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Miré mi celular, una, dos tres veces. Esperaba que el minuto que se veía en la pantalla no cambiara mientras corría con esmero. Maldecí para mí misma. No podía estar pasándome esto nuevamente. Siempre tarde. Siempre hechizada para ser impuntual. Unos días antes, para llegar a consejería y dejar los papeles que me permitirían permanecer en la universidad, y ahora la cena con Adeline. No la había visto desde esa maravillosa mañana, pero había estado esperando el momento desde entonces. No habíamos definido concretamente la relación que teníamos, no me molestaba, aunque yo sabía que no quería nada menos que un compromiso, no volvería a caer como la última vez. Doblé en la esquina tomando con mi mano la pared para poder girar sin salir disparada. Ahí estaba el restaurante, y Adeline ya estaba afuera. Volví a mirar mi celular, el segundero estaba cerca del 12. Apreté más el paso. Solo tenía que cruzar la calle, era lo único que debía hacer para llegar a mi destino. Tal vez todavía alcanzaría a pasar antes de que el semáforo se pusiera en rojo. Solo tal vez. Corrí con más fuerza. Había llegado al final de la banqueta. ¿Lo lograría? ¿Rompería con el maleficio? De pronto un claxón retumbó en mis oídos. Me quedé helada viendo como un coche se venía de frente hacia mi.
– ¡AMÉLIE! – escuché y gracias a ese grito logré reaccionar para salir del camino.
–¡¿Amélie?! ¿Qu'est-ce que tu pensais? ¿A quién demonios se le ocurre cruzar la calle sin mirar? ¿O es que ni si quiera te fijaste en el semáforo? – Dijo ella en cuanto llegué al otro lado con una voz preocupada.
–Je suis vraiment désolé. No ponía atención a mi alrededor, solo quería llegar a tiempo. – Miré mi celular. –Y ni si quiera lo logré. –Levanté el celular y le mostré a Adeline que había llegado con dos minutos de retraso. Me sentía fatal. Siempre existía algo que me impedía ser puntual.
–Oui, être ponctuelle est important, pero no si te harás daño. Me hubieras avisado que venías tarde. ¿Qué haría yo si te pasa algo?
–Entonces te preocupas por mi, ¿eh? – Dije. Había dejado de un lado por completo el incidente anterior y solo me enfocaba en aquella frase que decía la chica ojos esmeralda frente mí.
–¡Pues claro que sí! –Luego se acercó a mi oído y susurró. –Si eres mi novia, como no me preocuparía por ti.
Eso último me tomó por sorpresa. ¿Novia? Pero si en ningún momento lo habíamos definido. Ninguna de las dos lo había si quiera sugerido. ¿Cómo es que lo había decidido entonces? Me quedé vagando en mis pensamientos mientras que Adeline seguía hablando, para cuando me di cuenta ya estábamos sentadas dentro del restaurante y pude reaccionar.
–¿Novias? ¿Cuándo quedamos en eso?
–Shhhh. No hables tan alto. – Contestó ella con rapidez, luego siguió con un tono más moderado– Pues creí que ya estaba implícito. Las dos nos confesamos nuestros sentimientos y decidimos darnos una oportunidad. Te llevé al mural del parque, me quedé a dormir en tu casa, cuando nos hablamos por mensaje nos decimos amor. ¿Qué más hay que decir?
–Pues... Usualmente en México una de las dos partes en la pareja le pide a la otra que se cierre el compromiso. ¿Qué no es así aquí?
–Me parece que no Amélie, pero que chistoso. ¿Para qué tendría que cerrarse un pacto? Si las dos partes se aman, pues ya está. Pareja y todo lo que conlleva. ¿O tú no quieres? ¿Buscas algo más casual?
–No no no. No es eso, solo me tomaste desprevenida, amor. Nosotros lo hacemos un tanto distinto, es todo. Pero me encantaría ser tu novia. –Yo me acerqué a darle un beso y esta volvió a esquivarme. Ya había perdido la cuenta de cuántas veces había pasado, comenzaba a causarme extrañeza.
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Francia
RomanceFrancia, una de las naciones más bellas a visitar, su historia, cultura, ritmo de vida, todo es muy placentero allá... Una chica Mexicana toma la decisión más grande de su vida debido a un peligro que se aproxima a ella, volar de su nación o quedar...