Capítulo 3

20 4 0
                                    

- Puedo explicarlo- las palabras salieron de mis labios antes de que pudiera controlar lo que iba decir.

Mi subconsciente se había vuelto a adelantar a mis deseos. Ante la adrenalina que rápidamente invadía mi torrente sanguíneo, el pulso cardiaco haciendose con el control de mi respiración, y mis pupilas dilatadas, me percaté de que mi cuerpo se había puesto alerta. Como cuando vemos a un leon a punto de saltar sobre nosotros y no perdemos tiempo en salir echando chispas. Pues igual. Solo que ahora los leones eran mis padres, y la presa yo.

Es muy curioso ver como el organismo se alerta de la misma manera ante situaciones tan diferentes, la verdad.

- Creo que ya lo has hecho- la voz de mi padre había adquirido ese tono duro que decía que me la iba a cargar sí o sí.

Cuando nos encontramos en un momento así, tenemos varias opciones al contestar. Primera, asumir las culpas y aceptar sin rechistar el castigo esperando que esa buena conducta reduzca nuestra condena; segunda, aceptar que algo hemos hecho mal pero defendernos débilmemente, intentando por ese medio explicar unos actos que de sentido poco tienen; y tercera, negarlo todo y ponerte a la defensiva por que sabes que tu no tienes la culpa de que tu hermana sea un diablo con cara de niña, y tu hermano un crio de 19 años.

Personalmente me atrae muchísimo la tercersa; sin embargo, esa actitud no me llevará a nada, solo conseguiré un castigo mayor y parecer que estoy haciendo una rabieta.

Escojo la segunda opción.

- No- respondí suavizando todo lo que pude mi semplante nervioso. Recupera la calma- Lo que pasó fue que quería acabar el ciclo; era la última venganza que me quedaba pero me descuidé y dejé a Karin cerca del cubo- levanté la barbilla- tengo culpa por dejarla sola, cierto, pero yo no tiré nada a nadie.

Mi madre se colocó al lado de mi padre, ambos con el semblante endurecido.

Mmmmm, a ver por donde más puedo escarbar...

Bingo.

Me crucé de brazos y dirigí la vista hacia mi hermano- Diego estaba conmigo, él os lo puede decir

La mirada de los adultos cayó sobre el chico rubio, que hasta hace unos segundos se encontraba sonriendo.

Habla Dieguito, habla

- ¿Estabas con ella, Diego?- dijo mi madre aunque todos sabíamos que sí. Pero aun así ella quería confirmarlo de su propia boca.

Mi hermano asintió; no le quedaba de otra.

Escuché a mi padre suspirar, su rostro por fin relajandose un poco.

- Sois de lo que no hay, en serio- replicó con los ojos todavía clavados en mi hermano- Una semana y media sin el portatil--

- ¿Qué? ¿¡Y como voy a seguir las clases?! ¡Empiezo la universidad el martes!

- Muy bien, entonces tienes 5 fines de semana sin el portatil, lo puedes usar para clases y ejercicios, y después fuera- dijo mi madre- ah, y Murphy te vigilará

Diego bufó- como no, el niñito bueno

- 6 semanas- mi hermano le lanzó una mirada asesina pero no contestó

- Karin, tienes dos semanas sin jugar con los bichos esos- creo que mi hermana captó rápido que si replicaba el castigo se haría más grande, por que no dijo ni mu.

Ahora solo quedaba yo, y eso no pintaba nada bien por que según todos los castigos que nos habían puesto nuestros padres, al último acusado siempre le tocaba lo peor.

Mi mejor pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora