El Sonido de la Muerte

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Hacia las tres de la madrugada, el joven escuchó un fuerte ruido en el recibidor. Se incorporó de inmediato y agarró con fuerza el cuchillo que siempre guardaba en el primero de los roídos y sucios cajones de la mesilla. La última de las velas que iluminaban la estancia estaba próxima a apagarse, por lo que cogió la lámpara y la encendió con la esperanza de que el aceite que quedaba le diese el tiempo suficiente para inspeccionar la casa. Otro ruido. Esta vez parecía escucharse más alto y claro. No se podía distinguir de donde venía, o quien lo producía, sin embargo, se asemejaba al golpeteo de un martillo de hierro. Debía dominar la situación. Con toda la firmeza que pudo giró el pomo de la puerta que cedió con un leve chirrido. El pasillo estaba iluminado con velas y por los ventanales, la densa niebla negaba completamente la visibilidad exterior. Anduvo hasta el final del pasillo y se detuvo frente a la puerta entreabierta del comedor. La estancia estaba vacía sin embargo, la puerta del balcón estaba abierta del par en par. La cortina ondeaba con la brisa de la noche. Algo no cuadraba. Justo antes de acostarse, la doncella cerraba todas las ventanas y apagaba las velas de cada estancia."Esta mujer está mayor, cada vez se olvida de más cosas, quizás le doy demasiada carga de trabajo" pensó. Cruzó la estancia a grandes zancadas dispuesto a cerrar la ventana cuando, vio algo que le heló la sangre. La cabeza de la anciana colgaba de una cuerda en la barandilla del balcón y su cuerpo se hallaba sobre las húmedas baldosas. El joven trató de gritar, pero de su boca no salió ningún sonido. No sabía que había pasado pero tenía que salir de allí cuanto antes. En ese momento el sonido que había escuchado en su cuarto volvió a producirse, está vez más cerca. "¡Juliet!". No podía dejar allí al amor de su vida, por lo que corrió hasta la puerta de su cuarto que estaba abierta de par en par. La estancia estaba vacía y extrañamente desordenada. Justo en el momento en que iba a irse a buscarla a otra habitación, un papel encima de la cama captó su atención. Estaba un tanto arrugado, pero el mensaje, escrito con letras de un color rojo sangre se leía claramente: "Tú serás el siguiente". Y en ese instante, una densa oscuridad nubló la habitación.

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