Desahogo

54 1 4
                                    

Me empezó a gustar alguien.

Suena genial, ¿No?

Pues así era.
Era.

Los pongo en contexto:

"Ultimo día de clases".
(Antes de las vacaciones
de invierno, por supuesto).

El día anterior había ido a comprar chocolates, pensaba dárselos al chico que me gustaba (pero en la posada, que era un día después del último día de clases).

Me levanté emocionada, era el último día de clases, por supuesto.

Fui a la escuela, normalmente llego temprano así que me senté a esperar a los demás. En eso llegó él. Maldita sea.

Casualmente lo miré, fijandome en lo perfecto que era. . .estaba tan equivocada.

Llegaron mis amigas, hablamos y sonó el timbre. Fuimos a nuestro salón y llegó la maestra de Física.

Su clase iba normal, hasta que en cierto punto (algunos de mis compañeros, incluído él, extorsionaban a mis amigas, ya que ellas cuando se decían sus secretos, por lo visto no sabían susurrar y ellos se terminaban enterando) la maestra los vió en medio de una extorsión, y la maestra nos dió una plática sobre el porqué eso estaba mal y demás.

Yo les dije que iba a involucrar a la psicóloga porque eso no estaba bien, hasta que él me suplicó/amenazó.

—¡No le digas a la psicóloga!—se le notaba un poco asustado, le volví a decir que si le diría, porque no es justo, yo en ese momento apenas me había enterado, antes de eso no sabía ni madres. Se acercó un poco a mí y me susurró—. Si le dices a la psicóloga diré todos tus secretos.

¿Acaso eso era una extorsión?
¿O exagero?

—¿Qué secreto tienes mío?

—Preguntale a tus amigas.

—QUE. SECRETO. TIENES. MIO —no grité, solo había alzado un poco la voz.

—. . .Ahorita te digo.

La maestra prosiguió con su clase al concluir la plática.

Pasó la clase y le pregunté sobre el secreto.

—Preguntale a tus amigas.

—Dijiste que tú me ibas a decir.

—No, ahora ellas van ya decir.

Les llamó la atención a ellas y les dijo lo mismo que a mí, se negaron de inmediato. Y de pronto el otro extorsionador se unió a la conversación.

—Si díganle, se lo merece porque las traicionó.

—Callate pendejo, no seas mentiroso.

Nunca las traicioné, simplemente me cambiaron de lugar y por esa puta razón ya no me hablan.

Yo como siempre no comprendía nada. Ignoré lo ocurrido y me enfoqué en la clase.

En el recreo mis amigas me hablaron y me contaron todo.

Le habían dicho que me gustaba. Y para rematar el me insultó, no diré con que palabras.

El día pasó muy rápido. Llegué a mi casa, mi mamá se fue y empezé a llorar mientras me comía los chocolates que le iba a regalar.

Si no te gusto está bien, pero lo que tú hiciste. . .

Eres una mierda de ser humano, no entiendo cómo me llegaste a gustar.

Púdrete.

"diario"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora