III. M I E D O

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[ Villamil ]

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[ Villamil ]

La fiesta transcurrió de maravilla, y como parte de mi obsequio de bodas, Isaza nos pagó a Simón y a mí un viaje a Hawaii por dos semanas. Estoy tan feliz.

Aunque no estoy seguro de que tengamos tiempo para disfrutar del lugar, Simón yo estaremos algo ocupados. (Sí saben a lo que me refiero)

Ahora mismo estamos en el aeropuerto de Bogotá. Son las 7:00 a.m. y nuestro vuelo sale en dos horas; sin embargo, estoy muriendo de sueño y me estoy quedando dormido en cualquier lado.

Juan Pablo, quita tu cabeza de mi hombro, por favor — se quejó Simón sin despegar la visita del libro que estaba leyendo.

Ay amor, es que tu hombro es muy cómodo, déjame dormir un rato más, ¿Sí? — hice un puchero, pero creo que no funcionó porque estaba un poco molesto.

¿Qué tienes, seis años?, ¡Deja de hacer eso, es tan inmaduro! —  me asusté un poco por su tono de voz. Simón jamás me había hablado así.

Lo siento Monchi, no quise molestarte.

Pues lo hiciste, y ya mejor guarda silencio, no me dejas concentrarme.

No sé qué le pasa a Simón, desde la boda está demasiado cortante conmigo e incluso un poco grosero; se lo comenté a Isa y el dijo que quizá está demasiado cansado con lo de la boda y por lo que pasó antes.

No entendí a qué se refería con eso último, pero aún así le dí la razón. Abordamos el avión, y luego de casi medio día volando, al fin llegamos a Hawaii.

Amor, ¿Me ayudas con mis maletas?, Es que están pesadas.

¿No puedes hacer algo tú solo?, ¿Siempre tengo que ayudarte?

— Bueno, perdón. No te enojes.

Ya olvidalo, y apúrate que hay que estar puntuales, ya sabes que yo odio los retrasos.

— iPero si tenemos todo el día!, Podemos ir a explorar este paraíso. Mira... — saqué un panfleto turístico de mi mochila — ... En el avión, la azafata me recomendó ir a...

¡Ay por dios, Juan Pablo! — me quitó el panfleto de las manos y lo tiró al suelo — Estoy cansado por el viaje, tengo una małdita migraña que me está matando, y por si fuera poco, tengo que aguantar tus tonterías! — me gritó. De nuevo.

Bueno ya, vamos al hotel.

Así lo hicimos. Se supone que era un hotel bastante exclusivo y podría decirse que en medio de la nada; yo no sabía que estaba tan lejos, pues estuvimos viajando cerca de dos horas en el maldito taxi, además de que nos cobró una fortuna, mis piernas se entumieron demasiado. Simón tenía razón cuando dijo que nos fuéramos al hotel.

R E V E N G E | Villargas / IsargasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora