Sé que cometí un error, pero ya no hay vuelta atrás. Luego de que ella colgara, terminé de sacar la mayoría de las cosas. Bajé, me senté a comer una deliciosa pasta en salsa alfredo con pollo, algo totalmente delicioso. Luego de deleitarme con dicha cena, hablé con mamá.
Mi historia es la siguiente. Mis padres se conocieron en Miami, Florida a los 18 años, se "enamoraron" y puf tres meses después mi madre se enteró que estaba esperando un bebé, ósea yo. Luego nací, mis padres siempre me han amado y me aman. Pero en la vida no todo es color de rosa, como jóvenes inmaduros con la gran responsabilidad de un bebé, tuvieron discusiones entre otras cosas y la mejor decisión fue separarse. En ese momento mi padre se fue a Nueva York para empezar desde cero, tener una nueva vida sin sacarme de ella, a los 5 años de haberse establecido, mi papá me buscó. Me llevó a su nueva casa y me presentó a su "amiga" con la cual se casó 2 años después. Luego de un año nació mi hermano Joseph y luego de cinco nació la encantadora Dalilah. Ahora que tengo 16 años, papá quería que estuviese con él un tiempo y yo también, mamá no le molestó, ella entendió que necesitaba un tiempo con mi papá. Ellos han mantenido una buena relación, aunque hay veces que flaquean, pero es parte del proceso de la vida.
Mi hermosa madre se llama Melissa Rose, sólo me tiene a mí. Le he dicho millones de veces que quiero un hermanito y me dice que para eso tengo a Joseph y Dalilah. Al igual que le he dicho que se consiga una pareja, mi papá siguió con su vida sin sacarme de ella. Pienso que ella lo puede hacer sino terminara sola con una casa jodidamente grande. Ella es maestra la mejor maestra que he conocido. Ha tenido muchos pretendientes pero, me ha utilizado de excusa para espantarlos, según ella no es el momento para tener una pareja.
―Andrea, mañana iré de compras con unas amigas y ellas irán con sus hijas. Quería saber si querrías ir conmigo y con Dalilah―dijo mientras veíamos Despicable Me 2.Me sentía tan bien, ella no era la típica madrastra.
―Claro ¿Puedo hablar contigo a solas?―no tengo ni la más mínima idea de cómo lo dije pero lo dije. Mi papá sonrío.
―Habla con ella, yo me llevo a los niños―tomó a los dos en brazos y se los llevo a sus cuartos.
―Dime―me miro directo a los ojos.
―Mi mejor amiga se enteró que yo venía para acá unos minutos antes de que tomara el avión. Cuando llegue aquí la llame y me contestaba con monosílabos. La note enojada y triste pero cada vez que le iba a decir ella se iba o hablaba de otra cosa. Necesito que me ayudes a cambiar ¿Puedes?
―Claro que te ayudare. Tu amiga se siente así por la forma en que se enteró, no te preocupes, tienes un corazón hermoso y chicas como tu son difíciles de encontrar ―sonrío y me abrazó.
―Gracias, ya sé porque papá se casó contigo―al decirlo se separó de mi con ojos llorosos y me dio una media sonrisa―no llores Ale.
***
―Andrea levántate, nos vamos de compras―una dulce voz de niña pequeña me levantó, la pequeña Dalilah.
―Hola pequeña―la realidad era que no me quería levantar, pero lo hice iríamos de compras.
Me bañe, me vestí con una camisa blanca, un mahón azul oscuro y mis comodísimas vans rojas. Bajé a desayunar, mi desayuno eran unos deliciosos waffles con nutella y fresas. Luego de desayunar nos fuimos, llegamos a un consultorio .NO.No me gustan que me digan que comer.
―Ale ¿Qué hacemos aquí?
Se la respuesta pero la quiero escuchar.
―Como me dijiste que querías cambiar, llamé a una vieja a miga y te saqué una cita.
Nunca dejé que mi mamá me sacara una cita con una nutricionista pero Ale tiene razón. Fui yo quien dijo que quería cambiar.
―Andrea es por tu bien. Sólo comerás más controlado y harás ejercicios. Yo te acompaño ¿Quieres estar en la misma academia de ballet de Dalilah?―dijo mientras manejaba hacia el centro comercial. Ballet no era mala idea siempre he querido bailar pero no sé nada.
-Me gustaría pero, no se absolutamente nada sobre ballet.-de verdad no sé nada pero nada de ballet. En esa academia dan clases para principiantes.―Y mágicamente llegamos al mall.
―Bien ¿Cuándo empiezo?―nos bajamos del carro y comenzamos a caminar hacia las puertas principales, donde estaba el grupo de amigas de Ale.
―Hola, chicas.―Ale las saludo a algunas con un beso y un abrazo y a otras con un beso.-Ella es Andrea la hija de David.―me señaló.
―Hola, Andrea.―salió una chica de más o menos de mi edad.-Yo soy Mariangely ellas son Kimberly y Paola.―señaló a dos chicas que estaban detrás de ella.
―Hola.―dijeron ambas.
―Hola.―sonreí. Se veían qué me caerán bien.
―Ellas estarán en tu misma escuela.―dijo Ale abriendo la puerta.
―Mamá, yo me voy con Andrea.―dijo la pequeña Dalilah sonriente.
―No le sueltes la mano.―la miró directo a los ojos.―Andrea no la sueltes para nada ni nadie ¿ok?―ahora me miró directo a los ojos.―Toma puedes comprarte lo que quieras y a Dalilah igual pero no exageren.-me entregó una tarjeta. Ya me está gustando éste cambio.
Agarré a Dalilah y nos fuimos las 5 Mariangely, Kimberly, Paola, Dalilah y yo a comprar. Fuimos a Charlotte Russe, Forever 21 y más tiendas. Ésas chicas sí que me cayeron bien. Me sentí muy cómoda, como si las conociera de toda la vida. Compramos y compramos, Dalilah se cansó de caminar y la cogí. Entonces nos encontramos con Ale y sus amigas almorzamos y nos fuimos.
― ¿Qué tal? Al parecer te cayeron muy bien las hijas de mis amigas.―dijo montando a Dalilah.
―Estuvo excelente. Si ellas me cayeron muy bien. Gracias a Dios van a estar en la misma escuela que yo.―Si eso era lo más que me gustaba. Ya tendría amigas en la mueva escuela empezaba el lunes. Decidí llamar a Anastasia.
***
―Hola.
―Hola.
― ¿Cómo la pasaste ayer?
―Bien.
―Anastasia, por favor no empieces a contestar así.
― ¿Qué quieres Andrea?
―Quiero saber cómo estás.
―Estoy bien ¿contenta?
―Está bien Anastasia te dejó. Ya veo que no quieres hablar conmigo. Adiós
―Sí, así es mejor, por lo menos sé que tengo una amiga que no me dejará nunca. Ya sabes quién es, Diana.
―Por favor Ana, como va a ser Diana.
―Sí, ella es la hermana de Carlos, mi novio.
― ¿Tu novio? No me lo habías dicho.
―Para que si ya no te tengo. No tengo porque contarte mis cosas. Ya no eres nada mío.
― ¿Y la promesa que hicimos?
―Por favor Andrea, sólo éramos niñas. Y tú ya te fuiste. Lo siento Andrea.
―Eso no decías hace un tiempo. Adiós.
Colgué