aparecía cada vez que la elfa andaba por su zona, en el juego, ya fuera para jugar o simplemente para estar con ella.

Cuando los visitantes desaparecieron, el espíritu sintió un profundo vacío y tristeza, pues creyó que jamás volvería a verla. Hasta que apareció de nuevo, para salvarlos a él y los "uncuerno".

Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora