Aquella felicidad que Lee Jeno daba por perdida ahora se hallaba justo frente a él, bailando bajo la nieve, la luna y los faros que decoraban el parque esa noche.
Sentado sobre el columpio, el mayor veía al otro chico tirarse del tobogán del parque que se suponía debía ser solo para niños. ¿pero quién les diría algo? nadie estaba ahí, solo ellos.
Jeno sabía que debía decir algo, pero sentía que no podía, las palabras se atascaban en su garganta al intentar hablar, sus mejillas tintadas de un tono rosado aunque dijera que "era por el frío" sabía que mentía, eso podía saberlo el menor.
Jaemin se detuvo frente al mayor, tomó su cara entre sus manos al verlo como veía a un punto no específico. "¿estás bien? ¿en qué piensas?" Interrogó con curiosidad y algo de preocupación el menor de ambos, acariciando sus mejillas y acercándose más.
"no, nada... solo que hay cosas que quiero decirte... pero... no sé qué son." Jeno se limitó a levantar su cara un poco para ver sus ojos, aquellos ojitos que lo tenían completamente enamorado, que lo volvían loco cada que los veía. entrelazó sus manos junto con las del menor y empezó a subir hacía la plataforma más alta del parque, sentándose ahí y a su lado, el menor.
solo se escuchaban sus respiraciones, algunos autos pasando y los ruidos de los animales, los cuales parecían estar cerca, pero sentían como se escapaban de ellos.
Jaemin recostó su cabeza en el hombro del mayor, sonriendo sin alguna razón, entendía a qué quería referirse al mayor, y sin hablar más, volvió a tomar su mano y dejó un beso en su mejilla, sonriendo después de eso viendo al mayor bajar su mirada.
"supongo que debo decirte, pero ningún sonido quiere salir de mi garganta, incluso si sé que debería decirlo algún día, no puedo evitar ponerme nervioso solo con pensarlo. escuchar tu voz decirme "te amo" aún sea como una broma, hace que mi corazón empiece a latir mil veces por segundo. si cierro mis ojos, podré recordar todo por lo que pasamos. Así que hoy siento que debo decirte esto, aunque mi mente dice que no debería, no puedo evitarlo, me niego a perderte otra vez... Siento como si fuera una pesadilla alejarme de ti, no quiero y no pienso que pase una vez más..." Jeno hablaba con su voz algo ronquita, diciendo todo lo que alguna vez quiso decir pero que no pudo, haciendo que Jaemin se sonrojara e hiciera que cada vez que hablaba se enamorara más de su mayor.
"hmm... ¿y a qué quieres llegar con esto?" Jaemin sonrió, Jeno lo sabía aunque no levantara su vista de sus piernas. volvió a inhalar y decidió encarar al contrario. "Lo que quiero decir es que... mi vida ha sido contigo y quiero que así sea siempre, pude haber estado con alguien más pero aún así nunca sentía lo mismo que estando contigo, supongo que me enamoré de ti. Y no me molesta, en realidad, me gusta mucho este sentimiento pero se sentiría mejor si supiera que es correspondido" el mayor tuvo una pausa, mirando los ojos de Jaemin una vez más, veía un brillo en ellos, un brillo tan hermoso que deseaba ver todos los días, quería provocarlo él y solo él.
"El punto de esto es, Na Jaemin; yo, Lee Jeno estoy profundamente enamorado de ti, desde cuándo te Vi, hasta ahora, y puedo asegurar que cada vez más se intensifica lo que siento por ti. deseo saber si sientes lo mismo porque yo realmente quiero saber y me gustaría que fueras mi novio porque eres tan lindo y tan perfecto de todas las maneras que haces que mi corazón enloquezca cada vez que yo te vea y-" Jaemin lo calló con un beso, uno realmente tierno y de una duración algo corta. Esta vez, el menor tomó la palabra "Si, Lee Jeno. Yo, Na Jaemin, deseo ser tu novio, y si, también siento lo mismo y realmente es lo mejor que me pudo haber pasado..."
Jeno volvió a besarlo, y Jaemin sin dudar correspondió.
todo se sentía tan correcto, bajo la luz de la luna y de los faroles, la leve nieve que caía sobre ellos haciendo el momento tan mágico que ambos chicos serían incapaz de olvidarlo todo.
un 25 de diciembre, a las 12:02 a.m., Jeno le pidió al chico del que se enamoró toda su vida que fuera su novio, y Jaemin no podía estar más feliz que esa noche en la que ambos estaban solos, sin necesidad de algo extravagante o muy preparado y vistoso. Jaemin sentía que todo estaba a la perfección, y sabía que Jeno sentía lo mismo por la manera en la que lo miraba cuando se tiraba del tobogán y caía en la nieve, siendo seguido por el mayor que se acostaba a su lado.
Jaemin tenía el mejor regalo que alguna vez pudo obtener. Ese regalo tenía nombre y apellido, y se llamaba Lee Jeno.