El amor brujo

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—Finalmente, ¿te sientes orgulloso de nuestro trabajo? —pregunta Diavolo a Lucifer, viendo aquel espléndido árbol crecer a la mitad del Edén.
—Demasiado, mi Señor. Sobre todo... Tan sólo mírelo, es incluso más hermoso que los árboles del jardín.

Lucifer en verdad sentía mucho orgullo del árbol que creó a partir de la semilla de su amor con Diavolo. Era el árbol más grande, de flores pequeñas, pero más blancas de lo que alguna vez fueron sus alas. Por la forma de las flores, algo le decía que daría manzanas en algún momento.

—El Creador estará muy molesto en cuanto note su presencia. Ha estado tan ocupado instruyendo al Hombre con sus labores que ni siquiera ha volteado hacia aquí —Diavolo tomó la mano del pelinegro para volver al Devildom. Lo mejor era que se marcharan del jardín tan pronto como pudieran y así observar con cautela. Si era lo suficientemente ingenuo, el Creador pensaría que el árbol ya estaba ahí antes.

El Creador se dio cuenta obvia del árbol que había aparecido, y tras investigarlo un poco, supo que había sido obra de su recién exiliado. Después de que Michael le diera una muestra del fruto del árbol —manzanas rojas, del mismo color y brillo que la sangre fresca—, supo entonces no sólo que se había originado del sexo puro, sino también que, si no impedía que sus humanos probaran del fruto, ellos obtendrían una visión "despierta" de su entorno.

—Lo más que podemos hacer es advertirle a los humanos de su existencia —Simeón mencionaba, siguiendo al Creador mientras éste caminaba de un lado hacia otro en su oficina.
—No puede ser lo único que se pueda hacer. ¿En verdad no hay forma de borrarlo del Edén? —el Creador parecía que iba a tener un ataque de ira en cualquier momento, sin concebir que en serio Lucifer hiciera algo tan impuro con tal de retarle.
—Michael lo intentó, ni siquiera su espada lo pudo cortar. El árbol parece ser eterno.

¿Cómo un árbol creado de un acto tan mundano podía ser eterno? Bueno, había sido creado desde el amor más profundo. Y ese concepto de amor era tan lejano para el Reino Celestial. El Creador, furioso, no pudo hacer más que acercarse a su escritorio y azotar el puño en el mismo.

—Adán sigue en su sueño profundo. Apenas despierte, su esposa habrá sido terminada de crearse. Yo mismo les advertiré del árbol.

Dicho y hecho, al darle a ambos una introducción a sus labores, más la indicación de reproducirse, les mencionó la existencia del árbol, y adjunta una prohibición al respecto.

Pero no debes comer del árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, porque el día en que comas de él sin falta morirás”.

Pasaron unos cuantos días observando a los humanos. Notaban un patrón en la conducta de ambos. Al parecer, era Adán el que llevaba riendas de todo lo que se hacía, a lo que Eva se limitaba a obedecer en todo lo que aquel a quien llamaba "esposo" ordenaba.

—La mujer sin duda será la mejor opción para llevar a cabo el plan —Lucifer fue quien tomó dicha decisión, llevando la mano a la barbilla, con la expresión seria.
—Será sencillo tomando en cuenta su posición. He de suponer que no le gusta para nada limitarse a obedecer y no tener "voz creativa" —Diavolo secundaba la idea, abrazando a Lucifer desde la espalda y pasando las manos por su cintura.

Lucifer permaneció quieto antes el agarre, pensando en la forma perfecta de proceder. Quizá en su forma de ángel fuera sencillo convencer a Eva... No, Simeón y el resto seguro que lo reconocen. ¿Disfrazarse de algún animal? Quizá...

Sus pensamientos empezaban a interrumpirse en cuanto sintió los besos del príncipe en su cuello, y llevó el mismo sus manos a las de Diavolo.

El marqués del Edén [Shall we date: Obey Me!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora