- Heaven.

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Un cielo despejado, era un lindo día. El sol estaba radiante y se escuchaba a los niños pequeños corretear por el hermoso parque en el que se encontraba Yeonjun.

Observaba maravillado la vista que tenía arriba de él mientras su cuerpo reposaba en el césped y sus manos hacían el trabajo de ser la almohada de su cabeza. Miles de cosas se le venían a la mente, pero no es que fueran de un tema diferente. Todo en su cabeza tenía relación con Beomgyu, su Beomgyu, su ángel.

— ¡Yeonjun! — Escuchó la voz del chico que invadía sus pensamientos y lo vio aproximarse hacia su ubicación. — Hola, cariño.

— Hola, ángel. — Desde que tiene memoria usa ese lindo apodo con el más bajo.

Como de costumbre, empezaron a hablar sobre su día, mucho más Beomgyu pues Yeonjun no solía compartir mucho de su día a día. Además, le gustaba escuchar la alegre voz de su novio.

Siempre sintió que volaba a su lado, el tiempo pasaba rápido pero lento a la vez. Era una sensación relajante y satisfactoria. Ambos estaban hechos a medida para el contrario, como el alto solía decir, el cielo envió al menor para estar con él y luego fue cosa del destino que se encontraran.

— En serio eres muy lindo, ¿estás realmente seguro que no eres un ángel y que tus alas no están ocultas tras tu espalda?

— ¡Hyung! — Reclamó el tierno chico con sus mejillas coloreadas de un lindo tono rosa. — Ya le he dicho que no soy un ángel. Y no digas este tipo de cosas tan fácilmente, parece que está bromeando.

En los años que llevaban juntos, Yeon se dio cuenta que era realmente fácil avergonzar a su pequeño Beomgyu. El cielo le había dado todo a su pareja, una preciosa personalidad, una linda apariencia, inteligencia... Se prometió que nunca lo lastimaría pues era como un vaso de cristal para él, incluso cuando lo abrazaba siempre cuidaba de no apretarlo demasiado contra su pecho.

Se quedaron hasta tarde sentados en el parque, se observaban unas preciosas estrellas en el cielo que por la hora se tiñó de un morado oscuro. Pero desde la mirada del más alto aunque las pequeñas gemas arriba de ellos estaban tan hermosas y deslumbrantes, su belleza no era comparable con la de la persona a su lado.
Cuando las luces que iluminaban el parque se apagaron y su menor le regaló una sonrisa antes de irse de allí, pudo despertar.

Dirigió nuevamente su mirada a la noche estrellada, sus ojos brillando por el agua acumulada. Vio a su ángel allí, como una foto en su mente. Los puntos destellantes que iluminaban el manto negro sobre él perdían su intensidad, al igual que la bella luna.

Todo estaba más oscuro ahora sin la presencia de su amado. Antes aunque toda la iluminación se fuera, su sola compañía iluminaba todo pues era una estrella caída del cielo para el chico. Yeonjun sonrió con tristeza y se dijo "ya no está aquí" mientras cerraba sus ojos.

Maldijo en voz baja.
Pudo sentarse mucho más cerca, pudo encerrarlo, aferrarlo a él, abrazarlo y todo para que no se fuera de su lado. ¿Por qué si el mundo le había dado al chico de la nada se lo quitó? Un recuerdo de su sonrisa llegó a su mente y le permitió respirar.

— Supongo que es porque los ángeles tuvieron que volver al cielo...

Susurró para él mismo y la lágrima que estuvo aguantando por ese tiempo al fin pudo salir mientras se hundía en el césped del parque en donde él y su difunto novio solían pasar tiempo.

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