1."Comienza el juego"

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Despierto de golpe, estoy sudando y mi corazón palpita como si corriera un maratón. Miro el reloj de la mesita de noche, son las 2:15 am. Me levanto y me voy directo a la cocina a prepararme un té.

Suspiro aliviada cuando el calor del té entra en mi cuerpo. He vuelto a tener una pesadilla. Una lágrima roda por mi mejilla. ¡Cálmate! Me regaño a mí misma, me seco la lágrima y bebo otro poco de té. Detesto tenerlas pero según el médico son normales debido a la terapia, y mientras no perdone al hijo de puta que me lastimó no dejaré de tenerlas, es ridículo, y odio tener que recordarlas, mi infancia fue dura, recuerdo vagamente las palabras que dijo mi madre cuándo le conté la verdad.

-¡¿Por qué?!-me gritaba-¡Eres una zorra caza-hombres!-me insultaba.

¿Yo lo era? ¿Yo, la que sufrí por el aquel idiota?

Pocas veces recuerdo cuando era feliz con mamá, antes de que me arruinaran la vida, y cuando lo hago me digo a mí misma: soy fuerte, soy una guerrera, no soy lo que mamá pensaba, soy más que eso.

Regreso a mi habitación y veo el reloj, tres de la mañana. Me acomodo en la cama y cierro los ojos intentando conciliar el sueño, a las 8:30 am tengo una entrevista.

**

Conduzco mi automóvil por la I-2, mi entrevista comenzará en 45 minutos. Me dirijo hacia la "Lynch Inc." Mi próximo reto se encuentra ahí. Ya lo he estudiado perfectamente.

Mark Lynch. Tiene 56 años pero aún se mantiene en forma, tiene negociaciones en el norte del país e incluso algunos países europeos. Su esposa Stormie Lynch tiene unos cuarenta y pocos, es agente de viajes y es muy solidaria. Tienen tres hijos, dos varones y una chica que al parecer se encuentra en Italia, el mayor maneja la empresa de la familia en Inglaterra, y del más joven puedo decir que se encuentra viviendo en Colorado e ignora el manejar el negocio familiar.

Veinte minutos más tarde aguardo en la sala de espera aguardando que el Sr. Lynch me atienda. Llevo mi falda cuadrada gris hasta la altura de las rodillas, una camisa de botones blanca con los dos primeros botones desabrochados y mi saco gris que hace juego con mis zapatos de tacón negro.

-Ya puede pasar, Srta. Marano-me informa la recepcionista.

Asiento en modo de respuesta y camino hacia el despacho del Sr. Lynch.

-Adelante-dice una voz masculina muy joven pienso yo para un hombre de su edad.

Entro a la gran oficina.

-Por favor, siéntese-me ordena la misma voz que me indicó que pasara. Y ahí me lo encuentro, lleva un fino traje de tres piezas, su cabello de un rubio platinado y sus ojos me miran cautelosos.

Obedezco, y me siento en uno de las sillas frente al Sr. Lynch, lo visualizo, ¿quién es él?

-Disculpe el cambio, pero mi padre se encuentra indispuesto en estos momentos. Espero no le moleste que sea yo, quien la entreviste-dice con una voz seria. ¡Concéntrate! Me riño mentalmente. Vale, no era quien esperaba- ¿Podemos empezar?-asiento. Lynch abre una carpeta, me froto las manos, ¡puedo hacerlo!- Laura Marano...-dice pero su voz es más suave. ¡Basta, Laura!- Veo que tiene la licenciatura en negocios.

-Así es-respondo-. Me gradué en la Universidad de Washington, recibí el título en administración de empresas-digo, aunque eso está en mi currículo que justamente él tiene entre sus manos.

-¿Qué le da por querer integrarse a nuestra corporación?-pregunta sin mirarme.

Llevarte a la ruina, digo en mi mente.

-Ciertamente la empresa Lynch tiene mucho más futuro que otras, sería para mí un privilegio trabajar aquí-le digo con voz convincente-. Considero que podría invertir con las empresas sudamericanas y seria la número uno en todas las empresas de comercialización...-Lynch frunce el ceño ligeramente. Me quedo sin palabras.

-¿Piensa que sería beneficioso volverse más rico?-pregunta Sr. Lynch mirándome

-No se trata del dinero-explico-, me refiero a la inversión, el llegar no solo a Europa si no otras partes del mundo donde puedan ser útiles los productos y que además los utilicen de forma que beneficie al mundo ¿no cree?

-En efecto-responde-. Mi padre solo ha invertido con empresas grandes, ¿Cómo encontrar otra en el sur, que nos beneficie a ambos en el comercio?

-Supongo que, no por ser pequeña no se pueda sacar provecho. La gran mayoría de las empresas que hoy están dentro de las más poderosas de los Estados Unidos hayan tenido todos los recursos en bandeja de plata, ¿o sí?

Lynch me mira pero no dice nada, como si sopesara cada palabra que le digo o al menos pretender que lo hace. Deja la carpeta sobre el escritorio sin dejar de mirarme. ¡Di algo! Le analizo rápidamente; es joven y guapo obviamente. ¿Él te dificultaría tu misión? ¡Por favor! He tratado con tíos mucho peores, pero ciertamente ninguno como él. Quizá tiene unos veinte y pocos.

Puedo con él.

Lynch se levanta de su silla y se acomoda los botones inferiores de su saco.

-Estoy de acuerdo con ese punto que acaba de recalcar, señorita Marano, y sería grato poder trabar con alguien que tenga ese modo de pensar-me extiende su brazo y yo me levanto-. Felicidades-dice y nos estrechamos las manos.

Hay algo diferente en aquel roce de piel, lo noto y sé que él lo ha sentido igual.

Nos quedamos así por unos segundos, con las manos apretadas hasta que alguien abre la puerta de golpe y una voz chillona nos sobresalta, yo retiro mi mano inmediatamente.

-¡Ross!-Una mujer entra, es rubia igual que él, sus ojos son de un azul intenso, su piel bronceada a la perfección deja lucir su vestido de coctel rojo cereza. Ella pasa de mí y se acerca a Lynch.

Él la besa en la mejilla.

-¿Qué estás haciendo por aquí?-pregunta él.

-Tú madre me ha dicho que regresaste de Colorado-dice.

Carraspeo un poco la garganta. ¡Es mi entrevista, joder!

-Tendrá que disculparme señorita Marano-dice Lynch-. Puede pasar con Gretel, la recepcionista, ella le dirá su despacho-continúa. La rubia solo observa con cautela, con sus ojos entrecerrados-. Empieza a partir de mañana. ¿Vamos?-le pregunta a la rubia que responde con una sonrisa fugaz.

Y se marchan de la oficina dejándome sin palabras. ¡Gilipollas! Grito en mi interior. Suspiro y salgo lo más tranquila posible del lugar. Gretel me indica mi área de trabajo-frente a la oficina de Ross-y me marcho de ahí. Enciendo el auto y me dirijo a casa de Raini, mi mejor amiga, ella es la única que conoce mi historia y que a pesar de todo me apoya en mis idioteces. Sin duda alguna ha sido la entrevista más rara de mi vida. Lo haré, será sencillo, como a los demás empresarios, lo podré hacer. Destruir a Ross y a la empresa Lynch.

FALL IN MY GAME Donde viven las historias. Descúbrelo ahora