T r e i n t a y c u a t r o

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Los dos han estado esperando por ti más de dos días y contando. Tú hijo estaba sentado debajo de un árbol con la barbilla apoyada en las rodillas. Mientras el joven guardián estaba posado en el mismo árbol, echándote un vistazo.

Jef se levantó y dio un paseo. Jack miró a su propio hijo y trató de llamarlo, pero no respondía. Suspirando profundamente, el espíritu invernal saltó y voló hacia Jef.

-¿Y a dónde crees que vas?- preguntó Jack mientras volaba al lado de Jef.

-A caminar....- murmuró y se metió las manos en los bolsillos. -¿Cuándo crees que volverá?-

-No lo sé pequeño ...- Jack susurró y se tumbó boca arriba, todavía en el aire.

-¿Crees que ella- no sé ... se fue? Quiero decir ...-. Dijo Jef preocupado y miró a su joven padre.

Jack sonrió, pensando en lo que dijo su hijo. Sacudió la cabeza y lo siguió con una leve risa.

-Ella no haría eso-. Él respondió y su rostro de repente frunció el ceño. -¿Cierto?-

Jef se rió en voz alta y dejó de caminar. -Sí ... ella no hará eso-. El Repitió.

Los dos muchachos hablaban como si fueran mejores amigos. Se burlaban, reían y jugaban. Este había sido el mejor día que había tenido el espíritu de invierno desde que salió del lago. Descansando debajo del árbol, Jef miró en todas direcciones.

Jack notó que hay algo algo incomodaba al niño. Para hacerlo emocionante, el joven guardián arrojó una bola de nieve y golpeó la cara del niño.

Gimiendo, Jef se levantó e hizo uno de igual manera. Estaba a punto de lanzarlo cuando notó que Jack desapareció.

-¡Bien! ¡Adelante, escóndete! Solo voy a tocar música...- dijo y se recostó en la nieve.

Sacó la flauta plateada y miró su nombre. Todavía estaba tratando de ver las letras borrosas al final. Todo lo que podía leer era "Jef Wynter".

-¿Cuál es mi apellido?- pensó y sacudió la cabeza.

Se acercó la boquilla a los labios y comenzó a tocar. Lentamente cerró los ojos y escuchó su propia música. Duró un minuto y la canción se detuvo al igual que el viento. De repente, escuchó un susurro en algún lugar cerca de él. Rápidamente se levantó y se alejó del lugar.

-¡Jack!- gritó pero nadie respondió. -¡Maldita sea Jack!-

Entonces oyó una risa traviesa sobre él. Levantó la vista y vio al joven guardián que lo señalaba mientras se reía.

-¡Deberías haber visto tu cara!- Jack dijo y saltó hacia abajo.

-¿¡Qué diablos estás haciendo!? ¿¡Querías darme un susto de muerte!?- regañó Jef y golpeó el pecho de su padre.

-Sí. Si quieres decirlo así-. Dijo y sacó la lengua.

Desde la penumbra, había algo caminando hacia ellos. Escucharon que las rocas se movían y las hojas de los árboles crujían. Se miraron y se señalaron el uno al otro.

-¿Estás haciendo otro truco, ¿no?- se dijeron uno a otro, pero pronto se dieron cuenta de que no era ningún truco.

El espíritu de invierno cubrió la boca del niño y se escondieron detrás de los arbustos y árboles. Jef guardó silencio al igual que el joven guardián. De repente, vieron unas orejas largas y esponjosas no muy lejos de ellos.

Se miraron de nuevo y volvieron a mirar las largas orejas. -Espera ... sé quién es...- Susurró Jack y entrecerró los ojos.

-¡Es el canguro de Pascua!- añadió.

•Padres Guardianes Adolescentes• | Jack FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora