Shadow Pov
-¡Por favor, mamá! -Grite estando de rodillas delante de aquella dragones que solo me veía con mirada seria mientras cubría la entrada de la cueva.
Han pasado dos años desde que ella me adopto como su cachorro y las cosas no han cambiado entre nosotros. Me sigue tratando como el mismo niño pequeño que encontró perdido en el bosque. No me molesta nada de eso. De hecho, me gusta, pero había ocasiones en que no me dejaba hacer nada. Por ejemplo, ahora quiero salir al bosque a buscar mi propia comida, pero ella no cree que este listo y bloquea la entrada con su cuerpo. Se aprovecha de que soy enano aun, pero algún día creceré.
-¡Mamá! -Exclamé de nuevo antes de lanzarme al suelo y patalear. Estaba molesto- ¡Siempre es lo mismo en esta época del año!
Dejé de patalear y me quede quieto en mi lugar. Lo suficiente como para que ella empezara a olfatearme. Era un chico muy hiperactivo, así que cuando me quedaba quieto de la nada se asustaba.
-Por favor -Suplique de nuevo alzando mi mirada para verle a los ojos. Ella solo negó con la cabeza y yo solo apoye mi cabeza contra el suelo rendido.
Odiaba esta época del año en donde los pajaritos y demás animales hacían crecer a la familia. Nunca me dejaba salir. Creo que tenia miedo de que un oso me comiera. Aunque dudo que un animal salvaje se me acerque al tener impregnado el olor de un dragón en todo mi cuerpo. Le observe unos segundos antes de bufar y volver al nido de pieles. Estaba más que claro que hoy no saldría de aquí por más que rogara.
-Aun así quiero salir a jugar con las ovejas -Dije sentándome en medio de las pieles mientras me cruzaba de brazos. Ella solo le vio antes de volver a su rutina diaria de juntar sus monedas en montañas y contarlas. Aun no entiendo porque les gustaba recolectar cosas. No las necesitan.
Me levante de mi cómoda cama para ir a una de las pilas de monedas y tomar algunas para empezar a formar varias torres de diferentes tamaños. Algunas estaban construidas con diez monedas y otras con veinte. Sonreí al verlas todas juntas antes de imitar un rugido y tumbarlas con mis manos. Era lo mejor que tenia para entretenerme.
Ella solo se acostó cerca de las pieles para verme jugar. No era que tuviera miedo que dañara algunos de sus tesoros. Lo se porque ya rompí varios jarrones y dañe muchas monedas. Tiene miedo de que juegue con las espadas y me haga daño. No es mi culpa que sean tan geniales. Sonreí ante mi destrucción. Un día, cuando sea más grande y fuerte, destruiría muchos pueblos y ciudades como lo hacia mi madre. Haría arder a las personas en llamar hasta volverlos cenizas. Sus gritos de dolor se escucharían por todo el mundo. Bueno, tal vez estoy exagerando un poco. Solo un poco.
Sentí como sujetaron la parte trasera de mi túnica para alzarme en el aire. Hace un año decidí usar una túnica negra sobre las rodillas, pantalones blancos y camiseta blanca de manga larga como mi ropa diaria. Así era más fácil esconderme cuando había cazadores cerca. Gire mi rostro para ver a mi madre que me coloco de nuevo sobre las pieles para cubrirme con una. Era su señal para indicar que era hora de mi siesta.
Bostece y solo estire mis brazos al aire para acostarme por completo. Me cubrí por completo con la piel de alce para entrar en calor. Al caer la noche la cueva mágicamente se volvía fría. Sentí como mi madre rozo su hocico contra la piel antes de separarse. Era su forma de desearme buenas noches.
End Shadow Pov
El gran dragón negro solo observó unos segundos a su cachorro antes de caminar hacia la entrada para observar el exterior. El sol seguía en lo alto del cielo dando a entender que era medio día. Bajó su vista hacia el bosque y bajo ligeramente sus pequeñas orejas.
Sabia que el bosque se encontraba lleno de sus familiares y amigos. Era esa temporada del año en que todos los dragones llegaban a esta zona por la falta de cazadores y otros depredadores para ampliar a la familia. No iba a mentir, quería ir y saludar a sus viejos compañeros de migración, llevaba muchos años sin verlos, pero tenía prioridades. No podía llevar a su pequeño con ella a visitarlos ya que se lo podrían comer, pero tampoco lo podía dejar solo en la cueva por miedo a que algo sucediera. Era una situación difícil.
Se acostó con cuidado en la entrada y alzo su vista. Al menos podría ver a sus compañeros llegar e irse. Eso ya era un consuelo para ella. Sus labios escamosos formaron una curvatura al ver a dos dragones sobre volar su montaña. Recordaba con cariño esos tiempos.
Uno de los dragones bajo su vista al sentirse observado. Fue fácil distinguir a la dragona de escamas negras a causa del gran contraste que tenía con su entorno. Una duda llego a su cabeza al verla ahí y no en la pradera que los ancianos habían asignado para recibir a los nuevos dragones. ¿Sería qué su tiempo de procrear había acabado?, ¿o no le había gustado la pradera? Le resto importancia al perderla de vista y siguió su camino pensando en lo que comería al llegar.
Hikari solo suspiro antes de levantarse y volver al interior de la cueva. Debía de terminar con sus deberes antes de perder el tiempo en los recuerdos de su pasado. Coloco algunas piedras en la entrada con su cola para que sirvieran de valla. No quería correr el riesgo de que su hijo saliera de casa. Con tantos dragones cerca podría terminar de bocadillo de uno como le sucedió a su otro hijo. Aún tenía pesadillas con eso.
Observó como su pequeño dormía de forma cómoda debajo de la piel. Sonrió antes de colocar otra sobre su cuerpo. No quería que muriera de frio o le diera algún resfriado. Shadow solo sonrió ante el calor extra. Aferrándose con sus garras de la piel para evitar que se la quitaran. Hikari se rio ante esto antes de seguir limpiando y organizando su cueva. Comenzó a reacomodar las montañas de monedas en las esquinas para tener más espacio, colocando las pieles en el centro para formar un nuevo nido más grande para su pequeño. Muy pronto su otro nido le quedaría pequeño ante los estirones repentinos que se daba.
-¡Mamá! -El grito de su pequeño acompañado del gruñido de un dragón llego a sus oídos haciendo que su corazón se detuviera.
Cuando menos se dio cuenta, ya había derribado a un dragón de escamas amarillas con plumas en sus tobillos y muñecas. El dragón le rugió ante el ataque a lo que ella contesto de la misma forma mostrando sus dientes. Sintió unas pequeñas manos detrás de su pata delantera izquierda y se tranquilizó. Conocía bien ese tacto cálido. Era su pequeño. Con su cola le hizo retroceder para que quedara totalmente detrás de ella. Si ese dragón quería tocar a su pequeño primero tendría que matarla.
El dragón amarillo se puso de pie y gruño viéndo a Hikari con sus ojos azules. Esa dragona le había quitado su bocadillo. Rugió antes de correr hacia ella con la intención de morder su cuello.
Hikari le vio acercarse y abrió su mandíbula para atraparle de la cabeza. En ese momento agradeció que el contrario fuera pequeño. El sonido del romper de los huesos lleno la cueva por un segundo al mismo tiempo que el cuerpo de su adversario se quedó inmóvil. Camino hacia la entrada sosteniéndolo el cadáver antes de lanzarlo a la entrada. Esa sería una señal para otros depredadores y dragones.
-Mamá -La voz de su pequeño le hizo voltear para ver el interior de su cueva, encontrándose con su pequeño escondido detrás de una de las montañas de monedas. Sus orejas bajas y temblando un poco. Había sido una emoción muy fuerte para él.
Hikari bajo sus orejas y se acercó a donde estaba para rodearle con su cuerpo. Lamio su cabeza antes de ver la entrada de su hogar. Quería que su hijo se sintiera seguro de nuevo. Bajó su vista a su pequeño que la abrazaba. Tal vez era momento de mostrarle algunas costumbres de caza de los hylians y de debilidades de los dragones. Sabía que no siempre estaría con él para proteger, por más que lo deseara. Incluso llegaría un momento en que no sería capaz de hacerlo. Lo mejor sería que aprendiera a como defenderse él solo.
______________________________________
Lo se. Estuve demasiado desaparecida aqui :'v
Tratare de ya no estarlo en esta cuenta.
Hasta la próxima
ESTÁS LEYENDO
Amor Incondicional De Madre
FanficNo es la carne, ni la sangre los que nos vuelve una familia, sino el corazón, los sentimientos y actos de amor incodicional que hacemos por el otro, lo que nos hace realmente una familia. By Mariamy-Judith