Capítulo uno: La escuela y la chica "nueva"

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¡BIP!¡BIP!¡BIP!¡BIP!

Abro los ojos y después de un par de minutos luchando para dormir, despierto y para así poder apagar la molesta alarma que interrumpió mi hermoso y magnifico sueño. Primer día de clase... ¡Que mierda de día! No me malentiendan, no odio las clases, pero, ¿quién en su sano juicio querría levantarse temprano? Me paro de mi cama y me empiezo a cambiarme con mi ropa normal hasta que un animal peludo me interrumpe, Clark, mi gato, empieza a morder mi almohada como si fuera su mayor enemigo, parece una pelea de boxeo, la cual mi pobre almohada va perdiendo, antes de que la destroce completamente, agarró al felino y lo sacó de mi cuarto para ir a por mí desayuno. Cuando llego me encuentro a mi madre sirviéndome el desayuno, el cual consistía en cereal con leche y una manzana. Dejo rápidamente al gato en el suelo y voy a comer, mientras tanto mi madre se acerca a mí, me da un beso en la frente y ve la hora con la misma cara de preocupación del primer día.

Debes irte rápido que no quiero que llegues tarde a tu primer día de escuela –dice ella como si pasar a tercer año fuera una gran emoción-

Si mamá no pienso llegar tarde –aunque ni quiero llegar, mejor es comer y ver Netflix a empezar a quedarse dormida en Historia-

Bueno pues apresúrate entonces –dice ella mientras coge su laptop para ya irse- te quedan 5 minutos

Claro ya me voy –digo mientras miró la hora, para variar sigue siendo temprano, mi madre debió decirte quedan veinte minutos o más, ya que es cierto, sé que suele dramatizar el primer día, pero es que a veces es pesada con ello, hubo un año, en el cual que quedaba una hora y ya me estaba votando de la casa. Aun con el tiempo de sobra, me paro a por mí mochila, la cual debo agregar que pesa como ocho ladrillos, me la pongo y empiezo a caminar a la salida. Debería decir algo como estoy emocionada, pero mentiría, el primer día nunca es interesante lo más que me interesa es conocer a mi clase la cual será rebelde, lastimosamente, no es que odie a las rebeldes, pueden hacer cosas muy graciosas, pero aun así a veces son pesados, pero...-

¡Auch! –grita la persona con la que tropecé justo en la entrada del colegio, la miró y veo que, como yo, esta tirada en el piso con todas sus cosas en el suelo, entre ellos, un manga yaoi-

Lo siento –digo yo ayudándola a recoger sus cosas con algo de curiosidad en el manga, ¡no me considero fujoshi!, pero nunca vi uno y...-

¡NO TOQUES ESO! –grita la otra chica, arrebatándome el manga de mis manos, seguro no quiere que lo vea, ya que en la portada dice más 18 bien grande-

Sé que es –digo devolviéndole el resto de sus cosas- no te preocupes

¿Tú también los lees? –pregunta la chica ilusionada, que ahora que me doy cuenta, es Luz conocida también como la fujoshi suprema de mi promoción. Nunca me toco con ella, por eso es normal que no la reconociera a la primera-

No, no soy fujoshi, pero sé que es yaoi –digo, aunque si lo pienso, en algún momento leí un poco, ¡un poco! –

Ah –dice Luz desilusionada- pero mínimo sabes que es –y volvió con la emoción- ¡Te enseñare el yaoi!

¿Qué? No gracias estoy bien así –digo intentando escapar, aunque creo que ya no es posible-

Yo no acepto un no por respuesta –dice ilusionada- lo lamento Raven, vamos a la misma clase así que quieras o no, aprenderás sobre el yaoi

¿Cómo sabes mi nombre? –preguntó, creo que nunca nos hemos conocido formalmente-

Conozco el nombre, apellido y fecha de nacimiento de todos de la promoción, sin contar su dirección –dice feliz y alegre como si eso no fuera acoso-

El año en que todo cambioWhere stories live. Discover now