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En cuanto la alarma sonó, sus ojos se abrieron al instante, odiando una vez más el ser de sueño ligero; sin embargo, de tan solo recordar todo el motón de cosas pendientes que lo esperaban, decidió ponerse en acción. Su primera parada, después de estirar su cuerpo y calzar sus pies con unas bonitas pantuflas con forma de garra de dragón color azul pastel, caminó hasta la habitación de enfrente, lugar en donde con amor, pero al mismo tiempo firmeza, le habló a su pequeño hijo.

— Es hora de levantarse, mi amor — comentó, removiendo las sábanas y cobijas que cubrían el pequeño cuerpecito hecho bolita.

— ¡Papi no! Cinco minutos más ¿sí? — berreó el pequeño cubriéndose de nuevo con las sábanas.

— Nada de papi no, ni cinco minutos más, ya es hora de levantarse. ¿O es acaso que quieres llegar tarde a tu primer día en la escuela? — agregó de nuevo Jimin dejando libre a su hijo de la protección de las cobijas.

— Está bien — dijo derrotado sentándose en la cama.

— Así me gusta...

Tener un hijo siendo tan joven, tenía ciertas desventajas, pero Park Jimin no podía hacer mucho, después de todo, él, era madre y padre de un niño de seis años que, para bien o para mal, acababa de presentarse como Alfa. Aunque aquel género no era el preferido por su omega padre, menos sabiendo que dentro de su familia el pequeño Young Min sería el primero, eso no evitaba que lo amara con todo su corazón. Por lo tanto, Jimin esperaba, no, más bien deseaba con todo su ser, poder ser lo suficientemente inteligente como para ayudar a su hijo en la travesía de convertirse en un alfa respetable y honorable. Debido a ello era que se había esforzado en madurar rápidamente, todo con tal de darle un buen ejemplo, así como lo habían hecho sus padres betas con él. De esa manera, cuarenta y cinco minutos más tarde, después de desayunar y arreglar cada uno sus pertenencias entre risas y juegos, padre e hijo salieron juntos a enfrentar a la vida.

—... Recuerda hacer todos tus deberes y, nada de andar molestando a los demás niños con tu voz de alfa — comentó bromeando tan solo para molestar al niño.

— Pero papi, yo aún no puedo hacerla — respondió frustrado.

— Exacto... — dijo despeinando al pequeño, colocándose a su altura — ahora dame un beso y termina de entrar a tu nueva escuela.

Young Min abrazó con ternura a su papá por el cuello, después de dejarle un rápido beso en la mejilla y, una vez que Jimin se incorporó, le volvió a peinar el cabello antes de verlo correr hacía la entrada del edificio, en donde saludó a la maestra de guardia; entonces girándose rápidamente, con una de sus manitas se despidió de su papá una vez más. Por el contrario, Jimin al verlo ingresar no pudo evitar no soltar un par de lágrimas, después de todo, la luz de sus ojos estaba creciendo maravillosamente y aunque solo eran ellos dos contra el mundo, bien sabía que con él bastaba y sobraba.

Por escasos minutos se permitió observar el ingreso de los demás niños, quienes en su gran mayoría eran acompañados por sus dos padres, algunos omegas como él y otros betas, pero sobre todo alfas, quienes lucían orgullosos de sus cachorros. Aquella imagen hizo que inevitablemente a su mente regresaran viejas vivencias, las cuales habían sido las más dolorosas, pero al mismo tiempo las más felices que había experimentado a su corta edad.



—... Jiminie, cariño, anda, tienes que comer... — repetía con insistencia su madre.

— No, no quiero.

— Pero mi amor, si no lo haces le hará daño al cachorro...

Perfect Illusion [Yoonmin/Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora