Tuya, Tuyo

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No hay mucho que pueda decir de mí, soy Aiko Nozomi y estaba a solo unos días de mi inoportuno cumpleaños número de 16 (y digo inoportuno porque es justo el 25 de diciembre, tal vez el peor mejor día para nacer), cuando la poca estabilidad de mi resumido mundo se vino abajo. Tal vez quieran detalles, tal vez no les interese y simplemente sigan adelante ignorándome... pero a estas alturas ya no me importa lo que otros puedan pensar; mi corazón está roto en tantos pedazos que dudo mucho pueda sentir algo más. Quizás se pregunten ¿cuándo comenzó todo? Pues bien, les contaré.

Era 24 de diciembre, en casa todos estaban agitados con los preparativos para la cena de navidad y las compras a último minuto. Yo intentaba ayudar, pero la verdad es que sentía que solo corría de un lado para otro sin hacer nada, incluso hubo un momento en el que ni siquiera me di cuenta de a dónde iba y por poco un ciclista me arrolla... cosa que tal vez le hubiera agradecido si hubiese sabido lo que me esperaba; y no, no soy suicida, solo no estoy en contra de la muerte, porque, a fin de cuentas, soy una asesina... y sí, leyeron bien, asesina.

A pesar de que siempre me han dicho que mi nacimiento fue un milagro, la verdad es que con mi llanto de vida le arrebate la suya a mi madre. La versión considerada de la historia dice que su embarazo era altamente riesgoso porque ella todavía era joven y a pesar de haber sido valiente y haber superado a los más crueles enemigos, no pudo con mi inesperada llegada, pero yo prefiero mi versión, fui concebida sin ser querida, sin ser la elegida... y como pago a la ofensa que le hicieron al destino, mi madre entrego su vida por no querer entregar la mía. Daría cualquier cosa por verla, aunque sea un segundo, le he ofrecido a Setsuna hasta lo que no tengo para que me permita dar un vistazo al pasado y ver, aunque sea, su sonrisa... esa que tanto dicen se parece a la mía... pero, siempre me dice "no", y lo más frustrante es que ni siquiera puedo preguntarles a mis abuelos por ella porque hicieron un extraño puente en sus memorias y ella esta borrada de sus recuerdos con la excusa de evitarles un gran sufrimiento, y en una absurda compensación tienen a una nieta que salió de la nada.

Pero, en fin, en este punto tal vez se pregunten "¿y que dice tu padre?", pues qué creen, también quisiera saberlo. A veces sentía que por las noches, especialmente cuando la luna se ocultaba y las estrellas se adueñaban del cielo, él estaba en las sombras cuidándome. De él solo sabía que luchó junto a mi madre cuando eran jóvenes y que desde el momento en que sus ojos la miraron, su corazón dejó de pertenecerle y ella se convirtió en su dueña. Saber eso era lo único que me hacía tener esperanzas de que en el mundo todavía quedaban cosas buenas... pero eso también se derrumbó...

¿Cuándo, Aiko, cuándo y cómo se derrumbó? Pues, la noche del 23 cuando entré agotada a mi habitación, llena de tierra y algo adolorida por la caída que me di al evitar al ciclista, sobre la mesa de noche junto a mi cama, un pulido cuaderno negro con un lazo rojo en una esquina llamó mi atención. En la tapa, escrito en letra cursiva y con letras plateadas decía "para mi querida Estrella del Norte". Yo no sabía quién había colocado eso allí, pero por alguna razón sentía que una voz me llamaba desde su interior.

–– "Nuestros destinos estaban sellados, pero luego de todo lo que habíamos vivido, ninguno quería conformarse con eso. No lo dijimos, pero sé que en el fondo ambos teníamos miedo de que la poca paz que habíamos alcanzado desapareciera en un paradero... y, aun así, eso no nos detuvo cuando rompimos las reglas" ––decía en el centro de la primera hoja cuando abrí el cuaderno, y al final la firma de mi madre.

Esas palabras cautivaron mi atención, me olvide de todo, salí de la cama para cerrar la puerta con seguro, apague la luz y con una linterna ilumine las páginas y mi lectura comenzó.

"Yo tenía que terminar la secundaria y él debía irse lejos. Se supone que ya estaba preparada para verlo partir, pero por alguna razón cuando nos dijimos adiós, cada latido de mi corazón comenzó a doler más que el anterior. Había pasado una gran tarde divertida con las chicas, como cuando no teníamos que preocuparnos por los demonios que nos asechaban... pero ... cuando llegué a casa y pude acostarme, un llanto incontrolable se apodero de mí. El pecho me dolía como si estuvieran removiendo una daga dentro, el aire que respiraba no era suficiente y aunque la noche era cálida, sentía tanto frio que podía ver mi respiración... y entonces dije su nombre.

El Diario de la Estrella del NorteWhere stories live. Discover now