Mistletoe

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La noche fría había caído en Karmaland

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La noche fría había caído en Karmaland. Los copos de nieve, cayendo lentamente impulsados por el viento, chocaban con suavidad contra la nieve del suelo. La luna brillante siendo reflejada en el mar de Willy y en los muchos lagos y ríos. Uno de esos ríos era el que pasaba por delante de la casa de un chico llamado Rubén, aunque en Karmaland todos lo llamaban Rubius.

Estaba arreglándose la ropa, a punto de irse a la cena de Navidad que había preparado Vegetta en su casa. Debía verse presentable, ya que quería que el azabache notase que se preocupaba por su apariencia, y también que lo viese guapo, guapísimo.

ー Puto Vegetta. ー Dijo en voz baja el castaño, mientras se intentaba cepillar el pelo lleno de nudos. En ese momento su perro Coringa ladró hacia él. ー Lo siento, lo siento, aquí no se dicen palabrotas. Pero es que necesito que Vegetta me vea bien. Para que me vea guapo y se enamore de mí. Si es que ya no lo está.ー Soltó una pequeña risa y se miró al espejo, haciendo una expresión de seductor. ー Hola Vegetta, me encanta tu casa. ¿Quieres ver la mía? Mi casa, digo. ー Se rió de sí mismo junto al espejo. A pocos metros de él estaban su perro y su cerdo, Juan Carlos mirándolo, qué vergüenza daba el pobre.

En ese momento sonó una musiquita, proveniente del móvil de Rubius. Se acercó a él y lo cogió.

ー ¿Aló? ー Contestó para después volverse a mirar al espejo, esperando a oír alguna voz del móvil.

ー Rubius, ¿estás ya?ー Escuchó la voz de Mangel al otro lado.ー Estamos yendo hacia la casa de Vegetta. Faltas tú, tío.

Antes de que el castaño pudiera contestar escuchó otra voz. ー ¿Con quién hablas, cariño? ー Era la voz de Lolito, que acompañaba a Mangel.

ー Con Rubius. ー Le contestó Mangel.ー Bueno, que... ー Lolito cortó a Mangel arrebatándole el móvil.ー ¡Lolito! ー Se le escuchó de fondo.

ー¡Rubius, lento! ¡A ver si espabilas ya, coño! ー Gritó al micrófono del móvil, dejando al castaño sordo.

Colgó la llamada por el susto. Ese Lolito sí que estaba loco. Aún no entendía cómo a Mangel le seguía gustando ese psicópata. Rubius suspiró y se volvió a mirar en el espejo. Sonrió para sí mismo, orgulloso y valiente. Se colocó bien la gorra, se despidió de sus queridas mascotas y salió de su casa.

De camino iba observando el inmenso cielo estrellado. Todas esas estrellas le recordaban a él. Le encantaba ver esos ojos púrpuras brillando cada vez que se sentía feliz. Deseaba llegar ya a su destino, poder saludarlo, abrazarlo, besarlo... Se dio una bofetada a sí mismo para que sus pensamientos no fueran más allá.

Pudo llegar sin problemas y sin tener que pelear con ningún monstruo por el camino. Ya estaba delante de la mini granja y las escaleras que parecían que llevaban al cielo. Decidió subir por el ascensor.

Mistletoe - RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora