ú n i c o

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Ese día Taehyung había llegado temprano a clase, cargando con una gran caja envuelta en bonito papel rojo y una brillante sonrisa cuadrada en el rostro. Intentaba sentirse positivo, aunque fuera una cosa casi imposible tratándose de la situación en la que estaba.

Una semana atrás la profesora había decidido que harían un intercambio de regalos en su salón, y aunque al principio había saltado de emoción por la idea, luego, cuando se dio cuenta de quién le había tocado como compañero su ánimo decayó del décimo al primer piso.

Yoongi no solo era un Grinch amargado, si no también el chico que peor lo trataba. Siempre estaba llamándolo tonto, se burlaba de su bonito cabello dorado, y se reía de él cada vez que tenía la mala suerte de ser demasiado torpe frente a él.

Taehyung odiaba a Min Yoongi casi tanto como este lo odiaba a él.

Ambos suplicaran a la profesora por otro compañero y ella se negó, así que Taehyung tuvo que resignarse a su suerte.

—No esperes que te traiga algo, rubecita—le había dicho el pelinegro antes de salir del salón ese día.

La navidad era su época favorita del año, así que a pesar de todo, puso empeño en buscar un regalo bonito para el chico más malvado de la clase.

Quién sabe, quizá la navidad ablandaría su corazón y las cosas no saldrían tan mal como parecía.

Sin embargo el rubio perdió por completo la fe cuando vió a Yoongi entrar ese día al salón, sin mochila y con las manos vacías metidas en su chaqueta de cuero.

Los ojos gatunos del mayor miraron la gran caja en las manos del rubio, luego a él, y se rió de forma cínica.

No, Yoongi nunca cambiaría.

Por alguna razón que no entendía, Taehyung sintió unas ganas incontenibles de llorar, y se levantó de su asiento aferrado el regalo, sin poder evitar derramar algunas lágrimas que Yoongi alcanzó a ver.

—¿Taehyung estás aquí? — preguntó el pelinegro, entrando en el baño de chicos, luego de haberlo buscado en varios salones.

Encontró al rubio frente al lavabo, llorando.

—Vete—sollozó el chico, y algo en lo triste que se oía su voz asustó a Yoongi.

—¿Por qué lloras Taehyung? ¿Es por qué no te traje nada? Oh vamos, no seas infantil, son solo tradiciones estúpidas.

—¡Que te vallas!—gritó el chico, y entonces se giró para confrontarlo. Yoongi se asombró al ver los ojos anegados y los labios temblorosos del chico —¡Si lo que quieres es molestarme como lo haces todos los días, vete! No sé por qué eres así conmigo siempre, pero no sabes lo difícil que ha sido para mí este año contigo tratándome así. Así que si no te molesta, te pido que por favor me dejes en paz al menos esta vez—suplicó— necesito estar solo...

Yoongi estaba en blanco. Nunca había imaginado posible hacer llorar así al chico más positivo y lleno de energía de todo el colegio.

—Tae yo...

El rubio tomó la caja que había dejado en el lavabo y avanzó hacia él, secándose las lágrimas con la manga de la camisa.

—Ten, no espero nada a cambio—dijo, entregándole agresivamente la caja—y feliz Navidad, tonto.

El pelinegro no sabía que hacer para reparar su error, y antes de que Taehyung se girara para marcharse, Yoongi se aferró del abrigo del más alto y lo jaló haca abajo, obligando a Taehyung a inclinarse, para luego alcanzar los labios del chico con los suyos.

El beso sorprendió tanto a Taehyung que su pulso se disparó hasta hacerle creer que tendría un paro cardíaco, o que se derritiría ahí mismo.

El beso fue tan atemporal que pudo haber durado una eternidad o tan solo unos segundos y ninguno de los dos lo habría notado.

Cuando se separaron, el aire les hacía falta.

—Feliz navidad, imbécil—murmuró Yoongi.

Taehyung titubeó unos momentos, y entonces se inclinó de nuevos sobre los labios del mayor.

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¡Espero que les haya gustado!

Este drabble está hecho especialmente para participar en el concurso de LizzyBangtan

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⏰ Última actualización: Feb 27, 2023 ⏰

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Feliz Navidad • TaegiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora