El nacimiento de Pablo Funes había sido predicho hace mucho tiempo, incluso antes de que la humanidad aprendiera a hablar.
La urgencia con la que las primeras tribus dispersas de cazadores y recolectores buscaron comprobar lo que todos parecían saber desde hace mucho tiempo fue lo que ultimadamente motivó a que se reunieran en comunidades sedentarias y el deseo de registrar este fenómeno para futuras generaciones fue lo que dió inicio a la escritura.
Los primeros templos y sacerdotes se habían formado alrededor del mito lejano de su nombre, ignorando si le rezaban a un hombre o a un dios.
Los primeros filósofos y pensadores comenzaron a problematizar este conocimiento común y a ofrecer explicaciones al respecto. Muchos, o al menos los más optimistas,coincidieron que Pablo Funes no sería más que un ser humano común y corriente que quizá en el mejor de los casos algún día caminaría por la Tierra, pero otros más escépticos supusieron que el dato que tenían de su persona bien podría ser un implante externo, un conocimiento primordial heredado al que ya no tenían que prestarle atención. Saber que una persona va a nacer es ridículo, tal vez ya había nacido y el conocimiento que tuvieron de ello nunca se fué. A raíz de esta controversia muchas ramas de la investigación fueron dedicadas a su estudio y se crearon las bases para la idealización del método científico.
Como en este mundo nunca existió una figura que dividiera la historia tal como Jesucristo Nuestro Señor y Salvador Misericordioso lo hizo con nuestra realidad, la revolución científica se produjo antes saltándose la edad media y dando por lo tanto un inicio temprano a la industria, un capitalismo floreciente y una democracia joven y llena de expectativas para el futuro.
A esta época de auge económico global donde se formaron varios países industrializados le sucedieron dos guerras mundiales producto de la sobreproducción y el desempleo creado durante estas épocas, luego de las cuales le siguió una carrera armamentística que impulsó el uso de nuevas tecnologías y una era espacial.
Unos treinta años después estas condiciones darían forma a un mundo muy similar al nuestro, con smartphones, internet, memes y el cambio climático a la vuelta de la esquina.
Casi 12000 años después de que los humanos hayan construído el primer templo en su nombre, una pareja de Costa Blanca tuvo a Pablo Funes en una sala de urgencias a lastres de la mañana un 25 de septiembre del año 12523, que sería nuestro 1998.
Los doctores y enfermeras que asistieron el parto no lo podían creer.
A la hora las camionetas de todos los medios de comunicación de la ciudad rodeaban el hospital y los reporteros se aglutinaban en la puerta de la guardia buscando como entrar.
Algunos lugareños se reunieron con pancartas que le daban la bienvenida mientras que una masa igualmente numerosa repudiaba el encuentro.
El gobernador en persona fue a ver al niño, que casi tuvo que pasar por encima del personal médico para lograr entrar a la sala estéril donde se encontraba la madre exhausta y lograr una ansiada fotografía que sirviera para los titulares de mañana.
De más está decir que la internet se encendió con posts, mensajes, memes, tanto que llegó ser primero en tendencia en todas las redes sociales en tiempo record.
Los padres fueron noticia de primera plana tres semanas seguidas. Cada cadena televisiva del planeta quería hacerles una entrevista y durante un mes casi cada canal de Dailymotion les dedicó un video.
De un día para el otro, eran la familia más famosa del mundo, y eso desencadenó fuerzas inesperadas a la vez positivas y negativas. La opinión pública estaba muy dividida.
Por un lado estaban los que celebraban la llegada de Pablo y respondieron a su alumbramiento enviando a los padres toda clase de regalos desde pañales, biberones, juguetes,ropa de bebé, donaciones, cartas de fans, reservas en las mejores instituciones educativas y kindergartens, peticiones de universidades y centros de investigación para hacerle estudios especiales al infante, bendiciones de autoridades religiosas, y hasta invitaciones a cruceros y lugares turísticos.
Incluso la presidenta del país sostuvo el bebé posando para las cámaras como si se tratase de la abuela.
Mientras que por el otro lado estaban las quejumbrosas turbas de twitter que aprovechaban el anonimato para descargar sus frustraciones sobre las últimas fotos del bebé: "ni siquiera estan lindo", "¿12 siglos de espera para esto?", y los líderes de otros países que miraban con disimulado recelo el que el bebé no haya nacido en sus propios territorios que creían más apropiados para su crianza, su educación y no olvidemos la conveniente explotación de su imágen.
Los negacionistas se arrejuntan para decir que Pablo no era necesario en la actualidad, que no podía nacer en momento más inoportuno, que desviaba la atención de otros problemas más graves, que este niño bien podría ser un farsante más de los millones que han aparecido proclamando que su hijo es Pablo Funes, o que su presencia llevaría sin duda a la ruina a las religiones que se han formado alrededor del mito de su persona que durante milenios habían formado doctrinas, erigido reglas morales,celebrado fechas especiales de culto y adoración, reunido dinero delos feligreses y establecido beneficencias en honor de su ídolo.
Los padres tuvieron extremo cuidado de estos últimos puesto que el nacimiento había iniciado entre los grupos religiosos más fanáticos células radicalizadas que buscaban usar al bebé con fines políticos, aún si hiciera falta secuestrarlo para tal fin.
La situación respecto a la seguridad del bebé determinó que ambos padres convocaran una conferencia de prensa solo un año después del nacimiento de Pablo pidiendo que le permitieran al pequeño crecer como una persona normal, que en este momento no era posible saber porqué era conocido por todos pero que lo sabrían en cuanto se desarrollara.
Pablo tuvo lo más parecido a una vida común y corriente después de eso.
Fue a la escuela, jugó con sus amigos, se fue de vacaciones y quince años después se convirtió en un adulto con trabajo de oficinista en una empresa de soluciones cibernéticas.Y eso fue todo. Básicamente.
Pablo era un chico común y corriente.No tenía idea de por qué todo el mundo lo conocía y al tiempo el mundo dejó de preguntárselo solo volviendo a ser noticia cuando algo significativo pasaba con él, como cuando empezó a caminar, o cuando dijo sus primeras palabras, o cuando se sometió a otros estudios médicos y científicos para averigûar si había algo especial en él, pero no. Era en todo sentido el chico más común que pudiera existir. No era ni muy tonto ni muy astuto. Ni muy débil ni muy fuerte. Corporalmente sano pero no invulnerable ante las enfermedades.
Al crecer y hacerse de una mente pensante reveló que no tenía inclinaciones particulares. No era unapersona política, ni un religioso, ni un activista, ni un conservador. No se inclinaba a favor de ninguna disciplina, doctrina o teoría. Solo quería vivir en paz y que no lo molesten.Fue, para una gran parte de la humanidad, una brutal e insalvable decepción, y para el resto un cheque en blanco para decir "Te lo dije...".
Nada más pasó desde entonces. Todos siguieron con sus vidas, salvo algunas religiones del mundo que al encontrar que su tan esperado Mesías no era más que un hombre promedio fueron cayendo y desaparecieron. Algunas lo siguen esperando, se mantuvieron alegando que él no era el verdadero Pablo De modo que no tenían por qué escucharlo. La obstinación humana,supongo.
El único que más o menos está feliz con su propia existencia es el mismísimo Pablo el cual terminó mudándose de Costa Blanca para vivir en un pueblo más apartado, al sur de Polinara.
La gente lo saluda por la calle, no solo porque lo conozcan como el resto del mundo, sino porque es un buen y pacífico vecino, de pocas palabras pero de buen corazón. Y sin importar lo que el mundo piense, él vive y deja vivir.
Si me preguntan, quizá es por eso que nadie se lo puede sacar de la cabeza.
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El Conocido
RandomPablo Funes es conocido en todo el mundo desde los hombres de las cavernas hasta la actualidad. En este cuento corto se explora lo que es ser el humano más famoso de la historia del planeta.