El Destino Sí Existe

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                                                           Prólogo

Siempre he pensado que el destino sí existe.

Comenzaba un año nuevo para todo el mundo. 

Me decía a mí mismo con una sonrisa en los labios. 

El decir “Feliz Año Nuevo”, con la típica canción “Falta cinco para las 12”,  era algo que ya me sacaba de quicio. 

De hecho, una vez no dirigí la palabra a ningún ser querido aquella noche. 

Quería estar solo. 

¿Tenía un año nuevo cargado de desilusiones o emociones?

¿Conoceré a alguien especial este año?

Esas eran mis preguntas más frecuentes a cada año nuevo. Esto pensaba cada vez que los fuegos artificiales hacían explosión faltando cinco minutos para la medianoche, para dar paso, a un nuevo ciclo de sueños, ilusiones, deseos, amores nuevos, etc. Y todo lo que una persona normal pensaría…

                                                               Capítulo 1

                                                           Un Nuevo Año

Soy un adolescente común y corriente, el típico joven que era “antisocial”, no me gustaba hablar con personas nuevas. Este era mi caso hasta hace un año, que luego de escapar del sistema “Subvencionado Privado”, me sentía más libre, y al mismo tiempo, sintiendo un libre albedrío corriendo por mi ser. 

Comenzaba un nuevo ciclo escolar, ya cursaba el Primer Año de la Media, y no podía acceder a desaprovechar ninguna clase para aprobar todas las materias. Este año mi madre decidió cambiarme de colegio, por motivos económicos, me decía que nuestra economía ya no sería lo mismo que antes, debido a que mi madre tenía que pagar bastante dinero cada mes y por tres años por nuestra nueva casa. Al principio no accedí, pero, pude comprender el pesar de mi madre y yo, la consentía, y al fin y al cabo, accedí.

Al principio mi madre me dijo que buscaría Colegio Nacional que fuese bastante bueno, o por lo menos que fuese una institución reconocida. 

Mi madre recorría cada institución para ver que tal eran, pero en la gran mayoría de los colegios ya no había espacio alguno para alumnos nuevos, digo alumnos, porque tengo un hermano menor. 

Y así conforme pasaron los días, mi madre no encontraba un colegio a donde mi hermano y yo estuviésemos alojados. Hasta que un día, como si fuese un milagro caído del cielo, encontró un colegio en el centro mismo de Asunción, cerca de su trabajo para nuestra suerte, porque así podíamos acudir a nuestra madre ante cualquier inconveniente. 

Nuestro “debut” en el nuevo colegio no sería nada sencillo, más para mí, porque mi hermano menor era bastante extrovertido en todo sentido, y en cambio yo, era un joven introvertido, incapaz de entablar conversación ni siquiera con sus compañeros de clase. 

Las vacaciones de verano pasaron volando en un abrir y cerrar de ojos. El descanso que tanto merecía se terminaron tan pronto que necesitaba descansar más, pero no tenía excusa alguna para decirle a mi madre que necesitaba faltar la primera semana o por lo menos los primeros días de clases. 

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⏰ Última actualización: Nov 15, 2014 ⏰

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