Pasos para enamorarte... Y luego él te ve la cara. (Historia Corta)

Paso 1:

Paso 1:

Paso donde nos "conocemos". A esto me refiero a cuando tienes la primera impresión del chico, empiezas a conocer sus aspectos tanto físicos como emocionales. El gusto empieza principalmente por la supuesta "química".

Tú, un chico que pasaba desapercibido a pesar de tu aspecto agradable. Escondías bajo tus ropas  flojas una personalidad encantadora y dulce. 

Nos conocimos hace mucho tiempo realmente... eras el niño que me gustaba y me hacía sonrojar cuando era una pequeña niñita. Le comenté a mi amiga que me parecías tan guapo... que con tan solo verte mi corazón se volvía loco y empezaba a latir a mil por hora. —Esa emoción duro unas tres semanas... máximo—.

El primer día de nuestro curso de inglés te vi al entrar al aula y me flechaste —de nuevo—. Llevabas puesto unos jeans azules, tus zapatos negros de caña alta, una camiseta roja, y tus adorables anteojos azules.

Estabas serio y algo nervioso como todos aquel día. Me senté detrás de una de una chica pequeña —la cual tiempo después se convirtió en una amiga genial— y junto a otra chica emo-rockera—que resultó ser una muy linda chica—mientras tú te encontrabas al otro extremo de la clase.

La profesora nos hizo explicar porque queríamos estudiar el idioma más hablado en todo el mundo, y que expectativa teníamos cuando creciéramos. Te pusiste de pies y pronunciaste tu nombre —ese nombre que se quedaría en mi mente por muchísimo tiempo—.

Te veía con disimulo todas las clases, sonreía como idiota, y a veces imaginaba cosas sin sentido pensando en ti.—cosas de las que no estoy muy orgullosa...—.

Estabas gustándome y no podía evitarlo.

Lo único malo de todo lo era que ni siquiera me "conocías". No hablábamos casi nada, solo era el "hola" de compromiso y además eras muy tímido y cerrado.

Me frustraba esa manera de ser tan callada que tenías. Sentía que me ignorabas o algo por el estilo.

Recuerdo bien el día que nos quedamos los dos solos, esperando a que nuestros padres nos recogieran. Me acerque tímidamente, y al vernos sonreímos mutuamente. Empezamos a hablar acerca del colegio, las calificaciones, los profesores, y luego pasamos a la vida personal—en mi humilde opinión la mejor parte—. En fin, ese día te conocí formalmente y mi estómago empezó a dar una revolución que —para mi mala suerte— hasta ahora sigue un poco presente.