Hace mucho tiempo había perdido la esperanza en la humanidad, no hacía falta presenciar el rápido declive de la pequeña sociedad que habían formado en aquella tienda, para comprobarlo, ni siquiera había pasado una semana desde el descenso de la niebla y todo era caótico; una mezcla de pánico colectivo y fanatismo religioso los había obligado a dejar la débil seguridad del recinto y enfrentarse a una huida incierta, sin siquiera acarrear unas cuantas provisiones.
Ahora también había perdido la esperanza en la vida, cuando el motor de su vieja Land Cruiser bombeó la última gota de combustible en el estanque, dejándolos varados en medio de la nada.
Una vez que la negación abrió paso a la desolación, fueron capaces de escuchar lo que se ocultaba en el vasto silencio; intermitentemente, un ritmo predecible y profundo acarreaba los más temibles horrores, imposibles de imaginar. Podían saber que algo merodeaba en los alrededores, podrían estimar erróneamente su inmensa extensión, pero eran incapaces de verlos a través del denso vacío.
El pánico lentamente invadiendo la razón.
— Al menos lo intentamos - soltó Viktor, rompiendo el silencio con una sonrisa incrédula, envuelta en falsa calma, mientras se acomodaba en el asiento trasero.
— Nadie podría decir lo contrario — respondió Yuuri tomándole la mano, una mueca vacilando en sus labios.
El rubio lo miró fijamente desde el asiento del copiloto, pero fue incapaz de interpretar lo que sus ojos verdes reflejaban. — ¿Y ahora qué hacemos, Otabek?
Repentinamente sintió las miradas de sus compañeros sobre él, todos esperaban su respuesta... una solución. ¿Pero qué más podría hacer? Lo habían intentado todo, no tenían comida, combustible, ni salvación. Habían avanzado cientos de kilómetros y la niebla
seguía acechándolos. Tal vez ni siquiera había un final.
Lo intentaron y fallaron.
Probablemente la humanidad estaba condenada... ellos no serían la excepción.
El hierro pesado en su mano, abrió el tambor y enumeró la última esperanza.
— Quedan tres... - su voz se quebró, por primera vez desde el comienzo de esa pesadilla. Había logrado mantenerse firme, incluso había tratado de guiar a los demás, mantenerlos tranquilos demostrando su calma.
La actuación había acabado.
— Pero somos cuatro... - el rubio remeció su hombro con desesperación, su mirada llena de incredulidad - ¡somos cuatro, falta una!
— Me las arreglaré. - fueron las únicas palabras que logró reunir, la fuerza se había agotado.
Compuso su rostro, tratando de mantener una imagen de tranquilidad, para observarlos uno a uno.
Sabía que eran su responsabilidad y que debía hacer algo al respecto. Él los había guiado hasta ese lugar sin esperanzas, él los sacaría de ahí.
Cerró los ojos.
Tomó una bocanada de aire y miró a su derecha, ahí estaba el hombre al que había amado durante los último 6 años de su vida.
Jaló el gatillo.
Volvió respirar.
Los dos desconocidos que habían sido sus amigos en los últimos días.
Disparó las dos últimas balas del revólver calibre treinta y dos.
Todo había acabado.
Sintió su pecho desgarrarse, ni siquiera era capaz de comprender que era él quien emitía esos alaridos que retumbaban en su cabeza.
Sus ojos borrosos, la consciencia escapando de su cabeza.
Solo podía sentir el dolor.
No sabía cuánto tiempo había pasado sentado dentro del auto, solo sabía que era incapaz de sentir el temor. Como pudo se arrastró fuera de la camioneta y comenzó a golpearla, primero con la mano, luego siguió pateándola rítmicamente.
- ¡VAMOS! - repitió insistentemente, con todas sus fuerzas, pero ninguna de esas alimañas apareció.
Caminó unos pasos y fue capaz de oírlo.
Un ruido sordo y rítmico rompió el trance. Podía sentirlo acercándose, aunque el tamaño de la criatura parecía no ser tan grande como las entidades que los habían acechado durante su viaje.
Siguió avanzando hacia ella con pasos firmes, hasta que pudo verla con claridad.
— No...
Fue lo último que pudo decir, antes de caer rendido en mitad del camino.
Su cuerpo era incapaz de moverse por sí mismo, por más que escuchara las instrucciones de los militares, sus músculos no respondían y su cerebro era incapaz de procesar cualquier estímulo que no fuera nocivo.
Dos marines descendieron de uno de los M1 Abrams, para arrastrarlo hasta un camión de refugiados.
La niebla se disipaba tras la marcha de la escuadra.
Todo había sido en vano.
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Hola~
Como había comentado, esta historia participó del BekaKing Fest organizado por Aquelarre Channel, por lo que fue convertida en un mini podfic, con un gran trabajo de edición y animación de efectos para el video (que se encuentra en Youtube, en el canal de Aquelarre Channel). Aprovecharé de agradecer a las chicas del aquelarre por su gran trabajo con todos los minifics y los podfics que formaron parte del evento, y especialmente por permitirme participar con las dos historias que envié.
Y a quienes hayan entrado aquí, muchas gracias por leer. Si les agradó, espero que puedan pasar a ver el mini podfic narrado y animado por Aquelarre Channel aquí: https://youtu.be/C1P5pHBNyM8
Y agradecimientos especiales a @Leiyedeth por hacerme esta portada (como siempre).
Saludos cordiales.
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No Return
FanfictionMinific participante del BekaKing Fest de Aquelarre Channel, basado en el libro The Mist de Stephen King. Si no conoces Aquelarre Channel o no oíste hablar del BekaKing Fest, recomiendo que pasen a darse una vuelta al canal: https://www.youtube.com...