Capítulo 39: La última palabra.

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Uff, que bueno que si encontré tiempo para actualizar. Por poco y no hay capitulo esta semana.

Un saludo a todos, feliz navidad para aquellos que la festejen y feliz año nuevo.


A la mañana siguiente Shen se despertó primero, observó a Elizabeth dormida a su lado por un rato, se levantó y colocó su ropa en silencio. Se dirigió a su habitación y se apresuró a tomar un baño. Mientras el agua escurría por su cabeza, el dragón pensaba en lo ocurrido. Por una parte se sentía culpable y creía que era un error y por otra, estaba más feliz que nunca en su vida. Algo si tenía claro, Elizabeth podía confundirlo por completo y ya tenía mucho poder sobre él. Había roto varias reglas de Xing por ella y siempre que estaba cerca era como si su ira se desvaneciera en el aire. Ya no le quedaba duda alguna, estaba enamorado de ella. Se burló de sí mismo un poco, el poderoso Shen el dragón fantasmal, novena estrella guardián, considerando el más feroz entre ellos y temido en todo el país, a merced de la voluntad de una niña.


Cuando terminó su baño, salió rápidamente, secó su cabello y lo recogió con una liga dejando su rostro al descubierto, cosa que jamás había hecho antes. Se colocó una remera blanca junto con unas bermudas negras y bajó con total normalidad. Abajo, las pocas hadas que se encontraban despiertas se encontraban muy ocupadas, el desayuno estaba casi listo, mientras se preparaban para dejar la ciudad durante la tarde.


—¡Ahhh! ¿Ya estás despierto? —preguntó Mirajane saliendo de la cocina.


—S-si, respondió el mago. ¿Puedo ayudar en algo?


—¡Seria de mucha ayuda! Por favor, lleva estos platos a la mesa.


La albina entregó una enorme pila de platos al dragón y luego regresó con a la cocina tan rápido como salió.


—¡Por cierto! Me gusta tu nuevo look —dijo asomando la cabeza antes de desaparecer.


Shen puso las cosas en su lugar con calma mientras Erza pasaba revisión a sus maletas y pequeños souvenirs conseguidos durante su estadía y Kinana revisaba cualquier cosa que pudieran olvidar. Concentrado en sus deberes, el joven no notó cuando Elizabeth bajo de un salto las escaleras y se acercó a él.


—¡Buenos días! —dijo con alegría casi palpable.


La pelirosa tocó la espalda de Shen tomando con la guardia baja al mago, una corriente eléctrica recorrió su cuerpo desde la espina hasta la cabeza, apretó los dientes con rapidez y el plato en sus manos se hizo añicos con facilidad. Las mujeres voltearon al escuchar el crujido del utensilio romperse, Shen dio media vuelta y se encontró con la pelirosa sonriente.


—B-buenos días —contestó tímidamente. «¿Qué me pasa? ¿Por qué estoy tan nervioso?»


La joven inclinó su cuello un poco y los ojos de Shen casi salen de su lugar, a mitad del cuello, Elizabeth tenía un pequeño chupetón. Shen se golpeaba una y otra vez por dentro como castigo por no haber medio sus acciones la noche anterior.


—¿Ocurre algo? —preguntó Erza.


—N-nada, todo está bien —contestó Shen a prisa.


El mago hizo señas a la joven, cuando ella se dio cuenta entró en pánico también, buscó algo con que cubrirse.


—¡Hey! ¿Qué hay? —saludó cierto pelirosa.


El alma de ambos casi abandona su cuerpo sólo de escuchar la voz de Natsu, el mago de fuego bajaba aún adormilado por las escaleras seguido de varias personas.

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