El noviazgo.

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Justin.

—Sigo pensando que hubiese sido mejor que hubiésemos ido a Universal Studios, mamá. De verdad estoy harto de ver princesas por todas partes —le digo mientras camino detrás de ella, prácticamente siendo arrastrado de mi mano izquierda por mi pequeña hermana, Chloe y de mi otro brazo, por la no tan pequeña pero no necesariamente tan grande Madison, la quinceañera hija de Caroline, una amiga de mamá.

No es que no me guste estar rodeado de mujeres, considerando que tengo una a cada lado y porque aquí francamente hay muchas, es sólo que la que tengo a mi derecha no es precisamente la más agradable ni la más discreta del mundo.
Tiene quince y yo veinte, por favor, ¿tengo cara de querer ir a la cárcel? La chica no ha dejado de coquetear descaradamente, incluso delante de mamá, desde el día en que llegó de vacaciones a nuestra casa. Y eso fue hace una semana y media.
No es que quiera que se vaya o que sea un aguafiestas pero… sí, quiero que se vaya y sí, a su lado voy a ser el aguafiestas más grande del mundo.
Lo único que espero es que el universo tire una sola carta a mi favor y me libre de la chica a mi derecha. Sólo quiero que suelte mi brazo, joder, la única que necesita de mi brazo es Chloe, no ella. Necesito. Que. Lo. Suelte. O va a terminar morado y repleto de fluidos vaginales… y no bromeo, sólo le falta eso. Es decir, no es como si no haya intentado juegos sucios en casa, partiendo porque se paseó apropósito en ropa interior frente a mí cuando quedamos solos en casa y no podría olvidar el día en que hizo un llamado de “emergencia” desde su baño, alegando que había olvidado llevar una toalla.
Juro por mis bolas que yo llevaba con las más puras y blancas intenciones la maldita toalla. Ella simplemente salió de la ducha sin aviso dejándome ver sus escasos y poco desarrollados senos y su… extraño y poblado centro femenino… Créanme cuando digo que no fue atractivo en lo absoluto, la muchacha es delgada como el infierno y parecía un lápiz con pequeños montículos anormales en el.
Fingió avergonzarse, pidió disculpas y aunque ella lo niegue, sé que durante el transcurso del momento miró muchas veces mi entrepierna. Estoy orgulloso de decir que no consiguió manifestación alguna de parte de mi más fiel amigo. Su cuerpo simplemente grita sin vergüenza sus escasos quince años.

—Deja de quejarte —dice mamá sacándome de mis pensamientos—, ¿qué tal si mejor no vas con Chloe a revisar que tan lleno está el restaurante que vimos hace unos instantes? Si no está tan lleno podemos ir a comer ahora y luego seguimos explorando. ¿Bien? Ve con Chloe, Maddie y yo te esperamos aquí.
¡Gracias, Cristo! ¡Ella va a malditamente soltar mi brazo, al fin!
—Seguro. Ven, enana. Súbete a mis brazos —le digo a mi hermanita de seis años mientras me suelto rápido de Madison y de la misma forma desaparezco entre la multitud.

***

—¡Por favor! ¡¿Qué tan difícil es entender que las patatas se están friendo, señor?!

Al entrar en el lugar me doy cuenta de que alguien del personal está teniendo una discusión con un cliente. Vaya, que soberana mierda encontrarse con gente así en el trabajo. Me compadezco de esta gente.

—¡A mí no me importa! ¡Quiero mis patatas ahora, muchachita!
—¡Nadie se las está negando señor, sólo espere un par de minutos y se las daremos!
—¡Qué incompetentes que son en este lugar! —dice el hombre del conflicto, un calvo, gordo y desagradable. Es decir, nada contra los calvos y la gente subida de peso, pero el hombre es un dolor en el culo— ¡Tráiganme al administrador de este lugar, necesito presentar una queja! ¡Voy a hacer que te despidan, sí, a ti te digo, muchacha del demonio!

Bueno, como que siento la obligación de hacer algo en el asunto. Nadie se mueve ni dice una sola palabra tratando de calmar al calvo o de proteger a la cajera. Tengo que hacerlo, lo sé porque mi hermana está con cara de querer llorar mientras se tapa los oídos, porque los gritos del calvo simplemente me exasperan y porque definitivamente no es justo que le diga muchacha del demonio… incluso si realmente lo fuese. De cualquier manera ella no tiene por qué aguantar un trato como este, así que sin medir mucho las consecuencias camino hacia delante donde está pasando todo, avanzando entre los espectadores y sí, con Chloe aún en mis brazos en un casi estado crítico de miedo y ganas de llorar.

—Uhm, disculpen la intromisión —digo una vez que llego al mesón, donde ocurre todo—. No es que me interese en absoluto que usted quiera sus grasosas patatas de inmediato —le digo al hombre, quien me mira confuso y anonadado, igual que la cajera atacada que… Joder, nunca creí que diría esto, pero jamás había visto a una chica a la que le luciera tan bien una gorra verde con un bordado y gordo pollo asado, eso simplemente estaba fuera de mis expectativas. Así que, cambio de planes, giro de 360 grados en mi frase defensora— o algo por el estilo. Pero necesito que se calme, realmente lo necesito.
—¿Quién eres tú? ¡Largo de aquí jovencito! —Mhm, mala respuesta hombre.
—Bueno, como decía, tengo tres razones y muy fuertes. Uno, tengo a una niña de seis años que si oye un grito más de tu parte, va a explotar en llanto y créeme, no queremos eso. Dos, tengo hambre. Quiero comer y tú me lo estás impidiendo a mí y al resto, no quieres discutir conmigo y con mi apetito. Y tres —le digo mientras de último momento se me ocurre sentar a Chloe en el mesón para una mejor actuación, mientras me acerco a él tratando de lucir intimidante—, ¿ves a esa niña que casi llora en el mesón? Bien, sigue insultando a mi novia, la cajera y es probable de que llores más que esa niña cuando te saque a patadas del lugar.

La cajera, quien acabo de descubrir que se llama _______ porque su uniforme lo dice, me mira con cara de desconcierto… igual que el hombre frente a mí… y probablemente el resto de los presentes aquí. Le guiño un ojo a ______ esperando que entienda y siga mi juego, mientras la tomo de la mano y la acerco a mí lo que más puedo considerando que hay un mesón entre nosotros. No es tan ancho, eso es bueno.

—No te preocupes, cielo —le digo a _______ y ella asiente lento pero sonríe. Ha captado mi idea—. No tienes que escuchar más a este idiota, por suerte llegamos Chloe y yo, ¿no? —Probablemente después de lo que estoy planeando hacer me gané una bofetada o algo por el estilo, pero lo hago de todas formas. Con mi otra mano tomo el rostro de la chica, _______, y la acerco a mí para darle un casto pero duradero beso en los labios. Todo sea por una buena actuación. Lo que sea, incluso besar a la linda cajera detrás del mesón, ¿no?
Luego de eso la suelto, siguiendo mi papel y ella sólo sonríe mirando una y otra vez entre el calvo y yo.

—Eh… amor. Uhm, ¿podrías sacar a este hombre del lugar, por favor? Siendo sincera, ya me tiene harta y no quiero ver a… uhm, Chloe llorando, nadie quiere, ¿verdad?
—Seguro cariño, será un placer —le contesto mientras tomo al impactado hombre de un brazo y lo empujo hacia la salida por entre la multitud de observadores.

***

Al cabo de una hora, Madison, mamá, Chloe y yo nos encontramos en una mesa pidiendo la cuenta de la comida y en el mismo restaurante de la pelea.
No. No puedo dejar de mirar a la cajera… y creo que Chloe tampoco. Quizás ella presiente antes que yo como una especie de niña índigo que quizás _______ es el amor de mi vida, sabe que nos vamos a casar y que será su cuñada por el fin de los tiempos… o puede que sólo siga impresionada porque besé en la boca a una chica que ella no conocía. Quién sabe, ¿no?
Cuando llega el mesero con la cuenta, mamá paga y progresivamente nos vamos parando todos de donde estamos para salir del lugar. Es verdaderamente una pena tener que marcharme y dejar acá, en un restaurante que está dentro de Disneyland, a la chica que mejor luce con un pollo asado bordado sobre su frente. Y también tengo que decir que probablemente mi “noviazgo” con _______, ha sido el más breve que he tenido.
Justo antes de salir del local, el mismo mesero que nos atendió me detiene por el hombro y sin palabra alguna, me entrega un papel y da la vuelta, para seguir con su trabajo. Miro el papel extrañado… e intrigado. Si es gay y está intentando algo conmigo, tengo que confesarlo, me siento alagado de incluso ser atractivo para los hombres… O quizás, sigo siendo atractivo, llamativo y hermoso, pero el papel no tiene su número, sino el de _______ y un mensaje de ella: “Gracias por salvarme, novio. No olvides llamarme o te juro que lo nuestro se acaba para siempre. _______. XO.”
Bueno. Quizás mi noviazgo con _______ no fue el más corto de todos… quizás aún podemos casarnos, ser asquerosamente felices como las princesas en este lugar o… conocernos como cualquier otro ser humano.

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Esta historia fue ha pedido de Flory Lafuente. Ella quería que se conocieran en Disney y aquí está. Espero que te guste Flory y a ustedes también. Den like si les gustó y dejen sus comentarios con sus opiniones.

-Sil.

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⏰ Última actualización: Nov 16, 2014 ⏰

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