Virgen.
Así era como la mayoría en el salón de clases me conocía.
No era Jaemin, Jae o el típico chico rarito de las buenas calificaciones, ni siquiera un nerd. Era el virgen. A secas, sin mayores títulos.
Siempre que podían me recordaba...
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💕🦓💕
Virgen.
Así era como llamaban a los que todavía no tenían su primera vez.
La decisión de mantenerme virgen a mis veinte años de edad no había sido fácil. Pero tampoco estaba arrepentido. La mayoría de mis amigos ya habían tenido alguna clase de experiencia sexual y se sentían tan bien con ello que parecía mentira lo orgullosos que se mostraban. Admito que en algún punto la curiosidad sobre el sexo me quería hacer flaquear, sobre todo cuando Jeno y sus amigos charlaban del tema sin filtro. Pero, todo interés desaparecía en el instante en que me miraban y abrían sus bocotas para burlarse de mí por ser un inexperto.
¿Había realmente algo de malo con que todavía fuera virgen? Al parecer sí. Porque por mucho que me esforzara en defender mi punto sobre no estar interesado en el sexo, mis amigos me atacaban sin cesar diciendo que estaba gastando los mejores años de mi vida al no tener relaciones. Naturalmente al principio los mandé a la mierda y creí que era una completa estupidez.
Sin embargo, entre más me lo decían, más creía que quizás no estaban tan equivocados.
Pero, es que ¿Qué esperaban? ¿Qué fuera por la vida gritando que deseaba tener sexo? ¡No! ¡Qué horror! No era tan sencillo. Jeno podía insinuarlo porque era un jodido adonis, todos los días salía de fiesta y tenía la oportunidad de darse a quien quisiera. Yukhei por otra parte tenía pareja y Mark estaba tan clavado con Haechan que dudaba que precisamente se limitaran a estudiar cada vez que se iban a repasar a su casa.
Yo en cambio lo único que tenía eran un montón de ganas por ver anime y hojearme la última manga de Junjou Romantica. Pero nada más. No tenía un ex caliente que me llamara por las noches ni un crush que correspondiera mis sentimientos.
No tenía nada aparte de mi soledad.
Y no me mal entiendan, no estaba insatisfecho con mi estilo de vida o molesto por mis pocas ganas de tener sexo. Vivía tranquilo y sereno, hasta que Jeno llegó a nuestro Instituto y puso a todos de cabeza con su carisma y su actitud de auténtico hijo de puta.
