- ¿Ah?, ¿de qué demonios estás hablando Sebastian? - de forma incrédula le pregunto ante lo que me ha dicho.
- Es como le he dicho amo - con una sonrisa cínica me contesta
- Imposible. Trece años viviendo en esta casa y jamás oí de tal cosa - frunzo el ceño ante semejante extrañeza.
- Hasta la persona más seria tiene sus peculiaridades - esto lo dice como refiriéndose a alguien más...
- Pero no mi padre - alzó una ceja con ironía - por supuesto tuvo un lado oscuro por su labor al ser el "perro guardián de la reina", pero ¿esto? Es absurdo.
- No estoy mintiendo, si eso es lo que está insinuando. No puedo, ¿recuerda? – y no puedo dudar con esa razón bien dicha, más su tono que va en serio.
- ¡Ag! ¡Bien! – Revuelvo un poco mis cabellos por la frustración – tengo que verlo ante mis propios ojos. Sebastian – lo veo con seriedad – es una orden, llévame a ese lugar.
- Como ordene – sonríe triunfante haciendo una reverencia.
Sin decir palabra alguna, me dejo guiar hasta lo que parece conducir la parte subterránea de la casa, donde se encuentra la reserva de los vinos.
Con dudas en la mente, mantuve el silencio antes de silbar alguna incógnita.
Bajamos las escaleras, topándonos con la enorme puerta donde él las abre para dejarme acceder lo cual hago sin rechistar hasta que del mismo modo, la cierra dejándonos a los dos totalmente dentro.
- ¿Y bien? – Por fin hablo ya con la paciencia a punto de pasar la línea – he estado aquí muchas veces, conozco cada rincón de este lugar y de la casa. No creo que de la noche a la mañana exista tal cosa que me dices – me cruzo de brazos retándolo.
- Su capacidad de observación y, yo diría curiosidad, ha sido retada por sí mismo predecesor, escondiendo un gran secreto – con una sonrisa burlona me dice – sin embargo – camina del lado izquierdo, perdiéndose entre unos barriles - ¿cómo podría ser el mayordomo de los Phantomhive si no pudiera encontrar un escondite? – y para entender a lo que se refería, camino hasta donde está hallando a mi sorpresa que una parte de la pared es corrediza.
- Im... posible – con auténtica sorpresa admiraba el interior totalmente oscuro del lugar.
- ¿Acaso no le advertí? Yo no miento – y más que satisfecho de su obra me mira victorioso.
- Bien... tu ganas – con el ceño fruncido admití – vamos.
- Por supuesto – se adentra primeramente donde en la pared toma una antorcha encendiéndola en el acto para iluminar el camino – cuide donde pisa por favor o prefiere que lo tome de la mano – nuevamente me lanza una de sus sonrisas burlonas para molestarme.
- Cállate y camina.
- Como ordene, pero antes – de manera sorpresiva me jala haciendo que caiga en su pecho provocando que los colores se me subieran.
- ¿Q-qué crees que haces? – con un nerviosismo evidente le pregunté
- Necesitaba que pasara rápido para cerrar – me deja a un lado para aproximarse al filo de la entrada – ya que alguien se aproxima a esta área – y con esta justificación jala la pared falsa dejándonos sin poder salir - ¿continuamos?
Lo único que pude atinar a decir fue el asentir con la cabeza a modo de respuesta. Con ello solo seguía los pasos de Sebastian que descendían por las escaleras de este lugar hasta toparnos con una puerta pausando el caminar hasta que voltea a verme.
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El secreto rojo Phantomhive
FanfictionHasta en las "mejores" familias tienen sus propios secretos que ocultan a sus integrantes aun después de la muerte. El mayordomo actual de la mansión Phantomhive descubre ese lado oculto por parte del predecesor de su joven amo. ¿Cuál será la reacc...