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JAEMIN POV

Lo iba a hacer, estaba decidido.

Jaemin se miró en el espejo mientras se pasaba dos manos engominadas por el pelo, aplastando los mechones castaños contra su cuero cabelludo. Había preparado al detalle todo: desde qué iba a decir, hasta cómo iba a vestirse. No podía haber margen de error.

Un mechón se rebeló cayendo sobre su frente y bufó exasperado.

Se sentía nervioso, no iba a mentir. No todos los días te levantabas preparado para salir del armario delante de tu familia. Y menos aún te decidías a hacerlo durante la cena de Nochebuena. Pero Jaemin sabía que era hoy o nunca. Tenía una intuición.

Se echó un último vistazo en el espejo dándose el visto bueno. Puede que su familia decidiese desheredarle hoy, y puede que su madre incluso le echara de casa, pero al menos viviría en las calles con estilo.

Fue a su cuarto y buscó en uno de sus cajones un reloj de los caros que le regaló su abuela por su cumpleaños y que solo usaba en ocasiones especiales, esta lo merecía. Lo colocó con manos temblorosas en su muñeca. Sabía que, aunque se estuviese riendo por lo bajo, la probabilidad de que su madre decidiese dejar de llamarle hijo esa noche aún era muy alta.

Se podría decir que su madre y él no estaban pasando por el mejor momento de su relación. Jaemin se empezó a dar cuenta de que algo no iba bien cuando su madre, tan excéntrica y alocada como siempre, empezó a glitchear en su comportamiento diario. No es que se viesen mucho las caras ya que ella se desvivía trabajando, pero el tiempo que pasaron juntos estas vacaciones había estado lleno de silencios incómodos, gritos y recriminaciones por cualquier mínima cosa que hiciese, estuviera bien o mal.

Y aunque Jaemin no entendía cómo podía haber sucedido porque él mismo no se había dado cuenta hasta hace poco, en el fondo sospechaba que su madre también sabía que él era gay.

Le dolía como mil alfileres en el pecho cada vez que la pillaba mirándole de reojo con una expresión entre asco y decepción, aunque la cambiase por una de indiferencia al ser descubierta. No lo entendía, que él supiese, no había hecho o dicho nada para darle a entender a su madre aquello.

Salió de su cuarto echándose la chaqueta al hombro y sin dirigirle una sola mirada se subió al auto, donde su madre le estaba esperando impaciente para ir a la cena familiar en casa de su abuela.

Nadie habló durante el trayecto.

- ¡Pero mira qué guapo y alto está mi niño! -Su abuela le recibió con uno de esos abrazos que te sacan el aire y te rompen los huesos. Le revolvió los cabellos que tanto le había costado aplastar, pero a Jaemin no le importó, era incapaz de enfadarse con ella. Se acercó más a él y le preguntó en un murmullo.- ¿Va todo bien por casa?

Jaemin tenía una relación especial con su abuela. Más estrecha que con su madre, desde luego, pues prácticamente ella le había criado y la diferencia de edad entre ellos parecía más acorde a una de madre e hijo que de abuela e hijo. Para él ella era su verdadera madre.

No es que repudiase a su madre ni nada de eso, pero estaba seguro de que su abuela sí le aceptaría tal y como era sin dudarlo.

Se encogió de hombros en respuesta. Entraron dentro y los ojos de Jaemin se iluminaron cuando se encontraron con los del chiquillo sentado en el suelo ahora desinteresado en su Nintendo Switch. El niño corrió hacia él y Jaemin le levantó en volandas mientras le daba besitos por toda la cara, a pesar de que el niño se quejaba porque ya estaba mayor para besos. Jaemin siempre quiso tener un hermanito y cuando su tía tuvo un bebé hace diez años, el castaño, en sus ocho, fue el que más se ilusionó de toda la familia, siempre al lado del infante esperando y deseando que creciese rápido para que jugara con él.

(Don't) Find Me Tonight [Nomin/Oneshot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora