Christmas kisses

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Vegetta se encontraba adornando su casa, listo para recibir la navidad de la mejor manera pues había invitado a todos sus amigos a su casa para celebrar su festividad favorita como una familia.

Se fijó en la hora para asegurarse de que todo iba según lo planeado y como siempre, así era, aún le quedaba más de una hora.

Fue a tomar una ducha para lugar vestirse elegantemente pero a la vez cómodo después de todo era navidad no una gala.

Y mientras el terminaba de arreglarse, a la afueras de su casa ya se hallaba llegando un lindo chico con gorro de oso. El menor subió por el ascensor y caminó por el hermoso puente flotante  el cual estaba iluminado de bellas luces de colores.

Vegetta bajaba por las escaleras cuando escuchó un grito venir de la puerta exterior de su casa, reconocía esa voz con total perfección. Sonrió. Era rubius.

— ¡Vegetitta! —Grito el de cabellera clara— Abre la puerta. Soy el osito más bonito de karmaland

El mayor simplemente se río, acercándose a la puerta para abrirla— Es que es tonto —Susurró antes de que la puerta mostrara a un hermoso chico vestido con un suéter blanco acompañado de un abrigo café y pantalón negro con botas.

Este pasó, dejando a un lado una bolsa llena de regalos en el piso solo para poder abrazar al anfitrión de dicha cena.

—Apenas son las nueve —Dijo el de ojos morados— Llegaste un poco temprano chiqui

—jejeje lo se —dijo un tanto nervioso el de ojos verdes aceituna— ¿te molesta?

—Claro que no macho —Dijo riéndose contagiando al más alto— Pero ya que estas aquí, ayúdame con los detalles que faltan

Ambos entraron a la enorme casa, por no decir mansión, del mayor. Antes de hacer cualquier cosa, acomodaron los regalos traidos por el rubio debajo del árbol y luego fueron a la cocina.

—mmm... huele delicioso vege —Mencionó el menor apenas se acercó a la misma

—Gracias —Dijo con orgullo vegetta— Ayúdame acomodando los cubiertos y platos en la mesa

Rubius iba colocando los platos y copas según vegetta se lo había dicho, asegurándose de que sea simétrico para no infartar al mayor.

— ¿Enserio hiciste todo esto tu solo? —Una vez terminó, se detuvo a contemplar con más detenimiento y detalle toda la sala y comedor, era simplemente digno de vegetta.

—así es chaval —Dijo sin ninguna pizca de presumir— después de todo es para que todos lo disfrutemos

Ambos se miraron directamente a los ojos regalando se una sonrisa sincera.

Continuaron con la poca decoración que faltaba, les había quedado hermoso además de que no faltaba mucho para los demás llegasen.

—Rub ¿puedes ir a por los regalos que están en mi habitación? —dijo el de bonitos ojos morados el cual se encontraba prendiendo las luces del exterior de su vivienda

—Claro samu —grito desde el interior de la casa antes de obedecer la petición pedida por el ojimorado

Rubius decidió que era lo suficientemente hábil como para llevar los nueve regalos de diferentes tamaños en un solo viaje.

Estaba equivocado. Pues con muchísima suerte y esfuerzo había logrado llegar a la planta baja pero para dirigirse a la sala de estar fue una historia completamente diferente.

De no ser porque vegetta estaba cerca, el de ojos verdosos hubiese caído de la misma manera que los regalos al piso. Este lo sostuvo de la cintura impidiendo que cayera y se lastimase.

Rubius tenía una sonrisa nerviosa la cual era acompañada con un hermoso sonrojo en sus mejillas. Vegetta solo miraba serenamente.

—V-vege... —Dijo tartamudiando, algo poco usual en aquel espontaneo chico.

— ¿Si? —Le sonrió divertido por su actitud— ¿sucede algo? Estas muy rojo

—A-arriba... mira arriba —Señalaba a la parte alta del techo, el de cabello en puntas miro en aquella dirección. Allí se encontraba colocado un muérdago

—Oh... —Murmuró el mayor, ahora con un leve sonrojo— bueno... tradiciones, son tradiciones... ¿no? —Ahora lo veia directamente a los ojos con nerviosismo

El más delgado solo asintió, bastante nervioso y colorado. Sus rostros se iban aproximando, sus respiraciones se mezclaban, no tardaron mucho para terminar uniendo sus labios en un dulce y delicado beso.

Ambos habían anciado mucho por aquel bello e íntimo acto, pues solo se la pasaban coqueteando entre ellos, sin atreverse a dar un paso más allá.

El beso no fue rápido ni lujurioso, pero demostraba todo el sentimiento y amor que se tenian.

El aire fue lo único que hizo que se separasen, aún asi tenían sus rostros cerca mirando cada detalle del otro.

Sus corazones latian rápido y sus mejillas ardían mientras sus labios cosquilleaban pidiendo por más.

Hubiesen continuado en aquella ensoñación de no ser por el insistente golpeteo en la puerta de su fortaleza, sus amigos ya habían llegado.

Se separaron con una pequeña sonrisa, el mayor ayudó al ojiverde a terminar de colocar los regalos en su lugar.

Estaba cruzando la puerta de su casa cuando el más alto lo detuvo.

— ¿Pasa al- — el castaño no pudo terminar de hablar, unos suaves labios lo habían interrumpido para formar un pequeño pero intenso beso

Una vez se separaron, se regalaron  una sonrisa y mirada cómplice. Se dirigieron juntos a la entrada de aquella gran isla flotante para recibir a sus amigos.

Estos se sorprendieron al ver a ambos chicos tan unidos pues rubius tenía una mano suya abrazando la cintura de vegetta y este último tenía su cabeza apoyada en su hombro, demostrando la confianza y cariño que existía entre ellos.

Sus amigos sonrieron al instante porque aunque no sabían lo que había sucedido, estaban seguros de que eso solo traería felicidad a ambos chicos.

Los protagonistas de la atenta mirada y sonrisa de los demás, se regalaron una mirada llena de afecto. Ellos aún no eran conscientes pero alli empezaba una nueva historia para ambos, una historia llena de amor y sinceridad (y también bromas).


Dos años después
Se encontraba una pareja en el centro del pueblo de karmaland, iban caminando con las manos entrelazadas. El mayor de ambos cargaba en su brazo a un lindo niño de ojos verdes y morados, como los de sus padres, este iba vestido de osito panda, todos los vecinos veían enternicidos la hermosa escena.

Había pasado mucho desde aquella navidad, estaban tan agradecidos y felices por todo lo que habían conseguido, pues ahora tenían un hermoso hijo llamado Dani y ya llevaban dos años de relación.

Una relación que había empezado por unos simples besos, besos navideños.

The end.





Christmas kisses | One-ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora