...Esponjoso

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Giorno estaba bastante nervioso, era algo que Mista podía señalar, aún cuando todos los ahora familiares del rubio expresaran su admiración hacia el rubio gracias a su expresión apacible y tranquila. Nadie más que el azabache parecía notar como de manera inconsciente y constante jalaba la manga de su clásico saco rosa y de cuando en cuando rozaba sus delgados dedos con el nacimiento de su patilla, cerciorándose de que su peinado estuviera en orden. 

Joseph entró entonces a la oficina donde estaban instalados, con una sonrisa de sincera emoción, —Jonathan está listo, ¡vamos!— 

Jotaro asintió, y Josuke palmeó suavemente a Giorno en la espalda. —¡Es el momento! ¡Síguenos!— 

Giorno asintió suavemente, el manotazo lo había despertado de su shock. Los japoneses tomaron la delantera entonces, y Giorno simplemente se limitó a seguirlos a las espaldas, con Mista a su lado. El pistolero colocó delicadamente su mano en el hombro del rubio a fin de evitar asustarlo, y cuando la mirada celeste del precioso joven se posó sobre él, señaló su boca con su mano libre e hizo el gesto de marcar una sonrisa. Giorno se contagió por la expresión y emitió una sonrisa pequeña y liviana, asintiendo. 

Caminaron por el pasillo alfombrado mientras las cálidas luces de las lámparas bañaban la procesión. Giorno sentía su corazón latir pesadamente, casi al punto en que le dolía el pecho. Ciertamente estaba demasiado nervioso, y no sabía definir por qué, situación misma que le molestaba en gran manera. No poder conocer sus emociones era razón misma para perder su control. Eran demasiadas circunstancias juntas. Todos estos altos muchachos eran desconocidos totales hace semanas y recién su llegada el día anterior, lo trataban como un integrante más de su familia, situación que era bastante cierta, pero no dejaba de sentirse extraña. Y luego, se entero que quien creía su padre no era su padre, o mejor dicho, era su padre a medias, pues había otra personita quien todos señalaban como su figura fraterna. Así que su concepción misma era un milagro de la ciencia, y si los investigadores de la fundación Speedwagon no le encontraban una respuesta razonable a todo eso, entonces él tampoco buscaría darle un sentido.

Pero lo importante era esta persona. Si bien había conocido a sus tres contemporáneos inmediatos la noche anterior, no le habían permitido conocer al muchacho de cuyo cuerpo venía. Si, entendía muy bien por qué a ambos les habían tenido que dar una terapéutica plática de 4 horas en la mañana de ese día, pero sabía muy bien que ni todas las largas conversaciones que había tenido servirían en el momento en que se encontrara con él. Además, tendría que quedarse solo. Y según le dijeron, el muchacho era dócil como un cachorro y sin dudas le amaría al instante, pero seguía teniendo cierto miedo, algo que probablemente tenía que ver con su rechazo durante la infancia por parte de su progenitora. 

Y no queria admitirlo, pero muy en el fondo de su corazoncito juvenil deseaba tener la oportunidad de decirle papá a alguien que no estuviera atrapado en una fotografía, tuviera una cabeza rubia o no. 

Joseph tocó a la puerta, y de inmediato escuchó unas risitas femeninas acompañadas de una tímida risa masculina. La puerta se abrió y Jolyne rió confidentemente con Josuke, mientras empujaba a Jotaro y Joseph para abrirse paso, tomar de la muñeca a Giorno y jalarlo hacia la habitación. Giorno sólo se dejó hacer mientras miraba con cierta súplica a Mista.

—¡Avanza, tortuguita!— rió ella al tomarle de los hombros y literalmente empujarlo hacia la habitación, siendo esta cerrada por Josuke una vez que él estuvo dentro.

—¡Volveremos en un rato!— cantó Joseph —¡Llámennos si necesitan algo!— 

Y después, la manada de risas provenientes de 3 Joestars y un italiano se fueron alejando de la puerta de madera. Pero Giorno apenas y se percató de ello. Su vista estaba fija y concentrada en el muchacho gigante que estaba de pie frente a él, a cierta distancia, pues se encontraba justo entre una mesa y una silla donde, además de una silla para un acompañante, donde presumiblemente Jolyne estaba ubicada momentos anteriores, había una tetera humeante, dos tazas y de porcelana extremadamente finas y dos platos ornamentados con un pudín armoniosamente decorado y un pastel de chocolate con fresas en el otro. 

Giorno tiene un papá...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora