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—¿Esperas a alguien? —preguntó mi madre, en cuanto escuchamos el timbre retumbar por toda la casa.

—No —respondí, sin tener ni idea de quién podía ser.

Un jueves, a las once y media de la noche, no solíamos recibir visitas. De hecho estábamos los tres en el sofá, viendo la tele; mi madre y yo cubiertas por una manta y mi padre algo apartado porque siempre tenía calor. Juraría que antes de que el timbre sonara, estábamos más dormidos que despiertos.

Por una milésima de seguro pensé que aquello podía tratarse de una visita fugaz de Ana, dado que no nos habíamos podido ver desde el día anterior a la hora de comer. Al parecer, la carga de trabajo había aumentado bastante y era el segundo día que tenía que quedarse en Madrid hasta tarde. Y como yo, ni quería mentir, ni quería contar la verdad a mis padres, habíamos quedado en intentar vernos el viernes, a una hora poco sospechosa. Pero bueno, que la mente de Ana daba muchas vueltas y tal vez se le había ido la pinza y ahora mismo estaba aporreando el timbre con la intención de darme un beso de buenas noches.

—Pero ya voy yo —dije, levantándome del sofá con esfuerzo.

Mientras cruzaba el salón y llegaba al recibidor, mi mente cambió tres veces de opinión, sobre si se iba a tratar de la morena o no.

—¡Miriam! —efectivamente, no se trataba de Ana: era Aitana.

—¿Aitana? —pregunté, mientras mi prima me ahogaba en un abrazo y yo intentaba descifrar qué hacía en mi casa a esas horas.

—¡No te lo vas a creer! ¿Están los tíos? ¡No os lo vais a creer! —corrigió.

—Tira para el salón... —le indiqué, cansada.

Antes de cerrar la puerta, miré hacia la casa de Noe. La ventana de la habitación de Ana estaba iluminada. No tengo muy claro lo que pensé, pero me hubiese encantado estar con ella.

Caminé hacia el salón para llegar al momento en que Aitana, delante del televisor, soltaba la gran noticia.

—¡Que ya tengo trabajo!

—¡No me digas! —aplaudió mi madre, incorporándose. —¡Qué bien cariño, cómo me alegro!

—Anda Aitana, muy bien —sonrió mi padre, levantándose también para abrazar a mi prima. Mientras esperaba que mi madre la soltase, se dirigió a mí, en voz baja. —¿La niña ha venido hasta aquí a estas horas para decirnos eso?

—Yo ya le dije a la tía que Aitana teniendo carnet de conducir y coche podía ser un poco peligrosa —me encogí de hombros y esperé a que Aitana nos contara algo más.

—¿Quieres sentarte? —preguntó mi madre.

—No, si ya me voy, ¿eh? Es que me daba ilusión decíroslo en persona.

—Espero que no te vayas hasta la casa de Efrén también —comenté bromeando, ganándome las risas cómplices de mi padre y una mirada amonestativa por parte de mi madre.

—Bueno, ¿y de dónde te han cogido, Aitana? —preguntó mi madre, seguidamente.

—Es una empresa de diseño que recién está empezando —explicó mi prima. —Hacen branding, packaging, campañas promocionales... Y buscan gente joven que encaje con las ideas de la empresa.

—Eso está genial —reconocí. —Me alegro un montón, Aiti. ¿Es en Madrid?

—Sí —confirmó ella. —Empiezo la semana que viene. Por eso me gustaría hacer una cena el viernes, para celebrar un poco, ya sabes —sonrió mirándome. —Con Nerea y básicamente, Ana y tú... Porque como Alfred y Amaia ya no están —hizo un puchero.

Aún me tienes. QLBEPL2 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora