CAPÍTULO 9

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Es inaudito cómo las personas pueden recordar ciertos sueños casi a diario y viven para contarlo. La población media no suele recordar los sueños a la perfección, solo pequeños fragmentos que, si tienes suertes, puedes recordarlos. Otros solo desean contárselo a alguien, pero después de un minuto, olvidan todo el sueño. Dicen que las personas que suelen recordar sus sueños al despertar muestran más activación en una en la unión temporo-parietal, una zona cerebral relacionada con la orientación de la atención hacia los estímulos externos y que promueve la vigilia durante el sueño. Si recuerdas un sueño a la perfección, lo más seguro es que esos acontecimientos te hayan marcado de por vida, sabiendo que el cerebro puede alterar ciertos acontecimientos con metáforas que pueden tener una coherencia con los escenarios establecidos o simplemente no lo tienen y tienes que buscarle un significado común.

Han pasado semanas desde que he soñado eso, aún recuerdo hasta el sentimiento que tuve cada minúscula de segundo.

En el transcurso del tiempo, cuando he tenido el valor y la disponibilidad de pensarlo, me tomaba el trabajo de conectar todos los escenarios con mi vida y cada referencia, cada grano de lo que vi en ese sueño asemejarse a lo que ha sido mi vida: los cuerpos y sus inexistentes caras, el sótano, los cuadros, los símbolos, las sensaciones, el fuego, la piscina, el parque, las personas, el apartamento, la sangre; cada pequeña referencia que puedo recordar lo he pensado forzosamente. Hay cosas que las comprendo y sé de dónde puede significarse, pero hay otras que por más cabeza que le he desterrado, sigo sin entenderlo. Por ejemplo, ¿Por qué el trazo horizontal con los dedos? ¿Por qué el baile? ¿Por qué las sonrisas? ¿Por qué pude pensar en lo que iba a decir si era un sueño? ¿No se supone que no tenemos control absoluto en ellos? ¿Por qué el demonio? Pensaba en qué podía significar las almas, pero ahora entiendo que son las personas que he matado, que hemos asesinado. Sí, debe de ser eso.

¿Por qué el sueño? ¿Porque justo en ese momento tuve que soñarlo y no antes? ¿Se supone que debía de haber esperado a que pasara lo de Federico para poder unir toda mi vida, resumirlo en un sueño y reflexionar todo para así llegar a la conclusión que soy una mierda de pensar que mis razones por la que he hecho todo esto solo son caprichos de una joven y la esclavitud totalitaria por parte de un chico que se volvió loco gracias a sus padres y terminó justo como ellos, en el infierno? Sí, soy una mierda de persona y debo de esperar a que mi abogada de la guardia me libre de algo que, por mejor que lo haga, los pecados jamás se librarán.

—Señora Crawford —me llama Jazmín desde el otro lado de la mesa. La voz se me hace casi inaudible, pero no le pongo la atención que ella merece, no sé por qué —. ¡Señora Crawford! —al verla fijamente, veo que tiene una expresión como si acabase de gritar. Noto que realmente estaba distraída en mis pensamientos.

—Perdón, ¿me dijiste algo? Estaba elevada, lo siento —demuestro mis modales. Como si importara.

—Quise reafirmar de que después del lago esperaste a Austin y fueron a la cabaña a descansar.

—Es correcto, señora Myers.
Lo anota en un papel con su bolígrafo Hugo Boss de color gris brillante. Lo anota con cierta delicadeza que no se escucha el bolígrafo trazar el papel, e incluso la tinta que deja marcada deja pequeños espacios en blanco sobre las letras. Hace la letra cursiva, algo que siempre quise aprender, pero no tenía tiempo para ello. Si mucho podía escribir la letra l y la letra d en cursiva sobre mi caligrafía.

Me imagino cómo sería tener una libreta argollado de color café con un papel reciclado con miles de letras que conforman palabras llenas de significados criminales; cada simple página estará lleno de casos donde resume escenarios, acciones y pensamientos de personas que cometieron desde un delito menor a un delito de gran magnitud que puede costarle la vida entera a esa criatura por sus acciones sin justificación sana alguna. Jazmín sentada en su escritorio con la mesa de noche y su taza de café en un pocillo de color blanco mate, se pone a revisar su correo en Outlook y cuando menos se lo piensa, tiene al frente suyo aquella libreta que contiene la gran cantidad de casos que ella ha resuelto con su gota más gorda posible. Una libreta de mucho valor, se podría decir. ¿Qué coleccionista, inversos o un abogado no quisiera tener la libreta de una de las abogadas más prestigiadas del país?

Al paso de las horasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora