Con tus oscuros ojitos mirabas curiosa mi cama. Casi nunca estabas en mi habitación por lo que cada objeto para ti era un misterio. Entraste porque la puerta estaba ligeramente abierta y, a pesar del gran ruido que generaban tus patitas al subir por las escaleras, nadie se percató de tu presencia. Sé perfectamente qué hubieras hecho en los dos casos a continuación: Si yo hubiera seguido durmiendo te quedarías sentadita como una buena niña, mirándome de reojo de vez en cuando pacientemente, todavía agitando tu colita pues sé que para ti es una gran alegría ver a mis padres o a mí. De vez en cuando te acercarías a mi cama e intentarías subir, pero tus pequeñas y cortitas patitas te lo impedirían, pero eso no te frustraría, por lo que volverías al paciente inicio. Por otra parte, si me hubiera despertado, todo tu cuerpo comenzaría a bailar con una felicidad absurdamente infinita y verosímil. Yo, contagiada por tu felicidad, te hubiera llamado para que te acercaras, y una vez a mi alcance, de un salto te subiría a la cama. Revoltosa caminarías a saltitos por la colcha, era terreno ajeno ante tus ojos y no dudarías en explorarlo por completo. Cuando te calmaras y te acercaras a mí, empezaría a acariciar tu cabecita, lo seguría haciendo hasta que, para que mis padres no se dieran cuenta de tu prohibida estancia en mi cama, levantaría el cubrecamas y te escondería por debajo de él. No podría ocultar mis risas al ver que lo único que saldría fuera del tapado era tu pequeña naricita. Pasaría una mano por debajo y comenzaría a acariciar tu lomo, seguías tan inquieta por debajo del cubrecamas que de seguro que en tu otra vida eras una pequeña pulga. Me recostaría a tu lado y cerraría los ojos. Ella me hubiera despertado, pero no me molestaría en absoluto, sino que, con sus tiernos ojitos y su danzante cola, me haría dormir con una gran sonrisa en mis labios.
Eso hubiera pasado, lo sé tan bien porque te he conocido desde hace 4 años. Tal vez para algunos sea poco tiempo, pero para mí, es suficiente para saber cuán feliz te hace nuestra llegada a casa, cuán alegre te pones cuando mi padre se sienta en el sillón y te deja subirte para que él te acaricie y, sobre todo, sé cuales son los problemas que haz vivido a pesar de ser tan inocente y desconocida de ellos. Aun así, nunca haz dejado de mover fervientemente tu colita. Y sé que, si no te hubiera alejado de mí la cruda muerte, ahora podría estar contigo en mi cama, calentitas y adormiladas por los pequeños rayitos de sol de la mañana._______________________________________
Honores a mi hermosa perrita que murió este año por culpa de un ataque :(
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Pequeños Relatos De Una Pequeña Persona
RandomMicro-cuentos sacados de la imaginación de una chica cualquiera. ¿Por qué no le echas un vistazo?