Ataraxia.

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Esa impertubabilidad, esa manera tan tranquila, tan afable de seguir un camino en la vida. Un sendero por el cual no todos estaban dispuestos a transitar, uno difícil, repleto de piedras puntiagudas y peligrosas; uno que amenaza de manera constante con tumbarte y dejarte besando el suelo por mucho tiempo.

Los altos muros que un deportista debe superar son demasiados, parecen inquebrantables, insuperables; son tan inmensos que la sola idea de poder echar un vistazo al otro lado es descabellada. Sin embargo, su presencia también advierte en perseverancia y terquedad.

Aquello era un rasgo de admiraba de una manera tan ferviente que era impensable, y que si en algún momento se le pidiese demostrar tal devoción no sabría como hacerlo, al menos no frente al público general. Pues, para aquellos cercanos era tan natural tal puesta en escena que por el contrario, sería sumamente extraño y hasta preocupante el hecho de no ser capaces de precenciarlo.

Inclusive en los días más agotadores, aún siendo rivales sobre la cancha, aún mientras ponían todo su corazón en juego; aún así ellos eran tan espontáneos.





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Caluroso, agotador, y productivo. Era esa la manera en que el equipo de voleyball masculino de Karasuno podía etiquetar el ya concluido entrenamiento de ese cálido día de verano.

Yacían todos los miembros del equipo extendidos sobre el suelo, disfrutando de esa breve sensación de frescura que éste podía ofrecerles. Nadie decía nada, incluso los más enérgicos entre todos los presentes se encontraban tan encimismados que les era imposible añadir algo a tan tranquilo ambiente o eso fue durante escasos momentos; alguien notó una situación irregular, completamente fuera de lugar.

—¿Dónde está Shouyou? –Cuestionó Nishinoya levantando la mitad de su cuerpo hasta terminar sentado cómodamente. Los demás le siguieron cual efecto domino, nadie hasta el momento había caído en cuenta.

Y es que, hace cuestión de nada el sol del Karasuno se encontraba tan agotado que no podía siquiera colocarse en pie, por lo que solamente se le vio caer estrepitosamente cerca de la banca vacía del entrenador; muy cerca de haber cogido su botella con agua pero muy lejos de por lo menos rozarla con las yemas de los dedos.

—Uh...... Él estaba....–Trató de explicar Suga. Aunque le fue complicado terminar dicha explicación dado que el aludido ahora se encontraba adentrandose al gimnasio con un montón de personas detrás.

—¡Son los del Dateko! –Señaló nuevamente el libero de castaños cabellos.

—¡Yoh! –Saludó afable el capitán de dicho equipo.

—Capitán de Dateko. –Regresó amablemente el saludo un pelinegro de fuerte pero tranquila presencia. —A pasado un tiempo, ¿qué los trae por aquí?

—Sawamura-San. –Reverenció educadamente el castaño. —Bueno.... Uh..... Es algo... –A mitad de su discurso improvisado todas las miradas se centraron en un par bastante particular. —Eso.... –Suspiró completamente derrotado el alto joven, extendiendo su palma derecha con el fin de hacer notar el porque de sus palabras. Y es que a penas a unos cuantos metros, el otro integrante de la impenetrable “Muralla de acero” se encontraba más que embelezado con la carnada definitiva del Karasuno.



—¡Woooooah! Haz crecido un montón, ¿qué comes?, ¿eh?; ¿podrías contarme?, no es que sea bajito ni nada solamente, uh..... –El pelinaranjo no parecía capaz de darse cuenta de la enorme cantidad de palabras que podía soltar por segundo. Mientras tanto, su acompañante más que hastiado, parecía entretenido y hasta alegre con aquella burbujeante actitud del número diez.

—Suave.

—¿Uh?

—Es suave..... ¿Verdad?

—¿S-suave? –Y sin aviso oportuno, la enorme pero blanquecina mano del vice capitán del equipo rival se posó sobre los esponjosos, revueltos, y alborotados cabellos del menor. Le dejó prácticamente en shock.

—Muy suave...–Declaró plenamente convencido el más alto. Los demás espectadores estaban con la mente totalmente en blanco debido a tal interacción inesperada.

No querían imaginarse la reacción de Hinata. En realidad nadie esperaba lo que pasó después.

¿yo-yo también p-puedo...? –Un leve asentimiento de parte del de anchos hombros le dio el permiso solicitado, y en el acto con la mano temblorosa el anaranjado se colocó sobre la mejilla izquierda del albino, pudiendo notar de primera mano lo calentitas y rojas que estás se encontraban; no muy lejano al estado en el que el mismo se hallaba.

Una sonrisa boba adornaba el rostro de ambos jóvenes, y el castaño capitán se vio en necesidad de dar nuevamente una explicación.

—Él dijo que quería ver al pequeño chico con sonrisa y cabellos de sol –Con cierta pena mencionó aquello.

—¿De verdad el dijo todo eso? –Musitó en un susurro amable el de lunar bajo el ojo. Obviando claramente la dulce descripción proporcionada por el aparentemente imperturbable chico de la preparatoria técnica de Date.
Al penoso capitán no le quedó más opción que asentir, y observar con curiosidad al igual que los demás.

Tal escena se repitió un par de veces más antes de que algunos cuantos sintieran un poco de pena por ese par. La verdad es que todos podían sentirlo, inclusive olerlo si se les preguntaba, no entendían como entre la dichosa parejita no earn capaces de captarlo.

No es que les insitaran a algo o desearan apresurarlos pero honestamente, comenzaban a desesperarse. Era sorprendente como es que de ambas partes se desprendía tanta inocencia, y tranquilidad; nunca habían pasado de encontrarse al termino de sus entrenamientos, no habían tenido una cita, tampoco se habían tomado de las manos, ¡ni siquiera una confesión! Aunque, no esperaban mucho.

Ni quiera podrían imaginar de que parte vendría tal suceso. Debían hacer algo o eso creyeron, hasta esa misma tarde a finales del verano.

Como era ya una costumbre, los equipos de Volleyball, tanto del Karasuno como el Dateko se encontraban compartiendo un divertido momento despues de sus respectivas practicas. Sin quitarle el ojo  de encima al par de enamorados no oficiales pero si bien conocidos, quienes se encontraban sentados uno al lado del otro en una esquina del gimnasio, totalmente perdidos en su propia burbuja.

—¡SANTA MIERDAAAAAA! –Se escuchó un astridente grito de parte del libero del Karasuno.

—¡Vocabulario, Nishinoya! –Riñó su capitán antes de girar su vista hacia donde los estremadamente abiertos ojos del menor miraban. Diablos, solamente se habían descuidado un segundo.

Y ahí se encontraban el vicecápitan del equipo invitado, y su siempre adorable bloqueador central, compartiendo lo que parecía, y por supuesto era un tembloroso roce de labios; tal vez, el primer beso de ambos. Como cápitan no sabía que sentir pero como amigo, honestamente estaba orgulloso, y hasta un poco celoso, pues lo aceptara o no, Hinata era y sería siempre el blanco de sus más paternales afectos dentro del equipo.

—¡HINATA BOKEEEEEEE! –Fue lo primero, y ultimo que pudieron escuchar antes de notar como el talentoso setter del Karasuno, seguido por los más revoltosos se acercaban al par que para el momento se habían separado; pues debido al repentino grito, el pelirrojo había terminado por golpear su nuca contra la pared, provocando al mismo tiempo un golpe más, esta vez con el rostro de su ajeno. Más especificamente con sus dientes, lo que le llevó a obtener una notoria herida en el labio inferior, una evidencia de lo ocurrido que por supuesto, no tendría muy contento a su mejor amigo.

Eso se iba a poner muy feo, seguro.







[¡Está hecho! 🙌💕🔥🔥🔥🔥 digánme que les a parecido. Me encantaría saber sus opiniones que siempre me ayudan a mejorar.
Honestamente, puede ser corto pero me parece tan dulce que quise compartirlo. ¿Hay alguien más a quien le guste esta pareja? Los leo].

            

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⏰ Última actualización: Aug 02, 2020 ⏰

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