Me desperté atolondrada gracias a los golpes en mi puerta, de inmediato el pánico invadió mi cuerpo.
- ¡Cariño, soy yo! -me senté desesperada en la cama sin saber qué hacer, eran las 5 am, aún faltaban 3 horas para que comenzaran las clases, pero todo dentro de mi me decía "Huye Beth"- ¡Abre ya!
- Debo ir a clases... ¡Déjame en paz! -guardé lo que pude en mi mochila, me puse una sudadera gris y mis deportivas negras- Por favor... Ya basta -las lágrimas caían sin tregua por mis mejillas, aun me ardía el pómulo y el llanto solo hacía que me doliera más la cabeza-
- ¡Abre ya! -observé la ventana como mi última escapatoria, pero antes de poder abrirla, la puerta ya estaba abierta- Te dije, que me abrieras la puerta, cariño -su sonrisa maliciosa me daba ganas de vomitar, estaba mojado en cerveza y con hedor a cigarrillo- Ahora vendrás aquí y me darás lo que te pida pequeña zorra -pateo la puerta detrás de el y la pesadilla continuó. Me tomó fuerte del cabello para girarme hacia él, me dio una bofetada y me lanzó a la cama sin pudor, dejándome solo con mi piel y calcetines puestos. Pero ya no dolía, ni siquiera me estremecía por los golpes o por el miedo, casi sin sentimientos, como si estuviera muerta, muerta en vida, y es que así me sentía. Mis pensamientos eran muchos, ya no sentía ganas de luchar o de pelear contra esto, sabía que cada palabra, cada golpe que daba era en vano, porque ya no había escapatoria de este infierno, ya no había nada que pudiera hacer, solo quedarme quieta, como una estatua y evitar cualquier consecuencia, sabía que luchar contra él sería peor, siempre es peor. Cerré mis ojos evitando el paso de las lágrimas, estaba asqueada, me dolía todo el cuerpo, sentía mis articulaciones gastadas, me sentía asquerosa, repugnante y muchos calificativos que en este momento no recordaba, ya que en lo único que pensaba era... ¿Cómo poder continuar con mi vida luego de esto? ¿Cómo superar por completo este tipo de cosas?-
- ¡Oh sí cariño! -estaba completamente rígida, una parte de mi le suplicaba al de arriba que porfavor detuviera esto, que me diera una maldita oportunidad para salir corriendo y no volver mas, pero luego recordé que para mi Dios no existe, porque si lo hiciera me ayudaría y no dejaría que pasara por esto- Puedes irte... ¡Ya!
Me levanté con la nada de ropa que tenía puesta, tomé mi mochila y corrí escaleras abajo, tomé una sudadera de la secadora y mis jeans, me cambié a la velocidad de la luz, me puse unas deportivas viejas que estaban en la entrada... Y me fui. Intenté correr lo más rápido que pude, pero la entre pierna me ardía mucho, mis piernas no respondían a mis órdenes y sentía que la vida se desmoronaba frente a mí.
Caí rendida, con el rostro empapado en lágrimas, el suelo estaba húmedo, pero ya nada de eso importaba, si la llovizna me caía encima o si mis rodillas estaban mojadas, lo único que me importaba en estos momentos era pensar en cómo levantarme de este lugar y llegar a tiempo a la parada de autobuses e ir a alguna gasolinera en donde pueda usar el baño y asearme un poco. Me subí al autobús con la poca dignidad que me quedaba y pagué hasta la primera estación de servicio a unos 8 minutos de aquí, al llegar compre un desodorante y jabón para luego ir al baño y soltar toda esa histeria que me comía por dentro, me pasé jabón por todo el cuerpo sin importarme que tan fuerte lo hiciera, me sequé con papel de baño y me puse lo mismo con lo que llegué, al menos ya no me sentía tan sucia como antes, volví a la parada de buses y tomé uno hacia la escuela, faltaba al menos una hora para entrar, pero no me importaría llegar antes con tal de no acaparar las miradas de la gente, con tal de no volver a ese lugar que llamaban "hogar".
Una vez ahí caminé hasta la lavandería de la escuela, tomé unos pantalones y una sudadera de cosas extraviadas y me cambié en el baño, esperé sentada sobre el retrete hasta oír el timbre que da inicio a las clases.
Caminé a la clase de geografía, la maestra Greene era un completo amor, una pequeña anciana regordeta de cabello blanquecino, pero era una completa genio, tenía todas las respuestas, siempre, hasta de las preguntas más idiotas. Observé de reojo al chico que se sentaba junto a mí, y ya era más que coincidencia y yo realmente no creía en las coincidencias, tomó algo de su bolsillo y me lo tendió por debajo de la mesa, al ver que no le estiraba su mano me la tomó y me dejó algo, lo miré molesta y le quité mi mano de golpe, era un dulce de cereza, mis favoritos.
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Todo lo que fui✔️©️
RandomBETHANY La vida no es color de rosas, eso me quedo claro cuando murió mi abuelo. Patrick Griffin me enseño como ser feliz, me enseñó el valor de las cosas simples, me enseño sobre la alegría y como vivir la vida, pero no me enseño como sobrevivir a...