Capítulo 12

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La mirada del alfa estaba perdida en la ciudad, según él había cometido el peor error de todos al marcar al omega como lo hizo la noche anterior. No podía creer que había que había marcado a Ethan y que este simplemente se haya desmayado cuando por fin se dio cuenta de su error ya era demasiado tarde para remediarlo. Su celo lo había tomado de sorpresa como era de esperar. Pensaba que solo era un simple mito entre los ancianos que se topaba por ahí en la calle, pero se dio cuenta de que todo era verdad y que Ethan era su alma gemela.

Ahora las cartas estaban sobre la mesa, Ethan era suyo por toda la puta eternidad y eso era algo que estaba muy en el fondo de su corazón y ahora estaba en lo más alto de este. Miró al omega acostado en la cama, aun inconsciente por la actividad anterior.

Las cosas ya no estaban en sus manos, había una marca que comprobaba que el omega era suyo por toda la eternidad. Pocos alfas en el mundo encontraban a su alma gemela, ahora él era parte de esos.

Se subió en la cama mirando brevemente la hora en su celular. Aún faltaba poco menos para las tres de la tarde y Ethan aun no despertaba. Quizás la marca que le hizo en el cuello fue un poco intensa como para que su cuerpo se acostumbrara.

Se pasó una mano por el cabello viendo mejor el cuerpo del omega, era extremadamente hermoso, no había una sola imperfección en él, todo estaba hecho como si hubiese sido los dioses de la belleza con una única diferencia que Ethan no tenía la luz del día.

Acarició su cabello con suma delicadeza y no dudo en sonreír un solo segundo al ver el cómo Ethan ronroneó buscando más. Al fin daba señales de vida. Siguió acariciando su cabello por un largo rato, hasta que por fin el omega abrió los ojos y Ian en ese momento se preguntó si en verdad el color de ojos del omega eran de ese azul o solo eran así porque era ciego.

Le habían dicho que el color de ojos en algunas personas era más claros cuando perdían la visión, ahora estaba en dudas que el color de ojos de Ethan sean azules.

— Hola, Amo — susurró, tratando hacer una sonrisa.

— Mi querido omega — besó su frente — ¿Cómo estás?

Les no dudo en demostrar su confusión un solo segundo, era extraño que Ian estuviese dándole tantos mimos en el día cuando la mayor parte del tiempo el alfa estaba con sus amigos en la casa presidencia.

— ¿Está todo bien, amo? — se animó a preguntar, escuchando la risa de Ian y sus mejillas se pusieron rojas por la vergüenza.

— Claro que si — se sentó mejor en la cama — Es hora de darte un baño y que comas algo — vio la mueca que hizo el omega al sentarse en la cama y soltó una risa silenciosa.

— ¿Qué sucedió anoche? — tocó la herida de su cuello.

— Primero te damos un baño y después las explicaciones — lo cargó estilo nupcial y lo llevó hacia el baño.

Ethan hizo un puchero olvidándose de que Ian estaba con él en el baño cuando su trasero tocó el suelo de la gran bañera y sus pies fallaron miserablemente cuando intentó levantarse por sí mismo. Se tapó las mejillas cuando volvió a escuchar la risa de Ian detrás de él, seguido de eso la bañera fue llenada por agua y un olor a fresas.

Soltó un suspiro lleno de alivio y dejó caer su cabeza hacia atrás y en poco tiempo sintió las manos del alfa en su cabello una vez más. Cerró los ojos y deseó poder ver aunque sea por unos minutos algo en su vida que no sea siempre oscuridad y nada más.

Recordó su niñez y digamos que no fue la mejor de todas, desde que llegó a ese lugar solo han sido golpes por cada cosa mal que hacía, lo cual era todo porque nadie podía ser considerado con él simplemente porque era ciego. Aunque, por esas razones conoció a sus amigos cuando tenía seis años su hermano al menos había hecho algo bueno por él y lo habían dejado tener aunque sea un par de amigos.

El Dictador {Gay} Sin correcciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora