Capítulo 16

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Narra Norte

Ahora mi piel estaba marcada con sus caricias y besos, no cabía duda que Jaredith Balmis era la mujer de mi eternidad.

Ella había aceptado mi pasado, todos mis errores, había tomado a ese ser en el que era y me lleno de amor.

Seguía contemplándola, le acariciaba cada facción de su rostro, era perfecta. Seguía sin creer que se entregó a mi. Tenía que hacer algo, sabía cuál era la única manera de salvarla a ella, junto con Zadquiel.

Con cuidado, la lleve a su cuarto en el edificio de guardianes con una simple plegaria de transportación.

-Te amo - decía con lágrimas en los ojos, bese sus dulces labios por última vez, antes de hacer la plegaria que Hazel había utilizado con Zadquiel -espero que un día puedas perdonarme.

Ahora entendía a la rubia, era una promesa de amor, amaba tanto a Jaredith que he renunciado a ella, prefiero verla con vida aunque no esté a mi lado.

Me apresuré a llegar a la oficina de la suprema líder.

-Yo tomo su lugar suprema líder - le dije seguro - acepto el cargo que me ofrece.

Ella separó su vista de los documentos y me sonrió - sabia que tomarías esa decisión mi querido Norte.

Ya no había vuelta atrás, estar a cargo de la ciudad celestial era una tarea de requería todo mi tiempo y energía, significaba renunciar a mantener el orden de mis terrenales y guardianes, también significa renunciar a ella.

-¿Cuál va a ser tu primera orden como el nuevo supremo líder? - preguntaba ella y sonreí de lado.

-Creo que ya se, lo que voy a hacer. Se esta cometiendo una injusticia en el salón de los 24,

-Siempre velando por los tuyos

Me apresuré a detener la ejecución que iban a tener Zadquiel y ella. Como supuse todos los 23 arcángeles habían votado por su inmediata ejecución. Evitando la mirada de ella, esa mirada fría e indiferente sin muestras de sentimientos.

-Alto ahí, como nuevo jefe de la ciudad celestial, el líder supremo - la suprema líder venía a mi lado y asintió - detengo esta ejecución.

Evite que los mataran, pero tenía que ser imparcial.

-Al menos todo ya acabo -mirando a mi vieja compañera Hazel, seguía inconsciente-Están libres de Amadeus, esta a salvo Zadquiel como te lo prometí.

Habíamos extraído de ellos, la esencia de Amadeus, pero los 23 arcángeles optaron por borrarles la memoria dejarlos absueltos de sus obligaciones con la ciudad celestial. Ya que estaban manchados por la maldad de Athikus.

No podía con esta pena que sentía, no podía estar sin ella, era algo que me quemaba.

Como se lo prometí, estaría en sus momentos importantes, la veía ahí graduándose de la universidad, ahí estaba el pequeño James, su padre y Sharon junto con ella.

Suspire al ver como llegaba Alexander Betancourt con un ramo de rosas, estaba tan ocupado tratando de no mirar esa escena, que no supe a donde se fue ella.

-Lo lamento - era ella, me sorprendí - ¿me podrías tomar una foto? -tenía un aspecto diferente, tenía algo.

-Claro, muchas felicidades por cierto -quería abrazarla, besarla pero no se podía, así que asentí y le tome la foto.

-Gracias - tomó su celular me dedicó una sonrisa y se fue.

Esto ya era personal, Amadeus me ha quitado todo en esta vida, la barrera de frialdad que caracterizaba a los arcángeles, mis alas y me arrebató a la mujer que amaba.

El manejo de la ciudad celestial era complicada las primeras semanas, hasta que empecé a manejar esto con todas las medidas que implemente en mi división guardianes/terrenales.

-Escuche que vuelves a tomar nuestra división - hablo Terrance, ahí estaban mis antiguos soldados.

-Lo escuchaste bien Terrance, escuche como era Perseus como su arcángel a cargo - todos rodaron los ojos - Así que volví a tomar ese cargo, también.

-¿Si vas a poder con ambos puestos? -

-Claro que si Audrey, mírame hacerlo.

Entre tus alas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora