Capítulo 18

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Pasaron el resto del viaje comprobando la cantidad de cosas que tenían en común, incluyendo las ideas políticas o la manera en la que había que educar a los hijos. Teniendo en cuenta que muchas parejas se casaban teniendo solo el sexo como unión, ellos dos podrían construir un matrimonio muy feliz.

Matrimonio. Esa palabra que hasta hacía tan poco tiempo le había resultado tan lejana a Malena, ahora le parecía tan normal como dejar que él le agarrara la mano. Se preguntaba qué pasaría con ellos en el futuro y solo esperaba que fuera algo bonito.
Ese mismo viernes tenía que regresar a Houston puesto que al día siguiente debía volver al trabajo. Cuando llegó Gaston, Malena ya tenía todo preparado y lo esperaba con la maleta en la puerta principal despidiéndose de Michael.

-Espero que no tardes mucho en venir a vernos, vamos a echarte mucho de menos -le dijo Michael—. Gracias por dejarnos todas esas galletas congeladas.

-Ahora solo tienen que seguir las instrucciones que les he dado para hornearlas —le dijo con cierta melancolía.

-No te preocupes, mañana mismo seré un verdadero maestro del horneado de galletas —fanfarroneó en broma-. Pero mientras, todavía quedan seis de las que has hecho para el desayuno.

-Me imagino que no servirá de nada que te pida que me dejes alguna —dio Gaston por sentado.

-Eres mi hermano y te quiero, pero las galletas están por encima de todo. Lo siento.

Gaston y Malena salieron de allí sin decir nada más.

Malena estuvo muy silenciosa durante el viaje a Houston. Tenía un nudo en la garganta y no podía dejar de pensar cuánto iba a añorar a Michael y a Gaston... e incluso a las gallinas. Como siempre, Gaston no tardó en darse cuenta de lo que estaba pasando por su cabeza.

—Sabes que puedes venir a visitarnos siempre que quieras -le recordó mientras pensaba lo mucho que le había costado no dar rienda suelta al deseo que sentía por ella. Pero tenía previsto liberar toda esa pasión muy pronto, cuando llegara el momento adecuado.

—Lo sé —respondió con la mirada perdida en el paisaje—. Acción de Gracias es dentro de muy poco.

-Para entonces tu padre ya estará con nosotros. Podrías venir a pasar unos días.

-Intentaré que me los den libres en el trabajo, pero a lo mejor tengo que estar de guardia.

Entonces fue él el que se quedó en silencio hasta que llegaron a la casa de Malena.

-Bueno, gracias por todo —le dijo con tristeza, ya con las maletas en el escalón de la puerta.

El la miró intentando no hacer caso del sentimiento de pérdida que amenazaba con ahogarlo. Después del domingo en que fueron a visitar a su padre. Gaston había levantado una especie de muro entre ellos. Tenía que admitir, al menos ante sí mismo, que le había dado miedo sentirse tan unido a ella y había tenido que huir. Pero poco a poco se había convertido en algo tan imposible como intentar huir de uno mismo.

-Ten cuidado y cierra bien las puertas -la veía tan vulnerable allí, sola, en esa casa tan vacía...

-De acuerdo, tú acuérdate de ponerte ropa de abrigo -continuó ella con los consejos.

-Sí, y el impermeable cuando llueva -respondió él en tono jocoso.

-Bueno, adiós.

—Preciosa, tú y yo no podemos decirnos «adiós», solo «hasta pronto».

—Hasta pronto -repitió con sonrisa forzada. El se quedó titubeando unos segundos que ella aprovechó de inmediato-. Sé dónde hay una joyería abierta —a pesar de la broma, era obvio que su entusiasmo era fingido.

Era reconfortante volver a ver aquella maravillosa sonrisa.

-Puedo conseguirte un diamante, pero tendrá que ser pequeño -continuó ella.

-Acuérdate de eso y un día de esto hablaremos de esa obsesión que tienes con el matrimonio. Ahora tengo que irme a...

-Como digas a lavar a los perros, te mato.

-Iba a decir que tengo una reunión a primera hora de la tarde —corrigió Gaston riéndose.

-Está bien.

-Voy a echarte mucho de menos. No tardes mucho en venir.

-¿Por qué?

-Tienes que defenderme de los cientos de mujeres que amenazan con aprovecharse de mi virtud -contestó haciendo un esfuerzo por no sonreír-. No querría flaquear y acabar entregándosela a una de ellas.

-A mí no me esperes -le pidió Malena —. Yo ya le he echado el ojo a un tipo virgen.

Gaston soltó una carcajada.

-Lo siento, preciosa, llegas más de diez años tarde.

-¡Qué lástima!

-No, no lo es -le dijo con voz profunda al tiempo que le tomaba la cara entre las manos- Me derrito con solo tocarte. Me moriré de ganas hasta que regreses.

Al principio no pudo contestar porque se había quedado atontada mirando aquellos maravillosos labios. Después, sin pensarlo dos veces, dejó de mirarlos y los besó apasionadamente.

-Me niego a dejarme seducir en la entrada de tu casa.

-No hay problema -dijo ella-. En el salón hay una estupenda alfombra.

-¿Qué clase de chico te crees que soy?
Se besaron una última vez más sin dejar de reír.

-Te llamaré —prometió él.

-Eso dicen todos.

-Entonces llámame tú, preciosa -replicó ya de camino al coche.
No miró atrás, pero ella se quedó en la puerta mirándolo hasta que el vehículo desapareció de su vista. No lloró hasta que no entró en casa.

Tres días antes de Acción de Gracias la llamó su padre desde el rancho. Parecía un hombre nuevo; acababa de llegar y ya estaba entusiasmado con la gente y con su nuevo empleo. Seguía asistiendo a sesiones de terapia en Jacobsville y estaba convencido de que todo iba a salir bien. Malena lo oyó tan contento que le costó mucho decirle que no iba a poder ir a visitarlo porque no le habían concedido los días libres. Solo tenía vacaciones el día de Acción de Gracias, pero eso no era tiempo suficiente para ir y volver al rancho.
Eso le había recordado cómo era su vida antes de la estancia en el rancho de los Vietto. Le encantaba lo que hacía, pero detestaba sentirse culpable por pedir un día libre o por desear tener algo de tiempo para sí misma. Las semanas que había pasado en el rancho le habían permitido ver lo que podía ser la vida y lo recordaba con alegría, pero lo añoraba mucho. Sobre todo a Gaston. Y ahora ni siquiera iba a poder verlo. Al menos vería a su padre, que le prometió que pediría un coche prestado e iría a cenar con ella.
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ESPERO LES GUSTE. ☺️

Lejos del MatrimonioWhere stories live. Discover now