El que medito la venganza, fue aquel que menos se quejo parte 2

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Thor se quedó dormido hasta la mañana siguiente, como era de esperarse, y tuvo que ser despertado por un criado, que se encontraba extremadamente nervioso, sosteniendo un plato de desayuno en una mano y el casco de Thor en la otra; Thor devoraba la carne y la fruta, mientras un pequeño ejército de sirvientas lo ayudaban a ponerse su nueva armadura, para después arreglar su capa, barba y trenzas.

No tuvo siquiera tiempo para ponerse nervioso, cuando llego otro sirviente para llevarlo donde sus padres lo esperaban. No quería sentirse así, eso incomodaba un poco su corazón, pero sabía que su inquietud no se debía al compromiso, sino por toda esa ceremonia, tan diferente al handal, siendo mucho más tensa. ¿Era esa la mejor manera de hacer las cosas, después de todo?

"Tarde a tu propio compromiso", lo regaño Frigga, mientras la tomaba del brazo y las puertas se abrían frente a ellos, mientras Thor trataba de recuperar el aliento. "No es un buen presagio".

"Tuve mis razones", respondió Thor en voz baja y ella le guiño un ojo antes de componer sus rasgos en una sonrisa regia mientras avanzaban, posándose al lado su padre, que estaba con expresión grave y silenciosa. Los ciudadanos aplaudieron y gritaron, mientras ellos se dirijan al alto trono; Era tan parecido y a la vez tan diferente a su coronación fallida, que no pudo evitar tener la sensación de estar soñando todo, y que en cualquier momento se despertaría y se encontraría de regreso en sus propias habitaciones y Loki no sería más que un producto de su imaginación.

Era un pensamiento desorientador, que lo hizo sentir un poco extraño mientras tomaba su lugar ante el trono, al lado del pilar dorado traído especialmente para ese día. Había visto el Cofre de los antiguos inviernos muchas veces en sus visitas a la Bóveda de Asgard, pero se veía muy diferente en ese gran salón. Sin la guardia del destructor detrás, fue más fácil ver qué tan grande era y qué tan fino en sus detalles; era obviamente un cofre, pero contenía un poder que se arremolinaba dentro de él, como un caldero azul de hirviente y cambiante energía, un océano interminable y danzante de luz líquida.

El corazón de Jotunheim. Sería la primera vez que los jötunn lo verían desde que su padre lo había sacado del templo: él y Loki harían sus votos ante él, y con su amor, crearían un nuevo estado.

Thor dejo de contemplar el cofre, para prestar más atención a lo que lo rodeaba, volviéndose consciente de la solemnidad de la ocasión, siendo muy diferente a la de su coronación. Su madre y su padre estaban detrás de él, de pie en los escalones, espléndidos con sus nuevas túnicas, con mirada serena, fijas sobre la multitud; a su izquierda estaban sus amigos, luchando por no reírse cuando les llamaron la atención. A su derecha estaban los señores y damas que habían sido compañeros de los Jarls: Tyr, señor de la batalla, luciendo incómodo con su túnica formal; Bragi, señor de la poesía, tarareando para sí mismo, con su barba gris, bailando hacia arriba y hacia abajo mientras él se movía; Gefjon, Dama de la Agricultura, con un aspecto digno, respetuoso y tal vez... un poco aburrido, con su mirada buscando rostros familiares y regresando a las pesadas puertas al final de la habitación. Aunque había acabado de recorrerla, la habitación nunca le había parecido tan grande, ni el camino tan largo.

Después de una pequeña eternidad de palmas sudorosas y agitación en el estómago, las puertas se abrieron, dejando entrar al Rey Laufey. Él y los jötnar se veían tan imponentemente severos como siempre, pero a Thor no le importo en los absoluto, ni siquiera los labios apretados de Helblindi o la mirada precavida de Skrýmir, ya que detrás de él se encontraba Loki, su Loki, viéndose muy hermoso.

Su kjalta estaba salpicada con perlas y diamantes, brillando como estrellas contra el terciopelo negro y el cuero. Había intercambiado sus joyas doradas habituales, por nácar y zafiros recubierto en platino, con delicados patrones parecidos a helechos, como la escarcha en el cristal de una ventana. Se había soltado la mayor parte del cabello, manteniendo solo una corona de trenzas sobre la cabeza, y adornadas con cuarzo, tanzanita y perlas blancas regordetas, como el agua en deshielo de un glaciar. Su torc era enorme, cubría la mitad de su pecho y se extendía sobre sus hombros, hecho de perlas entrelazadas y escamas de lapislázuli, con el azul manchado de oro fundiéndose con la iridiscente de la madreperla, convirtiéndose en perlas negras y finalmente perlas blancas cremosas. Era un príncipe de hielo, un regalo del mar, envuelto en nieve, escarcha y azul profundo, y el único otro color era el carmesí de sus ojos, y esto dejo a Thor sin aliento.

(Wild Ambition Fortune's Ice Prefers)  LA AMBICIÓN PREFIERE EL HIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora