Nota cero

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-25 de Noviembre de 1997-
Suceso clave.

Toda aquella inspiración viene siendo consecuencia de un gran drama. Aquel miedo, aquella angustia, aquella ausencia que me dejó una catastrófica pérdida; todo lo que me ha desdeñado con brutalidad desde entonces, nace de aquel punto de partida, ese momento clave de tal noche en la que la inocencia se perdía.

La tormenta aumentaba mientras pasaban los minutos, los árboles se estremecían al sentir el choque del furibundo viento, los truenos y relámpagos estaban desatados. A mitad de la nada en aquel bosque recóndito de Indiana llamado Yellowood, siendo prisioneras de la oscuridad que caía con la noche y sin señal de que la luz se reincorporara pronto en la gran casa. Lucy me observaba fijamente a través del único candil que alumbraba la habitación con la mirada más pesada que había visto jamás, las dos temblábamos frenéticas por el gélido aire de otoño que entraba por los pequeños agujeros que se habían formado con el tiempo en el marco del ventanal. La vela casi se consumía por completo. El hermoso par de ojos que Lucy poseía en esta ocasión me parecían un océano de palabras nunca antes dichas que se morían por ser reveladas, sin embargo, sabía que esa posibilidad era nula y lo confirmé al momento en el que se levantó del diván donde descansaba y sin soltar una sola palabra, tomó la base que sostenía la candela y camino hacia la puerta, luego hizo una pausa inesperada sin voltearse para verme.
- Ahora vuelvo.- Se limitó a decir y salió dirigiéndose a las escaleras.

Me hundía en la oscuridad sin imaginarme lo que sucedería después. Mi edad era menor a la de Lucy, tenía los años suficientes para seguir horrorizandome con las tormentas pero podía ser inmune a cualquier temor si ella permanecía a mi lado. Esperar a que volviese se convertía en una agonía para una pequeña como yo, ya había demorado lo suficiente. Cerré fuertemente mis ojos y mis puños empezaron a hacer lo mismo apretando mi muñeca de trapo, el corazón me latía con gran vehemencia. Solo podía centrarme en el ruido de la errante noche, la lluvia cayendo y los truenos quejumbrosos. A lo lejos el reloj sonando "Tic, Toc, Tic, Toc...

Me mantenía repitiendo mentalmente los sonidos hasta que un estruendo con más vigor azotó la escena, me sobresalte al instante y abrí los ojos perpleja con la esperanza de que Lucy apareciera, pero en lugar de verla, observé como un destello de luz emanaba de abajo, dónde ella se encontraba. Me apresuré a seguirlo bajando las escaleras; paré al momento de ver un montón de llamas saliendo por todas partes, no entendía nada de lo que estaba pasando y me paralice. Permanecí así por unos segundos hasta que sentí que alguien me tomo del brazo y seguido me volví, para mi suerte era Lucy. Tenía los ojos inyectados en sangre y la cara repleta de lagrimas, la sonrisa que solía conocer y alabar todo el tiempo se había desvanecido, se notaba pálida por completo y cuando empezó a hablar me quebré.
-¡Vámonos!-. Exclamó con la voz entrecortada.
- No nos queda mucho tiempo.- Tomó mi mano y pronto la seguía corriendo hasta la puerta trasera mientras las llamas quemaban todo a su paso.
-¿Irnos a dónde?.- pensé.
Poco antes de llegar a la salida una llamarada captó mi atención ya que se dirigía hacia arriba alcanzando el techo y quemando los lazos que sostenían una viga, estos se desvanecieron al instante y la viga cayó bruscamente; en el intento por esquivarla Lucy me empujó y me apartó de tal peligro provocando que el gran trozo de madera se posara encima de ella, me reincorporé rápidamente y me acerqué a ayudarla pero mis fuerzas y las de ella no eran suficientes para levantarla, la viga era bastante pesada. Me solté a llorar desesperadamente y seguía intentando, el fuego se acercaba a nosotras. Vencida y resignada a su situación, detuvo su lucha y posó la única mano que logró sacar en mi mejilla, me detuve en el acto y nos miramos fijamente con los ojos inundados de lagrimas, Lucy comenzó a hablar temerosa.
-¡Oh mi querida Gemma! Nada me amedrenta más que decirte que huyas y me dejes aquí. El saber que mi recuerdo te perseguirá aumenta mi pesar, te ruego a ti amada hermana que me perdones.- me hablaba con su peculiar forma de propiedad con la que se expresaba siempre, no cambiaba ni en momentos como este. Sus palabras me invadieron, sin embargo no surtieron un efecto inmediato.
- ¡No¡ No te dejaré Lucy.- Logré decir y me apresuré a tomar su mano aferrándome a ella.—¡Hazlo! Huye o las los moriremos.- contestó. -No puedo, no seria tan fuerte como tú lo eres para soportarlo.- le aclaré. El fuego ardía a nuestro alrededor y amenazaba con alcanzarnos, ya no había tiempo.- Escúchame querida Niña: El tiempo te proporcionará la fuerza que necesitas. La inocencia que emana de tu alma me obliga a decirte que te vayas sin mi, te prometo que alguien vendrá y me rescatará, así como en los cuentos que te leo cada noche, el principe rescatando a la Bella dama en aprietos. Si te vas ahora mismo,me reuniré contigo en la casita del muelle a un lado del lago, anda niña ¡vete ya!.- Asentí y le solté la mano. Creí cada palabra que salió de sus labios, tenía Fe en ella y confianza de sobra. Escuchaba la madera retorcerse mientras corría a la salida, asustada, abrí la puerta y observé por última vez a Lucy.

-¡Huye!- gritó lo más fuerte posible. Salí aterrada y con gran velocidad sin detenerme a cerrar siquiera, corrí bajo la lluvia sin un camino fijo y con la vista no muy clara por toda la tempestad que había. No miré ni un segundo para atrás porque hubiese sido insoportable, pero imaginaba que Lucy venía y eso me daba el valor para seguir. Al cabo de unos minutos levanté la vista y noté que ya faltaba poco para llegar. Me sentía a desfallecer y un ardor inquietante se apoderaba de mi pierna izquierda, las gotas de lluvia que caían sobre ella aliviaban un poco el dolor. Cuando logré llegar me apresuré a abrir la puerta de la pequeña casita que usaban para guardar el bote de mis padres y me metí enseguida, no alumbraba nada adentro y noté la falta de espacio, pero al menos ahí adentro no llovía lo que era bueno y mala a la vez por mi mala fortuna. Estaba empapada y hacía demasiado frío; cerré ojos con gran ímpetu por segunda vez esa noche y seguido llegaron a mi mente pensamientos que se dirigían a lo que me había dicho Lucy. Nada tenía sentido. Podía ser menor que ella pero claramente comprendí la inseguridad en esa última charla. Siempre me decía que era demasiado inteligente para la edad que tenía, solía aceptar sus elogios pero en el fondo yo pensaba que si podía ser la más inteligente del mundo entonces... ¿Por qué aún seguía estando indefensa sin su protección?, así era como me sentía en ese momento, "indefensa". Noté que aún me faltaba algo.

-¡Mi muñeca de trapo!- comencé a sollozar de nuevo y llegué a la conclusión de que la había perdido cuando la viga cayó. Me quede así por un largo rato mientras el ardor se calmaba y seguía esperando a Lucy hasta que me cansé y me perdí en mis sueños.

-¡Esta aquí!- escuché que una voz desconocida decía. Sabía que no era Lucy. Seguía muy adormilada; sentí como unos brazos me levantaron y me sacaron de la casita del muelle, después me quedé dormida de nuevo.
Cuando desperté no lograba reconocer en dónde estaba. La habitación no me era familiar, entre en pánico y no dudé en pararme hasta que sentí aquel ardor otravez. Me decidí a ver lo que me había pasado y observé que un vendolete cubría mi pierna por completo. La puerta de la habitación se abrió antes de que pudiera hacer nada.
-¡Mamá!- dije frenética.
-Veo que ya despertaste.-contestó con la voz apagada y sin ganas de sentó en un banco que había a lado de la cama.
-¡Qué sorpresa! Te he extrañado tanto, ¿a dónde está Lucy?- Pregunté asombrada pero temía saber la respuesta.
Ignoro mi entusiasmo y me miro con unos ojos furibundos, al parecer mis palabras le ofendieron. Se le escaparon unas cuantas lágrimas mientras me decía con gran alteración.
-Ella ya no está, de hoy en adelante se encontrará ausente por el resto de nuestras vidas. Tú hermana ha muerto...

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⏰ Última actualización: Jan 03, 2020 ⏰

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