Me tomé mi tiempo para ducharme.
Al salir, pasé casi veinte minutos frente al ropero decidiendo que iba a ponerme.
"¿Desde cuándo me importaba tanto la manera en la que lucía?"
Sacudí la cabeza desechando el pensamiento y me concentré en el vestido verde menta que tenía frente a mí.
Me enfundé en él y luego me miré en el espejo. Era corto y dejaba ver lo único que me gustaba de mi cuerpo: mis piernas. Era holgado y suave. Me gustaba la manera en la que disimulaba los kilos que tenía de más.
Nunca había sido una chica muy delgada, tampoco era muy ancha, pero mis curvas eran muy marcadas. Era muy diferente al tipo de cuerpos que se estereotipaban como "Perfectos", pero no me sentía mal con mi aspecto.
Me puse unas balerinas en color beige y alisé mi cabello a la perfección. Me di cuenta de que mi flequillo necesitaba un corte ya que me llegaba abajo de la nariz, así que decidí prenderlo hacia a un lado con un pasador.
Me maquillé un poco más de lo normal poniéndome un poco de delineador sobre la línea de las pestañas y un color de labios rosa pálido que combinaba perfecto con el color de mi piel.
Rocié un poco de perfume sobre mi y me miré.
No lucía tan mal como pensé que luciría y sonreí.
—¡_______! —Gritó mi madre desde la planta baja de la casa —, Lizeth está aquí.
—¡Ya voy! —grité tomando mi bolso y metiendo dentro mi cartera, mis llaves y la barra de lápiz labial rosa.
Bajé las escaleras y besé a mi madre.
—¿Qué te pusiste? —preguntó ansiosa.
Sonreí y dije —Mi vestido verde menta con las balerinas que compramos en el centro comercial.
—¡Debes verte preciosa! —dijo acariciando mi mejilla. Sonreí con aprehensión y volví a besar la mejilla de mi madre.
—Dile a papá que vuelvo temprano y que debe dejar de trabajar tanto —dije.
—Yo le diré, princesa. Diviértete que Patricia y yo vamos a charlar mucho ésta noche. —dijo mi madre.
Se habían puesto de acuerdo para reunirse en casa de ella para charlar mientras Joel y yo salíamos con mis amigos.
Al llegar al lugar, lo único que hacía era buscar el auto de Marina.
—¿Estás bien? —preguntó Lizeth cuando vio que no me movía de donde estaba.
—S-Si. Invité a Joel, pero no ha llegado —dije buscando entre la gente.
Lizeth sonrió diciendo con los ojos entornados. —Tranquila. Vendrá.
Me sonrojé por completo. Debía lucir desesperada para que Lizeth me mirara de aquella manera, así que me obligué a mi misma a no buscarlo entre la gente cada cinco minutos.
Una figura alta se impuso entre la gente.
Vestía unos vaqueros negros, una camisa blanca y una chaqueta de piel. Su cabello negro se rizaba de las puntas. Su piel resplandecía a la luz de las farolas de la calle y sus ojos color miel lucían cálidos a pesar de estar fijos en la nada.
El corazón me dio un vuelco. ¿Acaso siempre tenía que lucir tan encantador?
Caminé hasta él y él sonrió. De nuevo ahí estaba aquella sonrisa encantadora en sus labios. Aquella que me robaba el aliento.
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Though I can't see you- Joel Pimentel
Fiksi PenggemarDesde aquel accidente automovilístico, Joel Pimentel había pasado de ser un chico fuerte, altanero, arrogante y decidido, a ser un pobre chico enfadado con el mundo, huraño, solitario que parecía que lo único que quería hacer era morir... Había pérd...