Cuarto día: Una carta para Yerin.

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— ¿Una carta? ¿Tú?

—Todo lo que hace hacer el amor, ¿No?

—Sí, jamás imaginé verte escribir y mucho menos una carta.

—Pues, es la segunda vez que lo hago.

—Esto es increíble.

Eunseo se refería a la carta que Eunbi llevaba trabajando más de dos horas. La perfección en la familia Hwang era una de sus principales características, así que era de imaginarse que en una simple carta Eunbi se esmerara mucho.

Aún más, tratándose de Yerin.

—Termine.

—Es increíble que no hayas usado un diccionario.

—Todo está en la mente, querida.

—Por eso mismo lo digo. Te conozco, eres más de números y cálculos que poesía y prosas; por eso me impresiona saber que tu vocabulario es muy extenso.

—Eso solo evidencia que te falta conocerme aún más.

Ambas llevaban más de cinco años de amistad. Todo comenzaba en la Universidad; EunBi pertenecía al área de Logística y Mercadotecnia, mientras Eunseo estudiaba Educación Literaria.

Se conocieron gracias a Eunha. Así que Sinb le debía muchísimas a su mejor amiga.

—Revísalo, por favor. —Eunbi acercó la hoja al lado donde se encontraba Eunseo.

El juego de miradas comenzó con una fragante exquisitez. Eunseo aún estaba impresionada con todo lo que su amiga había escrito, era un talento innato que necesitaba salir a la luz.

Pero no se lo diría, conociendo el ego que tenía la familia Hwang.

—Aprobado. —Habló Eunseo al terminar de leer todo el texto.

— ¿Qué?

—Esto es una obra maestra, ella tiene muchísima suerte.

—Yo tengo la suerte de haberla conocido.

—Estás muy enamorada, ¿Cierto?

—La amo completamente, créeme. Daría la vida por ella.

Las seis de la tarde. Eunbi había enviado un mensaje a Yerin para avisarle el lugar en el que quedarían en verse. Esta había aceptado sin ninguna objeción.

«Llego en diez minutos» fue el último mensaje que Eunbi observaba en la pantalla de su móvil. Iban a ir a un restaurant a comer, nada formal obviamente.

—Fueron once minutos. —Sinb reprochó a Yerin en cuanto la vio; refiriéndose al mensaje que le había enviado.

—Lo siento, fue un día muy estresante.

— ¿La Universidad?

—Sí, el último ciclo es el más problemático ya sabes.

—Uf, sí. Aún recuerdo mis días de universitaria como si hubieran sido hace un año.

— ¿Bromeas, cierto? Realmente terminaste hace un año.

—Lo sé, pero shhh. Solo era humor.

Ambas chicas ingresaron al restaurante, siendo atendidas inmediatamente por un joven atractivo.

—Bienvenidas, señoritas. Mi nombre es Sehun y seré su mesero esta noche. —Se presentó el joven.

—Un vino tinto y dos lasañas, por favor. —Sinb se adelantó a pedir.

—Con mucho gusto.

El joven salió del campo de vista de ambas chicas, dejándolas solas.

— ¿Vino?

Treinta días para recuperarte | SinrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora