5 de junio

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Estoy paseando tranquilamente por la calle de camino a la perrera. Lo tengo decidido, iré a adoptar a un perrito.

He pensado que esta es una buena forma de iniciar una nueva etapa de mi vida con más responsabilidades que hacer los trabajos de la universidad y además, entretenida con un perro, no pensaré tanto en esa idea absurda de encontrar novio. A parte, desde la última cita que tuve, he decidido que es mejor dejar de pensar tanto en chicos, no forzar-me a encontrar pareja y esta llegará en el momento que toque.

Cuando llego a la tienda me atiende un chico que se me hace familiar pero ignoro este hecho, lo saludo y le pido si tienen un perro que se adecue a mis necesidades.

-- Si quieres tenemos a este perro -- coge a un perrito con mucha delicadeza mientras lo acaricia -- es un cachorro de caniche, el problema es que ladra mucho y destroza todo lo que encuentra por su camino.

Deja al perro otra vez a su sitio y me enseña a otra bolita de pelo de color entre blanco y marrón, este me parece aún más bonito que el otro y en el momento en el que me lo acerca me huele la mano y parece que le caigo bien porque me lame la mano.

-- Awww

-- ¿Parece que habéis tenido un flechazo, eh? Este, o mejor dicho esta, es una Cavalier King que no llegó ayer por la tarde. Aún no hemos tenido tiempo de educarlo y, aunque parece una buena perrita, si quieres en nuestra perrera tenemos incluido un educador para que aprenda a obedecer las ordenes. -- El chico, que se ha mantenido todo el rato acariciando la perrita ahora levanta la cabeza y clava la mirada totalmente en mi. -- Tu rostro se me hace familiar, creo que te he visto en alguna parte, ¿Cómo te llamas?

-- Muy bien, me quedo con esta monada -- digo, refiriéndome a la cachorrita. Es adorable, mayormente es blanca pero tiene una oreja de un color marrón igual que el contorno de los ojos y también algunas manchas en sus patitas. -- Y me llamo Miana, tu también me suenas.

Nos quedamos los dos repasando los rasgos del otro para adivinar de dónde nos conocemos. Moreno con ondulaciones, sus ojos se me hacen conocidos, son de un azul que se va degradando a un verde. Tiene la nariz recta y unos labios llenos y un poco rosados. Su mandíbula es marcada, aunque no demasiado, de cuerpo tampoco está nada mal. En un momento veo su expresión iluminarse, creo que ya sabe de qué nos conocemos.

-- Ah! Ya se de que te conozco, ¿eres la despistada del restaurante, no?¿Cómo te fue la cita? -- Dios cómo no he pensado antes que era él, el del restaurante. Pues realmente sí que era guapo...

-- Sí, sí que soy yo. La cita la verdad que no me fue muy bien, el chico era super engreido. ¿Te puedes creer que nada más de llegar me dijera era que él era muy guapo y que tenía mucho dinero? Además, estuvo ligando con la camarera ¡Durante toda la cena! Es un sin vergüenza, claro como la mayoría de hombres con los que me he relacionado...-- sin darme cuenta le estoy soltando todo un monólogo así que me paro. Me sonrojo un poco, pobre chico le estoy contando mi vida. -- Uh, lo siento, no se porque te estoy contando todo esto...

Él se ríe de manera amable para intentar aligerar el ambiente tenso que he creado.

- No, tranquila no me importa. Por cierto yo soy Jan.-- Se nota la tensión en el aire así que cambia de tema-- ¿Entonces querías la Cavalier King?

Asiento hacia él, me da la perrita además de unas cuantas indicaciones. Luego hacemos todo el papeleo y me voy con mi nueva compañera. Sonrío al mirarla, esta ha sido una muy buena decisión.

Cuando estoy contigoWhere stories live. Discover now