capítulo único.

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Diciembre.

Un mes frío, pero perfecto para crear los sentimientos más cálidos y bonitos.

El último mes del año era el favorito de Bang Yedam. Y claro que estaría encantado de compartirlo con su pequeño Doyoung. El chico que lo tiene perdidamente caminando sobre las nubes.

Para Yedam, la llegada de Doyoung fue inesperada, pero grata. El mayor se dio cuenta de que existen otros medios que te dan felicidad y que te hacen sentir completo; como lo es estar enamorado de la persona correcta en el mejor momento.

Dobby es alguien muy importante para Yedam.

En estos momentos, Bang esperaba a Doyoung a las afuera de su escuela; puesto que ambos estudiaban en instituciones diferentes.

Doyoung distinguió aquel par de ojos profundos entre todos los demás, aquellos ojos que tenían un brillo tal cual estrellas. El menor corrió al encuentro de Yedammie, rodeando con sus brazos el cuerpo delgado del contrario.

Yedam hizo lo mismo y besó su cabeza.

-¿Como le fue al chico más lindo de la tierra? -preguntó el mayor.

-Bien, hyung -contestó-¿y como te fue, Dammie-hyung?

-Muy bien, pero cada minuto extrañándote como no piensas boo.

El corazón del menor se estrujó. Y es que a veces se le daba a Yedam hablar poéticamente, y esto lo mataba de amor.

-Hyung, ¿vamos a mi casa? Hace frío, puedo hacer chocolate caliente para ti y vemos una película, ¿si?

Yedam sonrió. Sonrisa que hacia contener la respiración del menor.

-Claro, bubu.

Los dos enamorados entrelazaron las manos y comenzaron a caminar entre las frías calles de Seúl hasta llegar al apartamento en done vivía la familia Kim. La madre de Doyoung no se encontraba en casa, pues estaba en el trabajo; por lo cual tenían la casa sola. Eso era cómodo, pues podían demostrarse cariño sin ser vistos por otro par de ojos o sin escuchar los gritillos emocionados de alguien más.

Solo eran ellos dos, y esos momentos lo valían tal cual un diamante.

Dodo abrió la puerta y ambos entraron al departamento. Dejaron la mochila en el sofá, y Doyoung se fue a cambiar; mientras Yedam se quedó en la sala quitándose su chamarra, bufanda y guantes.

-Iré a hacer el chocolate, Hyung -avisó Doyoung cuando regresó.

Yedam fue detrás de él, y sin darse cuenta ambos pasaron debajo del muérdago. El mayor se percató de esto cuando miró hacia arriba.

-Doyoung-ah -dijo-, ven tantito -el chico lo miró extrañado, pero de acercó a él-. Ahora, ambos estamos debajo del muérdago.

Él sonrió y Doyoung se sonrojó.

Lentamente, ambos se iban acercando. Hasta que juntaron sus labios en un dulce beso. Los labios de Yedam eran muy suaves y cálidos, siempre iban a ser los favoritos del menor; los únicos que besaría por toda una eternidad. Al separarse, Doyoung le robó un pico al mayor.

En el marco de la puerta, Dammie observó como Doyoung calentaba la leche y agregaba el chocolate. El menor sacó una cuchara de madera para mezclar el contenido de la olla a la lumbre.

Dammie se acercó sigilosamente al menor, y lo abrazó por detrás mientras recargaba su cabeza en el hombro de muchacho.

-I should be playing in the winter snow, but imma be under the mistletoe with you... -cantó al oído de Dobby, quien con su mano libre, sostuvo la del mayor.

Cuando el chocolate estuvo listo, Yedam sacó unas tazas y le ayudó a Dodo a servirlo.

Ambos se dirigieron a la sala, y como volvieron a pasar debajo de aquel muérdago, probaron los labios ajenos.

Estaban acurrucados en el sofá, viendo una típica película de Hollywood con mucho romance.

Doyoung miro los ojos de Yedam. Aquellos ojos que trasmitían muchas cosas, pero a la vez que eran profundos. Observó su cabello negro, brillante y con un aroma especial. Admiró los labios, que hacían que la sonrisa de Dammie sea la más hermosa. Le gustaba besar el lunar en el cachete del niño, pues era único; como la existencia entera de él.

Yedam era lo mejor en su vida. Sentía como el tiempo iba lentamente, como cada que estaban juntos una parte de él estaba completa. Estaba enamorado de él, y no había nada que lo salvará de caer más.

-Hyung... -el mayor volteó a verlo atento-, te amo...

El corazón del mayor se le estrujó. Quizo llorar.

-Dobby... -Bang acarició con su mano el suave cachete de su novio-. Yo te amo, realmente lo hago... Tú eres lo que me completa, me haces ser mejor persona, haces que un nuevo yo exista, y nunca haría algo para dañarte. Doyoung, siempre estaré contigo.

Dammie era más expresivo que el menor. Y eso le encanta a Doyoung.

En cambio, las acciones del menor como abrazarlo o darle besos sin explicación alguna mataba de amor a Yedam.

Se complementaban. Eran perfectos los dos.

Ambos son como aquellas dos estrellas brillantes en el cielo de la tierra de Nunca Jamás. Juntos y resplandecientes.

Doyoung tomo su chocolate y el de su novio, los colocó en la mesa de enfrente. Se recostó con él en el sofá. Le daba seguridad el sentir los brazos de Yedam a su alrededor, dándole un sentimiento cálido.

Yedam sentía latir su corazón a la par con el de su amor. Cerró sus ojos deleitándose en aquel sentimiento, como si fuese el chocolate más suave del mundo.

¿Y si un día todo ese amor acabará? ¿Si dejase de existir?

No, eso no pasaría.

Por qué así como tenemos la certeza de que el Sol sale todos los días, de que la luna iluminará la noche. Así este amor.

Ambos se esforzarán para que esa llama nunca se apagué. Entregarán todo y lo darán todo.

Pero, si un día tristemente sucede, abra que aceptarlo. Por qué también existen los días nublados o las noches en dónde la Luna no es llena.

Y mientras eso no suceda, ambos serán los protagonistas de una historia maravillosa en dónde todavía existe un amor puro y sincero.

Diciembre puede ser tan frío, pero cuando dos se aman, puede ser el mes más cálido.

the most beautiful time of the year // dodamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora