La fierecilla domada por Adri 1 y 2

45 - Un nuevo trabajo

Volví a la casa solitaria de mi tía en Alcobendas. Ahora me parecía todo tan solo y frío. Había sido una experiencia encantadora estar con mis hermanos. Todo el mundo habla pestes de sus hermanos y esta gente se llevaba bien. Seguro que había algo que tenían que ocultar, pero no estaba arrepentido que mi padre no me hubiera rescatado. Algún fallo habría, pero no lo veía. Ya estaba como mi tía, que decía todo el tiempo que era mala persona. Miré mi teléfono. Estaba encantado con él. Tenía que llamar a mi padre en Córdoba, pero me parecía raro hacerlo con el teléfono que me había dado mi otro padre. Estaba confuso. Miré el almanaque de la pared, pronto terminaría el mes. Tendría un teléfono fantástico, pero no podía pagar la línea si quería llegar a septiembre con mi dinero. Quizás lo podría vender si hiciera falta.

Llamé a Emily. No quería establecer una video llamada, pero yo la necesitaba ver y escuchar.

-No me he arreglado y paso de videos ahora! Sonó cansada por llamada convencional.

-Yo estoy embarazado!

Se rio, me preguntó de quién.

-Estas diciendo mentiras y yo también. No puedes estar fea. Para mí, no. Quiero verte. Aunque te hubiera atropellado un camión me parecerías... Vaya había metido la pata, me temo.

-Sería un cadáver! Cortó ella.

-El cadáver más bonito del mundo! Observé con una risa.

-Encima tengo un novio que le va eso de los cadáveres. ¿Cómo se llama? Dijo en voz alta.

-Necrofilia!

-Eres un pervertido. Nadie sabe cómo se llama eso, menos tú.

-Soy un chico listo. Sólo me gustan las chicas guapas.

Qué cojones quería mi padre Carlos de mí el lunes a media mañana con tanta urgencia. Fui a toda velocidad. Decidí que para distinguirlos poner, Papá J.A.. No lo hice. Estuve tentado. Me debatía entre aceptar tener dos padres que nadie tenía y me parecía gracioso y sentirme jodido por no tener las cosas claras.

Había una lista de cosas que debía hacer, como entregar determinados documentos a determinadas personas y lugares. Según me dijo Carlos, se trataba de facturas, a veces de impuestos.

-Y no podría hacerlo por el banco y por internet?

-Supongo, pero Papá lo quiere así. Dice que el banco necesita tiempo y los documentos no se ven bien escaneados.

-Tendrá un escáner malo o no sabrá usarlo!

Carlos estiró los labios.

-Es incompatible con las nuevas tecnologías! Comentó mordaz

-Vale, de acuerdo, los llevaré.

Me tiré dando vueltas por Madrid horas, pero lo entregué todo. Codifiqué a un contacto, Papá C. Envié un mensaje diciendo que todo estaba terminado. Me disponía a irme para casa, pero recordé que andaba escaso de dinero y comida. Le sugerí comer juntos. Dijo que avisaría en casa que comería con ellos.

Aún me parecía raro llamar Papá a alguien que no conozco demasiado. Hoy la cosa era distinta. La magia de la navidad ya no estaba y los hermanos se estuvieron tirando tiritos y porfiando entre ellos. Sofía reprendió a su hijo que estaba demasiado tiempo con su novia y debía estar un poco más con la familia.

-He pasado casi dos décadas con la familia. ¿Qué quieres? ¿Qué me traiga a mi novia aquí?

Sofía estuvo a punto de escaparse algo de su boca, pero se contuvo. Le reprendió su contestación de manera suave. El almuerzo terminó y tras llevar el plato a la cocina, volví para hablar con mi padre.