Prólogo

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Vale, no sé cómo voy a poder contaros esto sin liarme, por lo que empezaré por el principio.

Para empezar, hace una semana más o menos me dieron las notas de clase, todo bien, la nota más baja fue un 7 pero porque gimnasia no se me da bien. Por lo demás 8, 9 y algún que otro 10, como a mí me gusta.

Mi desgracia llegó después, cuando nos dieron una carta solo a algunos de cuarto de la ESO. Era para nuestros padres. La leí en clase mismo. Casi le da un infarto a mi corazón: a mí y a 14 compañeros más nos habían elegido para ir a un campamento de verano para pasar las vacaciones conociendo gente y aprendiendo lo que nos interesaba. Me voy a explicar, a  mí por ejemplo me gustan las ciencias, pues me tenía que apuntar a la parte del campamento de ciencias porque era lo que había elegido, ¿fácil, no?

Lo difícil fue llegar a casa y decirles a mis padres que no quería ir.

Lo que no les dije es que ni tenía amigos reales, que ni sabía socializar y que además prefería pasar el verano en casa viendo series de Netflix sin saber del mundo exterior.

Pero claro, a mis padres les pareció una fantástica idea que fuera allí a hacer amigos, porque, según ellos, me lo merecía por mis buenas notas. Debo decir que no son tontos, que saben que no suelo quedar con nadie, que no me gusta ir de fiesta y que el verano lo paso siempre sin saber nada de nadie.

En el papel no ponía que fuese obligatorio. Ni mucho menos. Lo que ponía era que los 15 alumnos con mejores notas finales irían, y, para colmo y convencer de pleno a mis padres, gratis porque lo pagaba el instituto.

Yo estaba completamente segura de que ese Verano sería el peor de mi vida.

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